El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
En su nuevo libro, el teólogo y pastor evangélico italiano Leonardo De Chirico defiende la necesidad de comprender la teología que diferencia a evangélicos y católicos.
Stott no escribió un libro sobre el catolicismo y, por tanto, no tuvo la oportunidad de desarrollar su análisis en profundidad. Sin embargo, hay huellas significativas en sus libros y en las iniciativas en las que tuvo un papel destacado que se pueden valorar.
Imaginar la teología de hoy y de mañana sigue siendo un reto arduo para los teólogos católicos. La simple reiteración de los relatos y las respuestas tradicionales no encajan.
El tomismo no tiene una comprensión trágica del pecado y sus consecuencias. Por lo mismo, la relación entre la naturaleza y la gracia en el catolicismo romano tomista subestima los efectos del pecado y tiene una visión optimista de las capacidades humanas.
Las fuentes del pensamiento de Dante son, por un lado, la herencia clásica grecorromana, y por el otro, la bíblica interpretada según los cánones del cristianismo medieval.
El discurso del Papa socava el “escándalo” cristiano según el cual Jesucristo es el único camino hacia el Padre (Juan 14:6) y, al mismo tiempo, los discípulos de Cristo están llamados a vivir en paz con todos (Romanos 12:8).
En un evento organizado por el FOCL, el teólogo evangélico abordará temáticas como la doctrina de esta Iglesia, la influencia del Papa Francisco y el ecumenismo.
El teólogo suizo fue el precursor de posiciones consideradas en su momento “extremas” o incluso “disruptivas” que luego se han convertido en las líneas habituales del catolicismo.
En este documento encontramos la doctrina tradicional que los reformadores del siglo XVI y los evangélicos de los siglos siguientes rechazaron, es decir, la Escritura está con y bajo la Tradición de la Iglesia pasada y presente.
Sus iniciativas “universales” de 2020 se parecen a las de las Naciones Unidas en cuanto a lenguaje, alcance y contenido. Tres proyectos merecen ser mencionados a este respecto.
En plena tercera ola de la pandemia, el acuerdo de gobierno se ha roto. Desde la Alianza Evangélica nacional temen que el vacío de poder lleve a más cristianos a confiar en “narrativas conspiratorias”.
Las mejores mentes del catolicismo romano contemporáneo han tratado de analizar lo que es esencial para éste. ¿Qué puede decir la teología evangélica al respecto?
Estamos frente a una enseñanza que la Iglesia Católico Romana considera “infalible”, tal vez la única que un papa romano ha promulgado desde el dogma de 1870.
Todos somos hermanos como hijos del mismo Dios. Esta es la verdad teológica del Papa Francisco.
No deja de ser significativo que redes evangélicas se sumen a esta iniciativa en la que “las hermanas y los hermanos de la familia ecuménica se unen en la oración”.
Cuando el Estado Pontificio estaba a punto de colapsar, el Papa y la Iglesia Católica Romana sintieron la necesidad de proclamar un nuevo dogma, esto es, la infalibilidad del Papa.
El propósito de este artículo es discutir las razones por las que Packer firmó este documento y ofrecer algunas observaciones críticas al considerarlas.
Al no estar comprometido sólo con Cristo, el catolicismo romano está ansioso por extender su catolicidad en todas las direcciones, incluso en aquellas claramente contrarias a los fundamentos de la fe cristiana.
La devoción mariana fue un rasgo característico de la vida de Wojtyla.
Por razones misiológicas, teológicas, evangelísticas y estratégicas, los evangélicos deben contender con el catolicismo romano en el mundo de hoy.
Vale la pena mencionar la regresión espiritual que estamos presenciando en medio de la crisis de la pandemia.
El Papa Francisco tiende a idealizar las culturas nativas, viéndolas como ya infundidas por la gracia de Dios.
La tensión entre el ‘romano’ Benedicto y el ‘católico’ Francisco ayuda a explicar la crisis actual.
El vínculo entre el Espíritu Santo y la Iglesia es tan orgánico que para Benedicto, la Escritura, la tradición y el magisterio romano coinciden siempre porque están guiados por el mismo Espíritu.
Un libro publicado recientemente con la participación del antiguo pontífice ha vuelto a evidenciar la disputa existente entre los diferentes círculos de la curia vaticana.
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