El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La compañía, las celebraciones y el culto pueden suponer una bendición especial para las personas que viven con demencia.
Siempre me conmueve el sentido de comunidad y de familia que existe entre los cristianos en muchos puntos donde son perseguidos, discriminados, ignorados.
¿No es el momento ya de manifestar nuestra fe abiertamente en nuestros lugares de trabajo, en nuestras relaciones de amistad, a nuestros vecinos, etc., sin miedo y sin vergüenza?
Compartir el pan, usar solidariamente las posesiones, hacer entrega de lo que tenemos por amor al prójimo, puede abrir los ojos del alma.
Quiero detenerme en el valor sociocultural y espiritual de la paella, plato universal de Valencia y su provincia.
Si tienes bolsa, cógela. Coge la bolsa, hazte de provisiones, el mundo las necesita. Tu prójimo las necesita.
Soy ciudadana del cielo, pero piso la tierra, no vivo en comunidad ni pertenezco a ninguna secta, y me relaciono y amo a personas que tal vez no piensen como yo, pero a las que amo profundamente y no pienso dejar de hacerlo.
Cuando vivimos en la gracia de Dios, aprendemos a dar, a compartir, a pensar en los demás; de esa manera llegamos a parecernos a nuestro Padre.
Pero la historia siempre tendrá un lugar trascendental para aquellos que han aprendido a ayudar.
Pan bendito, signo o señal en el mundo de la solidaridad cristiana, de la fraternidad que debe reinar entre los que son hijos de un mismo Padre.
Hago la llamada a compartir, a comprometerse con el mundo pobre, con los que pasan hambre y escasez en la tierra.
Aterra pensar en lo que la humanidad se ha convertido olvidando las directrices del Creador, y en lo injusto y atroz de sus repartos.
Si quieres que tu pan sea bendecido, debemos ser conscientes y consecuentes de que, cuando comemos, comemos del pan de todos.
Existen muchas personas que son trascendentales en el trabajo para Dios y en la historia de la humanidad, y no sabemos quiénes son
Dios es Amor, por ello, no podemos glorificarle si no hacemos lo que le agrada, lo que nos demanda
¿Qué pasaría hoy si tú, cuando vas a la iglesia vieras a algún grupo de personas marginadas, en lugar de ir al rito cúltico, te quedaras compartiendo el pan y la palabra con ellos?
A veces, surge la pregunta: ‘Como representante de Jesús, ¿qué es lo más importante: la vida que vivo o las palabras que digo?’ . ¡Es como preguntar cuál de las alas de un avión es más importante, la izquierda o la derecha!.
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