El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La imposibilidad de fotografiar el rostro de Dios, el no poder verlo como vemos al ser de carne y hueso que tenemos junto a nosotros, no son razones para deducir su inexistencia.
En Nicaragua conocí a García Márquez. Una tarde salimos juntos a tomar café y aproveché para hacerle una entrevista. Entre otras cosas le recordé el letrero “Macondo, Dios existe”.
Como estudiante de derecho en Bogotá, García Márquez tuvo un compañero de estudios, Jorge Álvaro Espinosa, quien le “había enseñado a navegar en la Biblia”.
El volumen de más de 660 páginas, un auténtico tour de force, manifiesta de manera monumental la simpatía, la afinidad y la cercanía que Vargas Llosa tenía con García Márquez.
Esta obra recoge la charla pública que Vargas Llosa y García Márquez llevaron a cabo en Lima, en septiembre de 1967.
No hay intermitencias en la entrega misionera de Monroy; no hay espejos rotos en la rotación en que divide su tiempo para predicar la Palabra con el ejemplo.
El tema religioso está abundantemente representado en Cien años de soledad mediante hechos, ideas y símbolos.
La primera frase del libro se convertiría en una de las más recordadas de la literatura iberoamericana, y desde ese momento, 'Gabo' habría de pasar 18 meses ininterrumpidos sentado frente a su máquina de escribir.
"Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma".
En 'Cien años de soledad' abundan las reflexiones sobre Dios, la presencia de la Biblia, referencias a la creación tal como se cuenta en el Génesis, las plagas de Egipto, el éxodo del pueblo judío, la historia del diluvio, el apocalipsis de los últimos tiempos.
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