¿Verdugo o víctima?

¿Hay verdugos hoy en el ámbito de los que acumulan riquezas o son también víctimas? Algunos tienen riquezas sobrantes que no pueden ni gastar en sus propios caprichos. Les sobra, les inunda, les hunde en un mundo cerrado y silente. Han acumulado demasiado. Puede haber tres personas en un país que tienen más que la mitad de la población. ¿Han desequilibrado la balanza de la distribución de las riquezas en el mundo? ¿Son culpables de la pobreza de otros? ¿Son verdugos o son víctimas?

Duras líneas para ser escritas por un cristiano de línea conservadora. Pero, ¿es que, acaso, la Biblia no habla de una forma mucho más dura todavía? ¿Podemos nosotros hablar desde esos parámetros proféticos, los parámetros del mismo Jesús? ¿Podemos trabajar desde la denuncia profética que, a veces, obviamos como si fuera algo del pasado? ¿Podemos o, mejor, debemos llamar a alguien verdugo? ¿Podría ser también una víctima?

Yo creo que los cristianos no debemos callar, no debemos silenciar líneas bíblicas de acusación y denuncia contra los necios que sólo piensan en agrandar sus graneros. Han errado el camino y no han entendido el aserto bíblico de que “la vida no consiste en la abundancia de bienes que se poseen”. ¿Serán por ello también víctimas?

Desde estas necedades de buscar pingües ganancias, es posible que haya acumuladores, despojadores y egoístas que al acumular consiguen dos resultados: Uno puede ser contra el prójimo. Pueden empobrecer a otros actuando ante ellos como ladrón que se adjudica insolidaria y deshonestamente de lo que, en una buena redistribución de los bienes del planeta tierra, corresponde a otros. ¿Se podría decir que son verdugos que sumen a otros en la infravida de la escasez y de la pobreza, o son también sus propias víctimas? ¡Terrible concepto el de verdugo! Estarían dentro de las líneas abusivas que denuncia la Biblia cuando afirma que “la escasez del pobre está en vuestras mesas”. 

El otro resultado es, por tanto, el convertirse en víctimas de sí mismos. Sí. También son víctimas. Cautivos de su egoísmo y de su cerrazón ante el círculo infernal de la acumulación fatua de riquezas. El necio egoísta de la parábola, viendo sus riquezas se gozaba en el silencio… callaba. Dice la parábola que el “rico necio” estaba aislado. Le rodeaba el aislamiento en el que le encerraban sus propios deseos de tener más, de agrandar sus graneros. No hablaba con nadie. Se había creado un submundo silente que parece que le impedía relacionarse de forma abierta con los demás. Dice el texto bíblico que “pensaba dentro de sí”. Autoalimentaba en soledad su propio pensamiento. ¿Son víctimas, son verdugos o pueden unir ambos conceptos: Víctimas verdugos o verdugos víctimas?

Decir que son verdugos es una acusación durísima. ¿Son estos acumuladores, realmente y en alguna manera, causantes de que haya tantos en la infravida, en el no ser de la pobreza y de la marginación?  ¿Quién desequilibra el mundo? ¿Quién es el culpable de que haya más de media humanidad en pobreza en mayor o menor grado que se une a otros mil millones de hambrientos?  ¿Son las causas naturales o es que, realmente, hay verdugos en el mundo? ¿Se podrá afirmar con algunos cristianos que dicen que el mundo ha caído en manos de ladrones recordando así el apaleado y robado en la parábola del buen samaritano? ¿Podemos usar nosotros esas palabras tan duras o esa dureza es sólo propia de los textos bíblicos con sus ayes a los enriquecidos y necios acumuladores?

El concepto de víctima está en la línea de no comprender que “la vida no consiste en la abundancia de los bienes que se poseen”, como dice la Biblia. Reducen su existencia al uso del verbo poseer. Su mundo se reduce. Es un pequeño mundo. Su egoísmo les atrapa en un círculo infernal en donde se acumula la fatuidad de las riquezas. También tienen sus miedos. No son felices. Si hacemos caso de lo narrado en la parábola del rico necio, se aíslan. 

Por la mente de este tipo de acumuladores circulan infiernos de ideas en torno a tener más, a agrandar graneros, a llenar cuentas corrientes, a pensar continuamente en beneficios. El rico de la parábola no hablaba con nadie. Se creó un submundo silente en el que se nos dice una característica de sus reflexiones: “Pensaba dentro de sí”, para sí mismo, no compartía con nadie sus pensamientos acorchados por el deseo de riquezas. Se gozaba en un silencio de muerte siendo víctima de sus muchas posesiones y de sus deseos de agrandar y ampliar sus almacenes para poder tener más. Rico necio, rico solo, rico silente, rico víctima que empobrecía al mundo. De ahí que también participara del concepto de verdugo. Verdugo víctima.

Muchas reflexiones y preguntas cruzaban su mente de manera un tanto diabólica: “¿Qué haré?”, se preguntaba sin que nunca la respuesta estuviera teñida de solidaridad con los pobres de la tierra. Sólo oía el eco de su voz que quizás rebotaba en las paredes opacas de sus graneros y le volvía al cerebro como un latigazo formando todo un laberinto de egoísmos. 

Os dejo con estas palabras de la parábola del rico necio: “Derribaré mis graneros y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate”. ¿Palabras de verdugo o de víctima? ¿Quizás palabras de un verdugo víctima? Juzgad por vosotros mismos.