Amnesia

A veces se me olvida que el olmo no puede dar peras, que el césped del vecino, en verdad, no es más verde, que Alicia no es real y menos aún el país de las maravillas.

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A veces se me olvida que vivimos en un mundo caído, que no hay bueno ni aún uno, que cada quien busca lo suyo; lo tuyo es mío y lo mío es mío y de nadie más.

A veces se me olvida que el vaso medio vacío no se puede ver medio lleno, que hay manchas que no desaparecen, ni el dolor muere porque mire hacia otro lado.

A veces se me olvida que estamos rotos, que nos faltan piezas esenciales, que el corazón de piedra no sabe ni puede amar. A veces se me olvida que no podemos dar lo que no tenemos, que no se puede hacer ver al ciego, ni al insensible sentir.

A veces se me olvida que el ser humano puede ser el peor animal, que puede inspirar terror y espanto, que sus manos pueden acariciar y pueden matar.

A veces se me olvida que hablando no se entiende la gente, que a las palabras no se las lleva el viento y en realidad no es la intención lo que cuenta, sino la acción.

A veces se me olvida de qué estamos hechos, que somos barro y que el barro solo puede enlodar, que la vasija reclama al alfarero que quiere ser vaso de alabastro, que quiere convertirse en algo que, en realidad, no puede alcanzar.

A veces se me olvidan las paradojas recurrentes, que hay fuentes de las que sale agua dulce y salada a la vez, que se hace lo que no se quiere hacer y lo que se quiere hacer no se hace, que una ley maldita domina la carne.

A veces se me olvida que lo que para unos es bonito, para otros un horror, que a algunos el sol los hace más blancos y blandos y a otros más duros y oscuros.

A veces se me olvida que no es oro todo lo que reluce y que las apariencias engañan, que hay sepulcros blanqueados habitados de huesos secos, manos rotas, piernas paralizadas.

A veces se me olvida que el árbol torcido difícilmente se enderezará, que los camellos no pueden pasar el ojo de una aguja, que las uvas agrias no pueden endulzar.

A veces se me olvida que me olvido, que si te he visto no me acuerdo, que lo olvidado no es agradecido ni pagado, que el olvido nos condena a repetir la historia y tropezar con la misma piedra. A veces se me olvida que tenemos que recordarnos las mismas cosas para no caer en el olvido, en el descuido.

A veces se me olvida que el amor de muchos se ha enfriado, que perdieron el primer amor, que miraron hacia atrás, que desearon más las cebollas que la libertad, que la sabiduría clama en las calles y que nadie la escuchará.

A veces se me olvida que para muchos el amor es locura y la bondad una debilidad.

A veces se me olvida el propósito de la vida, y mancho mis pies del polvo del camino y doy paso al despropósito. A veces se me olvida que soy un recipiente y solo debería estar lleno de ternura y de amor.

A veces se me olvida que no es de todos la fe, que la ceguera es una elección que no todos pueden ver, que la empatía es un bien escaso.

A veces se me olvida que tenemos una visión sesgada y solo vemos lo que queremos, que no hay más ciego que el que no quiere ver. A veces se me olvida que llevamos una viga en el ojo propio que no vemos, pero gozamos de muy buena visión para ver la pajita del ajeno.

A veces se me olvida cuan olvidadizos somos.

Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. - Is 43:25

Volverás a tener compasión de nosotros. ¡Aplastarás nuestros pecados bajo tus pies y los arrojarás a las profundidades del océano! - Mi 7:19 NTV

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. - 1 Jn 1:9

Me acordaré de las obras del Señor; sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas. – Sal 77:11

Que todo lo que soy alabe al SEÑOR; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí. - Sal 103:2 NTV

Mati Sanchiz Rodríguez

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