Poncio Pilato estaría obsoleto hoy

¿Sería necesario hoy Pilato, o sería una figura obsoleta? Antes, una pequeña introducción: Poncio Pilato, cuando se tuvo que presentar ante el juicio a Jesús, se dio cuenta de que no se trataba de un juicio religioso. Allí se encontraba con alguien ante una turba de gente que lo tachaba de perturbar el mundo como si fuera un hombre peligroso que, incluso, podría incitar al pueblo a alguna revolución. También, se encuentra ante un hombre que denunciaba toda injusticia, las acumulaciones injustas de esos ricos a los que llamaba necios, se encuentra ante un hombre que denunciaba la marginación de la mujer y de los niños, que comía con los proscritos y que tenía una tendencia hacia abajo, hacia los sufrientes, enfermos y pobres que, en algunos casos, eran considerados como malditos por los integrados en las redes religiosas y que se autoconsideraban puros.

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Pues sí. Jesús era un hombre que trastornaba al mundo. Por eso, un hombre despreciado como el samaritano podía ser ejemplo de buen prójimo por su solidaridad con el apaleado, podía ser considerado como justificado por él antes que el religioso fariseo, a pesar de ser un pecador proscrito para los religiosos de la época. Criticaba a los religiosos llamándoles sepulcros blanqueados por fuera y hace saltar en pedazos muchas de las normas morales que esclavizaban al hombre. Quizás es que era, para Pilato y para todo su mundo, un perturbador de los integrados, un revolucionario en temas tan importantes como la economía y la justicia, mientras que se ponía del lado de los sufrientes de la historia. Todo eso era desquiciante, no solamente para los religiosos de la época, sino también para los políticos y mandatarios.

Pregunta: ¿Sería necesario un Poncio Pilato hoy en el mundo que juzgara a los cristianos como peligrosos, perturbadores, revolucionarios, críticos de las acumulaciones y de las injusticias del mundo? ¿Trastornamos hoy el mundo con nuestras denuncias, nuestra lucha contra la injusticia, la defensa de los débiles, el trabajo por eliminar a tantos y tantos acumuladores que tienen sus graneros llenos, mientras tantos otros en el mundo pasan hambre? ¿Haría falta un Pilatos hoy en el mundo que se plantara en juicio contra estos alborotadores? ¿Podemos hoy nosotros con nuestros valores hacer saltar en pedazos las estructuras económicas de pecado y de poder injusto?

Si no estamos en estas líneas, Pilato no es necesario en el mundo hoy. Nadie estaría dispuesto a lavarse las manos para luego entregarnos a los verdugos. Hoy, los gobernantes en semejanza con el Pilato de los tiempos de Jesús, nos darían palmaditas en la espalda y estarían muy satisfechos de que trabajáramos en la privacidad de nuestros templos que, en muchos casos, están cerrados a cal y canto frente a esas actividades denunciadoras de Jesús, un Jesús que entronca con los profetas y con todas sus denuncias y búsquedas de justicia.

No. Quizás el juicio de Poncio Pilato no es necesario hoy. Hoy, ni los cristianos, ni las iglesias suponen peligro alguno para una sociedad injusta, que considera a la riqueza como prestigio, y con un desequilibrio en el reparto de bienes que transforma a nuestras sociedades como las causantes del mayor escándalo humano del hombre contra el hombre. Hoy, la mayoría de los cristianos pueden estar de espaldas a grito de los pobres y sufrientes del mundo, sin hacer ni buscar justicia, y sordos a las problemáticas del prójimo en un mundo cruel.

No. Hoy no se necesitan Pilatos que nos juzguen. Nadie, ni lavándose las manos, nos va a entregar a los verdugos que nos apaleen y nos lleven a la muerte, aunque podría haber alguna excepción, pero Poncio Pilato hoy, en nuestra forma de vivir el cristianismo intramuros de la iglesia y de espaldas al grito de los sufrientes, estaría obsoleto. No trastornamos el mundo en ninguno de los sentidos. El silencio ante las injusticias, opresiones y violencias contra el prójimo se muestra como una nube que nos tapa, aunque nos considere cómplices.

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Pueden estar tranquilos los Pilatos del mundo. Lo religioso ya nunca va a convertirse en político, ni siquiera en sus aspectos más solidarios. Es una pena que vivamos un cristianismo de puertas adentro sin preocuparnos por el secularismo, el egoísmo, la injusticia y vivir para la ganancia material, que también puede llegar a ser uno de los problemas de la iglesia hoy. No os preocupéis, Pilatos del mundo. Los cristianos ya no son alborotadores, no claman por justicia, no denuncian la opresión, no defienden a los débiles de la tierra. Puedes dormir tranquilo en tu fría tumba, Poncio Pilato. El mundo no te necesita.