Hace unas semanas, la famosa Marilyn Monroe (una obra de arte pop de Andy Warhol) se vendió en una subasta por la friolera de 195 millones de dólares. Es difícil siquiera contar con la mente semejantes cifras.

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No obstante, causó una gran impresión tener una pieza (de menor valor) de Warhol entre las docenas de obras de arte alojadas en un espacio de culto evangélico en Roma (Chiesa Evangelica Breccia di Roma) para una exhibición de una semana antes de una subasta. La exposición se tituló “Grafica Internazionale e Multipli d’Autore” y la iglesia ofreció su espacio para albergar parte de ella.

Además de Warhol, las paredes de la sala se llenaron de obras de Picasso, Mirò, De Chirico, Carrà, Fontana, Christo, Baj,... todos ellos artistas contemporáneos de renombre. Por lo general, las obras de estos artistas se admiran en museos o en exposiciones dedicadas o catálogos de arte. El hecho de que estuvieran exhibidas en un lugar de culto evangélico ha sido inusual y curioso.

Durante una semana, cientos de personas vinieron a ver las obras en vivo, lo que les permitió también “observar” que existe una “iglesia evangélica” en el corazón de Roma y, para algunos, hacerse algunas preguntas más.

[photo_footer]Miembros de la iglesia en una reunión de oración mientras se acogía la exposición de arte en el local. / CEBR.[/photo_footer]

Versatilidad, promoción y contextualización

Son tres las reflexiones (entre otras) que ha desencadenado esta iniciativa. Aquí están en forma de preguntas abiertas.

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1. ¿Hasta qué punto son versátiles los lugares de culto evangélicos? Dado que toda la tierra pertenece al Señor (Salmo 24:1), la fe evangélica no tiene una concepción sagrada del espacio litúrgico. El culto a Dios por parte de la iglesia puede realizarse en cualquier lugar (lugares interiores o exteriores, públicos o domésticos, lugares de costumbre u ocasionales), sin necesidad de consagrar el espacio que lo convierte en algo dedicado exclusivamente al culto. Esto permite que las salas de culto evangélico sean multifuncionales, pudiendo servir así a actividades comunitarias, culturales y sociales. En nuestro caso, el local también se ha prestado para albergar una exposición profesional de arte contemporáneo.

Algunas decisiones tomadas en el pasado han sido gratificantes: no haber caracterizado permanentemente las paredes, la provisión de sistemas de fijación que no requieren molestos agujeros en la pared, la facilidad de quitar las sillas para tener espacios despejados, y la sobria amabilidad y usabilidad de las salas. Durante la semana de la exposición, la iglesia celebró cultos regulares y reuniones habituales, por lo que no se vio afectada negativamente por la presencia de las obras. Tanto la liturgia como la predicación encuentran en las pinturas expuestas numerosas ilustraciones y aplicaciones al culto celebrado. El local mostró su caracterización adaptable a diferentes usos.

2. ¿Cómo de amplia es la promoción de la cultura evangélica? La exposición organizada fue ciertamente un evento único en muchos sentidos, pero no aislado ni excepcional. A lo largo de los años, la iglesia ha cultivado (con modestia y un sentido de limitación) una preocupación por el arte que se ha traducido en varias iniciativas nada desdeñables. Por ejemplo: Bimbi ai fori (desde 2016), un taller de arte para niños, las exposiciones de arte City/Città (2019) y Libertà (2021), conferencias públicas sobre El mundo de Rafael (2020), o cursos de cultura teológica de IFED, en los que durante el último año académico se estudió el enfoque reformado de las artes propuesto por el teólogo y estadista holandés Abraham Kuyper.

Es decir, la cosmovisión evangélica promovida incluía el mundo de las artes, trataba de dialogar con él y se enfrentaba a la responsabilidad de abrir espacios para un discurso cristiano sobre las artes. Todo esto se hizo en formas provisionales y permanentes, pero intencionales porque nacieron de la convicción de que la fe evangélica nutre una cultura capaz de abrazar toda la realidad, incluido el arte. La exhibición de arte contemporáneo, por más alto que sea, no fue entonces una monstruosidad o un evento totalmente separado de la vida ordinaria de la iglesia porque ha tratado de tomar en serio la responsabilidad de nutrir las diversas formas de cultura evangélica.

3. ¿Cómo de contextualizado está el testimonio evangélico? Una pregunta final puede ser un tema de reflexión. La zona en la que se encuentra el recinto de la iglesia evangélica se caracteriza no solo por la proximidad de los Foros Imperiales (arte antiguo), sino también por la presencia de museos (Mercado de Trajano, Museos Capitolinos) y galerías de arte contemporáneo, así como de edificios religiosos imbuidos de Arte. Al insertarse en este contexto caracterizado por un alto índice de atención al arte, la iglesia ha podido desarrollar relaciones de contigüidad con ese mundo.

Si bien la iglesia debe distinguirse de su entorno como una comunidad que confiesa el evangelio de Jesucristo, no debe convertirse en un gueto incapaz de conectarse con el mundo que la rodea. El equilibrio no es fácil de encontrar, sin embargo, es necesario preguntarse siempre cómo de diferentes y similares somos a nuestro entorno. Ser solo diferente puede empujarlo a uno a formas de un autismo espiritual que es incapaz de comunicarse y dialogar. Ser demasiado similar puede indicar una conformidad con la narrativa dominante, que corre el riesgo de carecer de mordacidad evangélica.

Cuando termine la exposición, el enfoque de la iglesia en el arte no cesará. Su espacio quiere ser versátil, la cultura promovida quiere ser fiel y espaciosa, la proximidad vivida quiere estar conectada con el contexto para expresar las exigencias del evangelio.

Leonardo De Chirico, teólogo y pastor evangélico en Roma. Este artículo fue publicado originalmente en italiano en Loci Communes, una revista digital evangélica italiana.