El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Sorprende que en este tiempo presente hayamos sustituido lo eterno de una religiosidad pasada por lo “interminable”.
Las alas no se heredan, se construyen con lágrimas, fe, tiempo, y coraje.
Gran parte de la felicidad de los humanos es saber poner en las manos del Señor nuestros tiempos.
Sobre la tierra se extiende una nube silenciosa que engloba un atronador silencio de muchos creyentes que siguen mirando solo al cielo en espera de recompensas.
Vivir por fe es una actitud contraria a todo lo que vemos y oímos hoy en día, que nos invita a cuantificarlo todo y a controlar nuestro propio destino.
No podemos ser cristianos mediatizados por esas sucias gafas que nos muestran los valores antibíblicos que impiden el seguimiento del Maestro.
La felicidad es ser conocida y amada por Aquel que lo dio todo por mí.
Observo al vecino borrachín de la puerta 4 que intenta introducir la llave en la cerradura, mientras se balancea de un lado para otro.
La recompensa a esa abnegación no la hemos de esperar en el agradecimiento ajeno; que a veces no llega, si no en saber que todo lo que hacemos por el bien de otros es mandamiento Divino.
El perdón es una decisión espiritual antes que emocional, es mirar a la la cruz y recordar cuánto hemos sido perdonados nosotros primero.
Tan solo hemos de sentarnos calladamente a sus pies y dejar que Él hable, optar por oír en vez de hablar, sumidos en la calidez de un encuentro con Dios.
Ámsterdam se convirtió en refugio para judíos que huían de la persecución ibérica, anabaptistas, luteranos y los que no eran bienvenidos en gran parte de Europa.
Hay momentos en los que Dios nos invita a disfrutar la dulzura de lo sembrado con fe.
Y el eco del amor que he volcado en mi vida, hoy regresa a mí con amor y me siento en paz.
Jesús no se dedicó a escribir normas éticas para que las estudiáramos, sino que su vida ya fue un gran libro lleno de ejemplos vivos para que los sigamos.
El fruto es reconocido por otros. Lo disfrutan y lo comparten los otros. No es alimento para la propia planta que lo produce.
Mientras estemos en este mundo, siempre tendremos esa tensión entre el modelo perfecto propuesto por el Señor y el punto en el cual nosotros nos encontramos, sea cual sea.
Caminar con Dios es aprender a mirar hacia atrás con gratitud, hacia arriba con esperanza, y hacia adelante con valentía.
No nos dejemos aplastar por los antivalores, por los contravalores bíblicos consumistas, insolidarios e injustos.
Dios está escribiendo una sinfonía donde incluso nuestras faltas, llegarán a ser acordes redimidos.
Acudamos cada día al gimnasio divino, inclinemos nuestros oídos a los consejos de Dios, deseemos beber de la fuente de agua viva y doblemos nuestras rodillas en oración.
Si Dios es amor y derrama su amor entre nosotros, el prójimo injustamente excluido también debe ser amado por nosotros, si es que queremos de verdad disfrutar de ese amor divino.
Hablaba de un lugar en el que cada primavera se producía algo muy especial, después del invierno.
La Revelación divina no nos fue dada para que especulemos sobre ella, sino para nuestra vida práctica.
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