El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
¡Cuánto se necesita en el mundo de cristianos impregnados de los valores bíblicos, de los valores del Reino!
Parece que los cristianos no tenemos la suficiente resistencia espiritual ante el consumo loco y desmedido que nos atrae en esas parcelas consumistas del mundo rico que se pueden dar incluso en el seno de los países más pobres.
La revelación de Cristo crucificado por los pecadores es escandalosamente incongruente con las concepciones humanas de justicia proporcional. Un artículo de Simon Jooste.
¿Es posible hablar de extender el reino de Dios sin el rey del reino y poner todo bajo su autoridad? Un artículo de Rupen Das.
La vida cristiana no consiste en conocer estos valores como doctrina que se almacena en nuestro cerebro, sino el asumirlos como valores que hay que poner en práctica en el mundo.
Preocupándonos por los demás expresamos el reino de Dios en el día a día.
Los valores del Reino no están solo para proclamarlos, sino para vivirlos e impregnar todas las capas sociales, culturales, económicas y políticas con ellos.
Dios va a reivindicar su perfecta justicia ante los ángeles y demonios, ante sus redimidos e incluso ante los impíos.
Lecturas espitualizantes de una categoría reiteradamente usada por Jesús, la de Reino de Dios, han despojado de su radicalidad la enseñanza de él acerca de la ciudadanía que encomendó vivir a sus discípulos.
Todo aquello que pensábamos que daría sentido a nuestra existencia puede, de la noche a la mañana, dejar de hacerlo.
Este Reino le pertenece a Él y llegará el momento cuando su construcción habrá terminado.
Entrar en el Reino es aceptar con Jesús que Dios se manifiesta en el mundo y que las cosas no son como eran.
Quizás, fuera de la utopía, estamos condenados a un materialismo más o menos burdo, al comamos y bebamos que mañana moriremos.
Cuando las pequeñas cosas marcan tanto, cuando lo minúsculo repercute y se amplifica de forma titánica, la descompensación es tan enorme entre lo uno y lo otro que verdaderamente aturde.
Hay mucha religiosidad popular expresada de una forma lo más estética posible, quizás con el olvido de toda ética y de los valores del Reino.
Creo en Jesucristo, ejemplo de estilo de vida, de prioridades y de acciones de servicio al prójimo necesitado. Él nos dejó con su vida, un ejemplo para el servicio.
Hablamos de la guerra espiritual y el poder de las tinieblas, pero ¿dónde está el triunfo de Jesús? Parece que depende de nosotros, que alguien pueda encontrar verdadera liberación.
Ahora más que nunca es el momento de conectarnos a lo que Dios está haciendo en Oriente Medio y el Norte de África, y de tomar parte en la batalla espiritual que se está librando.
El Reino de Dios está allí donde no se comparte sólo la Palabra, sino el pan.
¿Qué es la avaricia? Para San Pablo, no sólo bloquea la entrada al reino de Dios, sino que está también entre los vicios que descalifican para ocupar cualquier oficio en la iglesia.
Se nos olvida muy fácilmente que según el Nuevo Testamento los pecadores sexuales y los borrachos no son los únicos que “no heredarán el reino de Dios”.
El Reino de Dios se halla donde se reconoce al mesías como rey verdadero y se vive de acuerdo a sus enseñanzas.
La teología progresista a veces, ignorando el "todavía no" del reino, está en peligro de reducir el mensaje del reino a un simple programa de acción social.
A mediados del siglo XX los evangélicos, al romper con el fundamentalismo, se abrieron a las problemáticas sociales. Encontraron una fuerte luz bíblica en "el evangelio del reino".
Creo en comunidades redentoras, en el sentido más amplio de la palabra.
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