El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El egocentrismo nos lleva a olvidarnos de las necesidades del prójimo que, igual que nosotros, precisan el bien.
El ateísmo niega todo lo que el cristianismo afirma.
Unamuno quiere definirse como persona única y al mismo tiempo conmover a la sociedad para que conceda mayor cabida a la vida del espíritu y a su desarrollo.
El concepto agonizante del cristianismo, Unamuno lo extiende a su patria, España: “La agonía de mi patria, que se muere, ha removido en mi alma la agonía del cristianismo. Siento la agonía del Cristo español, del Cristo agonizante”.
Tal sentimiento trágico hace su aparición desde el momento que nos interrogamos sobre el sentido de la vida, su origen, finalidad y justificación.
La broma inocente, la broma pura, es un juego de la inteligencia.
Una compilación de todos los versículos de la Biblia en los que se habla de ese tema tan tabú en nuestras iglesias: el sexo.
El cuento es una de las formas más antigua de la transmisión oral y de la literatura. Pilar Olmedo con dos deliciosas narraciones para los pequeños.
Por ser Palabra de Dios los Salmos tienen un contenido espiritual de tal magnitud que enriquecen la vida del creyente.
De El Cristo de Velázquez dijo esto el filósofo Julián Marías: “Unamuno estuvo lleno de auténtico espíritu religioso y cristiano”.
Unamuno, ya doctorado en Letras, fue profesor de lengua latina, luego estaba suficientemente capacitado para la tarea que le llevó a actualizar el drama griego.
Quiero escoger dos términos clave: fe y palabra. Porque creo que se trata de dos conceptos recíprocos e indisociables. La fe nunca puede ir sola sin la palabra.
“Unamuno y Don Juan frente a frente, hechos los dos, figuras del teatro, lucha cada uno para apoderarse del otro”.
Me gusta hablar con Dios mientras conduzco. Últimamente, no sé por qué, nos faltan palabras en nuestras conversaciones.
Unamuno siempre demostró especial debilidad o interés por la historia bíblica de Caín y Abel. Los dos hermanos están presentes en muchos de sus libros.
Las palabras no deben ser banalizadas, tampoco usarse para vandalizar, sino puentes para ensanchar la vida comunitaria.
En una crítica de la época se puede leer: “Otro conflicto de personalidad, la lucha del hombre con el personaje, en que éste acaba por matar a aquél”.
Una de las críticas de esta obra señaló que “el drama de don Miguel es hondo y amargo”. “Tratarlo como él lo ha tratado acusa valentía y rectitud de conciencia”.
Escribió Unamuno que “cada día renacemos enterrando al de la víspera”. “¡Cuántos hemos sido!”.
Unamuno plantea en esta obra uno de los temas que le son conocidos y queridos: la inmortalidad.
Unamuno tenía un sumo interés en la representación teatral de esta obra.
Unamuno escribe desde una situación en la que el hombre está siempre entre líneas.
Desde que nos invadió el coronavirus en marzo hemos estado recibiendo noticias contradictorias sobre las relaciones de parejas.
Es una pieza extraña en el teatro de Unamuno, pero no peca de torpe ni de indolente.
Siempre la muerte en la obra de Unamuno. Para él, en la vida no caben paños calientes. Dios, la fe, la razón, el más allá, la muerte.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.