Invertimos buena parte de los esfuerzos de nuestra vida a encajar en los grupos de los que queremos formar parte.

El razonamiento sin Dios está plagado de errores fundamentales, porque parte de la premisa errónea de que el Señor del Universo no cuenta.

Jesús tiene especial presencia donde se encuentra la dificultad, porque nos recuerda el estado real, sin maquillajes, en que se encuentra este mundo.

Ser padre de un adolescente, trabajar la autoestima o el reto de las nuevas tecnologías son algunos de los temas que se tratan en los talleres que en este 2014 ofrecen desde el Grupo de Psicólogos Evangélicos y la organización Prevvia.

El Grupo de Psicólogos Evangélicos (GPE) y la organización Prevvia ofrecerán este 2014 un programa de cursos sobre los problemas más comunes que enfrentamos: educación de los hijos, autoridad en el hogar, retos de la adolescencia o la autoestima. Unas jornadas que vienen funcionando con éxito en Madrid y que ahora se ofrecerán en otros lugares del país, según explica Lidia Martín.

Año tras año ponemos ilusión en ciertas cosas, personas, relaciones, posesiones, trabajos, actividades… que tardan muy poco en decepcionarnos porque verdaderamente no tienen gran poder por sí mismas para satisfacernos.

Nuestro bando es el bando vencedor. Por insignificantes que parezcamos, necios, débiles o con escasos recursos, nuestra decisión de optar por Cristo nos hace automáticamente poder anticipar con gozo la victoria final.

En una época en la que vale más el derecho a poder cambiar de opinión que el deber de mantener nuestra palabra, no es de extrañar que pasen las cosas que pasan.

Muchos usamos a lo largo de nuestros días para no comprometernos a cambiar cosas que sabemos positivamente que deberíamos modificar la frase: “Es que yo soy así”.

Mi vida será, como la de tantos, un estrepitoso fracaso de no tener estas cosas en cuenta.

Ciertamente a las personas nos cuesta abrirnos con otros. Eso no sólo es normal, sino positivo. Es decir, tan problemático puede ser no abrirse con nadie como hacerlo con todo el mundo.

Ante la realidad de nuestros fracasos, solemos más bien mirar para otro lado, identificar a quién se puede culpar de lo ocurrido y pasar página sin aprender ninguna lección.

Tenemos considerado a Dios como ese “banco infinito” al que se le pueden pedir las cosas más inverosímiles en momentos de necesidad.

Todos luchamos con Dios, a pesar de saber y creer, por nuestra autonomía, por nuestra voluntad de decisión y autogobierno, por no perder lo que de dignidad creemos que tenemos.

Lidia Martín, psicólogo, explica cómo se puede estudiar adecuadamente y sobre todo prevenir el fracaso escolar. Una entrevista de Daniel Oval.

Afirmamos, como lo hace Dietrich Bonhoeffer en su libro El precio de la gracia, que la gracia no es barata porque a Dios le costó cara

Llama la atención hasta qué punto hemos integrado los cristianos en nuestra forma de actuar esa idea del ámbito secular de que cada uno es dueño de sí mismo y de nadie más.

Hoy los circos y los leones son otros, mucho más disimulados, aparentemente no tan salvajes, y sobre todo suavizados porque la voz de la gran masa a menudo suscribe los veredictos de tales circos.

Muchas veces nos encontramos igual que Jonás: esperando un rayo del cielo que imparta justicia, lejos de anhelar la misericordia de Dios para la vida y la restauración de esa persona

Empieza el nuevo curso, volver a la normalidad de los trabajos será dura posiblemente, pero en nuestra planificación de los próximos días no pueden faltar dos cosas.

La bendición ha sido derramada sobre ti, pero no has estado en disposición de poder recibirla.

En momentos de dificultad hay elementos que contribuyen a poner al mal tiempo, buena cara. Menciono algunos junto con alguna pequeña “píldora” práctica

Los relatos bíblicos están a disposición de nuestra memoria para alimentar nuestra fe.

La verdadera fe que alcanza el borde del manto de Dios es la que está dispuesta a abrirse camino entre la multitud, de los que nos criticarán, de nuestra propia duda.

Poco te da tanta libertad como no necesitar nada. Cuanto más dependes de lo que necesitas, más dependes también de quienes pueden proporcionártelo y menos independencia tienes.