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Los avaros y el Reino de Dios

Se nos olvida muy fácilmente que según el Nuevo Testamento los pecadores sexuales y los borrachos no son los únicos que “no heredarán el reino de Dios”.

BENE STUDERE AUTOR Juan Stam 04 DE MARZO DE 2017 17:00 h
maletín, dinero

¿Qué es la avaricia? Para San Pablo, no sólo bloquea la entrada al reino de Dios, sino que está también entre los vicios que descalifican para ocupar cualquier oficio en la iglesia.



Cada cultura tiene su propia escala de valores y antivalores. En algunas épocas de la historia de Israel, para muchos judíos guardar el sábado tenía una prioridad destacada, de la máxima gravedad. Por ejemplo, para ellos la fornicación era pecado, sin duda, pero aún peor era el pecado de no respetar el sábado. También era pecado grave comer cerdo o sentarse en la mesa con gentiles incircuncisos.



Es obvio que nuestra cultura contemporánea concentra sus valoraciones fuertemente en lo sexual, hasta lo obsesivo. Para las personas seculares (“mundanos”, para emplear el término bíblico), el placer sexual parece ser la meta prioritaria de la existencia humana, y una vida de orgasmos sísmicos se considera la summum bonum de todos los valores en la vida.



Nuestra cultura está obsesionada con el sexo.



Muchos cristianos, por su parte, también están obsesionados con el sexo y reflejan esta misma concentración pansexista, pero invertida. Para ellos los pecados sexuales son los más graves, a veces los únicos pecados que les preocupan (junto con la borrachera, en un segundo lugar).



Un empresario puede explotar a sus empleados pagándoles sueldos de miseria, pero asiste a la iglesia, ofrenda y no “cae en pecado” (¿cómo que “cae”? ya está en pecado), es un buen cristiano, toma la Santa Cena y a lo mejor puede ser anciano o diácono de la congregación.



El presidente de un país “cristiano” puede mentir descaradamente para justificar así matanzas sangrientas, pero si pertenece a una iglesia, reproduce el discurso religioso y no causa escándalos sexuales, sigue siendo “hermano” en la fe.[1]



Se nos olvida muy fácilmente que según el Nuevo Testamento los pecadores sexuales y los borrachos no son los únicos que “no heredarán el reino de Dios”.[2]



Entre los diez grupos de 1 Cor 6:9-10 van incluido los idólatras (¿los hay en nuestras iglesias?)[3], los avaros (¡Los hay, y muchos!), ladrones, estafadores y calumniadores (¡de todos ellos tenemos!). Gal 5:19-21, en su lista de 15 pecados que cierran las puertas del reino, añade brujería, odio, discordia, celo, ira, rivalidades, disensiones, sectarismos, envidia “y otras cosas parecidas”.[4]



Entre los seis pecados que según Efesios 5:4-6 excluyen del reino de Dios van incluidos la avaricia, necedades y chistes groseros. La larga lista de 21 pecados vergonzosos en Rom 1:24-31 incluye avaricia, envidia, engaño, chismes y “toda clase de maldad”.[5]



Se ve que eran muy rigurosas las exigencias de la comunidad cristiana. ¿Quién de nosotros no sería culpable de por lo menos una o dos de estas ofensas? Lo que más sorprende en estas listas es la frecuente inclusión de la avaricia, en los mismos términos que la de la borrachera y los pecados sexuales. Si esos pecados escandalosos excluyen del reino de Dios, entonces también la avaricia, en los idénticos términos, excluye de reino de Dios.



De hecho en las doce listas de vicios en los escritos paulinos, la avaricia aparece más frecuentemente que la borrachera.[6] Y es más, en dos de las listas San Pablo agrega una frase sumamente grave, cuando escribe “la avaricia, la cual es idolatría” (Ef 5:5; Col 3:5), el más condenable de todos los pecados.[7]



¿Puede algún cristiano o cristiana negar que la avaricia es pecado?



La Real Academia Española define la avaricia en pocas palabras pero de mucho peso, como “Afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas”.[8]



El Diccionario Cuyás, un poco más sucinto, lo define como “un apego desordenado a las riquezas”.



De las varias palabras griegas para la avaricia, dos son especialmente reveladores. La más común, “pleonexia”, se deriva, según Ceslas Spicq (tomo III, p.117), de “pleon” (“más”) y el verbo “ejw” (“tener”). Por eso Louw y Nida, en su léxico griego, lo definen como “un fuerte deseo de adquirir más y más posesiones materiales, o de poseer más cosas que las que otros tienen… ” (Louw-Nida I:291-2). La avaricia es un deseo insaciable; cuánto más posee, más desea.



Otro término para la avaricia es “filarguros”, que significa “amor al dinero”; podríamos decir que son “dinerófilos”, “enamorados del dinero” (Lc 16:14; 1Tm 6:10; 2Tm 3:2).



Esta dinerofilia, según 1Tm 6:10, es “la raíz de toda clase de maldad”. La avaricia -esta pasión cuasi-erótica por el dinero y por las cosas- muy fácilmente conduce a la idolatría (Isa 2.7-8; Mt 6:24). La persona avara consagra toda su vida al dinero y deposita toda su fe y esperanza en la riqueza. Cree que posee sus bienes, pero pronto es poseído por ellos. A menudo la avaricia termina distanciándolo de su familia, del prójimo y de Dios mismo, porque ahora está sirviendo a otro dios. “Dios sabe muy bien”, escribió Orígenes, “qué es lo que uno ama con todo su corazón y alma y fuerza; eso para él es su Dios”.



Que cada uno de nosotros se examine ahora, y silenciosamente en su propio corazón decida cuál es la llama de amor que principalmente y sobre todo está encendida dentro de su ser”.[9] La avaricia es relativamente fácil de definir, pero muy difícil de identificar. Rarísimas veces alguien va a decir, “yo reconozco que soy avaro”.



Hace poco un amigo me hablaba de un pastor que mostraba muchos síntomas de “prosperidaditis aguditis”, pero el amigo aclaró que “él no es avaro, lo que pasa es que le gustan las cosas lujosas”. Es muy fácil racionalizar la avaricia y justificar la acumulación y los lujos. Parece que sólo la voz del Espíritu Santo en el corazón del rico le podrá convencer de su avaricia.[10] Por eso dice San Pablo, hablando del papel de la ley como revelación de Dios, “tampoco hubiera conocido la codicia, si la ley no dijera: no codiciarás” (Rom 7:7).”



Para San Pablo, la avaricia no sólo bloquea la entrada al reino de Dios, sino está también entre los vicios que descalifican para ocupar cualquier oficio en la iglesia (1Tm 3:3,8; Tito 1:7). En el caso de pecados visibles y escandalosos, como borrachera o adulterio, la situación hubiera sido evidente y relativamente fácil de identificar, pero sospecho que fue muy difícil de aplicar esta restricción en el caso de la avaricia. ¿Quién decide si alguien es avaro o no, con cuáles criterios? ¿En qué punto la prosperidad legítima se convierte en avaricia?



En el fondo se trata de una actitud del corazón, de criterios relativos y poco precisos. ¿Cómo habría funcionado eso en el proceso de escogencia de los líderes congregacionales en los tiempos de San Pablo? Me cuesta imaginar que algún rico, al ser considerado para el liderazgo, hubiera dicho, “Me disculpan, hermanos y hermanas, pero no puedo ocupar ningún puesto porque soy avaro, lo tengo que reconocer”. ¡Más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja!! Me imagino más bien que otra persona, a lo mejor un líder de la congregación, tendría que señalar al avaro con su dedo y confrontar, como Natán ante David, este pecado en la comunidad.



“Lo siento mucho, hermano, y me da mucha pena, pero usted no puede ocupar ninguna carga en la iglesia de nuestro Señor, porque usted es un avaro.” Me imagino la respuesta: “¿Quién es un avaro? ¡¡¡Yo no!!!”



Todos tenemos que hacernos la pregunta, ¿Qué clase de mayordomo soy de los bienes que mi Señor me ha confiado? Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón. Ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno. (Sal 139:23-24)



 



BIBLIOGRAFIA



Louw Johannes y Rugene Nida, Greek-English Lexicon of the New Testament (NY: United Bible Society 1989) Spicq, Ceslas, Theological Lexicon of the New Testa,emt (Peabody:Henderson 1994)



 



NOTAS AL PIE



[1] Es notorio en muchos países latinoamericanos que los congresistas evangélicos/as se especializan en los temas sexuales pero no tienen nada que decir sobre la corrupción, la pobreza y hasta asesinatos políticos.



[2] Otros textos que hablan de exclusión del reino de Dios son Mt 5.20; 7:21-22; 18:3 y Jn 3:3,5.



[3] Véase “¿Es posible ser idólatra sin darse cuenta?” en juanstam.com, 7 de enero de 2007.



[4] Según las listas de Apoc 21:8 y 21:25, no podrán entrar en la Nueva Jerusalén los cobardes, los incrédulos y los mentirosos (CF. 22:15).



[5] La lista en 1Tm 1:9-10, de pecadores ante la ley de Dios, incluye los irreverentes, los que maltratan a sus padres y los traficantes de esclavos. Col 3:5 incluye avaricia junto con cuatro pecados sexuales.



[6] La borrachera se menciona en las listas de 1Cor 5:10; 6:10 y Gal 5:21; la avaricia en Rom 1:29; 1Cor 5:11; 6:10; Ef 5:3,5, más la lista de Mr 7:22.



[7] Esa frase corresponde al dicho de Jesús, “nadie puede servir a Dios y a la riqueza” (Mt 6:24; Lc 16:13). Es muy significativo que para su reformulación de la disyuntiva radical de Elías, “O Yahvéh o Baal, pero no los dos” (1R 18:21), Jesús opta por poner a “Mamón” como equivalente de “Baal”. Parece



implicar que “servir a las riquezas” era (y es) la idolatría más sutil y peligrosa de todas y que es totalmente irreconciliable con la fe en Dios.



[8] La Academia define “codicia” como “Afán excesivo de riqueza; Deseo vehemente de algunas cosas buenas; apetito sexual”…



[9] Orígenes, Homilía sobre el libro de los Jueces, citado en Christian Century 9.4.97, p. 371).



[10] Entiendo bien que los ricos no son los únicos avaros, pero creo que la Biblia está pensando principalmente en ellos cuando haba de avaricia.


 

 


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COMENTARIOS

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Alfredo
09/03/2017
10:19 h
7
 
Ezequiel Jacob, 1 Cor. 6:19 no dice corazón sino "vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo..." Cuando Jesús anuncia la destrucción del Templo anuncia su propia muerte y la entrada en un tiempo donde su cuerpo será el Templo definitivo. Cada cristiano es un templo y el Cuerpo de Cristo es el Templo. "Tomad, comed; esto es mi cuerpo" Mt.26,26.Por eso la Iglesia siempre ha interpretado que donde está el Cuerpo de Cristo (la Eucaristía) también es un Templo. Cristo es Dios y se adora Bendiciones
 
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Alfredo
13/03/2017
06:33 h
10
 
Estimado Ezequiel Job, como comprueba, en Efesios 3:17 la fe cristiana es inseparable del amor y de la esperanza. La fe cristiana es fe viva, acción de Dios. La fe muerta (fe sola) no es fe cristiana. La Eucaristía no es un mero recuerdo. La Eucaristía es la cena nupcial del Cordero. Cuando celebramos la Eucaristía renovamos nuestra alianza con Dios. El Nuevo Testamento no es solo un libro, es una acción de Dios. "La fe viene por el oir" Rom.3:17, depende quien nos predique.
 
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EZEQUIEL JOB
10/03/2017
15:46 h
9
 
Estimado Alfredo, la Biblia dice: "Efe 3:17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor," y "Gál 4:6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!". En 1Cor6:19 se refiere al corazón o espíritu en el cuerpo humano, por tanto el TEMPLO DE DIOS es el Cristiano. La "eucaristía" solo es recuerdo de la muerte del Señor por nuestros pecados, y del nuevo pacto (11Cor11:24).
 
Respondiendo a EZEQUIEL JOB

flash
05/03/2017
13:48 h
4
 
Ezequiel, es posible que el autor del articulo se refiera a los "diezmos". A mas milagros, más diezmos, y los diezmos, sólo se dan en la iglesia Saludos.
 
Respondiendo a flash

Alfredo
14/03/2017
07:32 h
11
 
Ezequiel Job, San Pablo cuando dice literalmente que nuestro "cuerpo" es templo del Espíritu Santo está enfatizando que para los cristianos la unidad entre cuerpo y espíritu es una realidad. Nuestro cuerpo muere, el espíritu no: pero nuestro cuerpo resucitará. Cuando Cristo dice "este es mi cuerpo" no dice "esto significa mi cuerpo". No podemos cambiar las palabras de la Biblia a nuestra conveniencia. La Eucaristía es el banquete del Cordero, no es un mero recuerdo
 
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flash
06/03/2017
01:22 h
6
 
San Pablo nos enseña que hay que ser generosos, primero con los hermanos en la fe, después los paganos.
 
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EZEQUIEL JOB
11/04/2016
00:58 h
1
 
Excelente, muy hermosas palabras, llenas de la doctrina bíblica que enseñaron los apóstoles y el Señor Jesús, pero no estoy de acuerdo que se las aplique desde el punto de vista de "la iglesia". No nos olvidemos que en el nuevo pacto el templo de Dios ya no es el edificio físico donde se reunían, sino que ahora el templo de Dios es el CORAZÓN DE CADA CRISTIANO (1Cor6;19), entonces ya no miremos con punto de vista de "iglesia" sino desde la conciencia de cada uno(Heb10:19-22)(1Ped2:19)(1Jn3:21-22
 
Respondiendo a EZEQUIEL JOB

Alfredo
09/03/2017
10:41 h
8
 
"No he venido para abolir la ley" Mt5:17 Pablo explica en Rom.7:6 que en el NT ya no es necesario obedecer la letra de la Ley, escrita en piedra o en papel, sino que obedecemos el espíritu de la ley , la ley escrita en nuestro corazón: "el amor ha sido derramado en nuestros corazones" Rom.5:5. Por eso dice Pablo en 1 Corintios 13:2 que la fe sola es posible, pero si no amamos en nada aprovecha. Es decir que la fe sola (fe muerta) no hace nada. Justifica la fe que obra por el amor, la fe viva.
 
Respondiendo a Alfredo

Norberto Amoroso
05/03/2017
22:42 h
5
 
Creo que hay muchos ricos que son pobres de corazón, y pobres que son ricos. Hablo con conocimiento de causa. Veo a ricos que no tienen ningún problema con ceder sus riquezas a los pobres, y a pobres que quieren acumular y acumular miseria para si mismos, creo que esta es una clase de riqueza también. Si bien no es monetaria, se llenan de cosas que no son legítimas y siguen en un status bajo. Gracias a la donación de muchos ricos, la iglesia es sustentada. ¿Es correcto mi razonamiento?
 
Respondiendo a Norberto Amoroso

flash
05/03/2017
13:47 h
3
 
Aquel que dice que no "ama" al dinero, que levante la mano. Jesucristo que conoce nuestros corazones, sabe de que pie cojeamos, porque nos advierte: "No se puede servir a dos señores". No olvidemos que los Padres de la Iglesia predicaban que "el dinero es el excremento del diablo". Saludos
 
Respondiendo a flash

Caleb
05/03/2017
12:24 h
2
 
¿ Es el diezmo una práctica válida para nuestro tiempo ? Yo no voy a responder a esa pregunta ( aunque tengo clara la respuesta ), pero siempre he dicho que así como el rostro es el espejo del alma; el bolsillo es el mejor reflejo del corazón. Y la Escritura dice: " donde este vuestro tesoro ( dinero ) allí estará también vuestro corazón". Y no olvidemos tampoco, que " nadie puede servir a dos señores" y el dinero es un poderoso señor. Así que a ser generosos, sobre todo con la obra de Dios.
 



 
 
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