Esperando el “avivamiento” que nunca llega

Muchos creyentes pasan la mayor parte de su vida esperando un avivamiento espiritual que nunca llega. Sé lo que digo porque ya hace mucho que pasamos por ahí y lo hemos visto una y otra vez, en unos y en otros. El asunto es que mientras pasamos parte de la vida esperando el deseado avivamiento, perdemos la oportunidad de vivir la vida cristiana tal y cómo se nos indica en las páginas de nuestra Biblia, principalmente en el Nuevo Testamento. Además de perder el privilegio de vivir la vida cristiana aquí y ahora, caemos en la idea de ser creyentes de segunda y de tercera categoría porque, comparados con aquellos sobre los cuales hemos leído y nos han contado de lo ocurrido aquí o allá, pareciera que somos unos “pobrecitos” que todavía no hemos llegado a ese “nivel” en el cual podemos agradar a Dios. Como consecuencia, hay cierto grado de frustración en gran parte del pueblo de Dios.

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Sin embargo, me permito decir que si bien podría darse un tiempo en el cual podríamos conocer un gran avivamiento espiritual, como nunca lo hemos conocido en España, no por eso tenemos que estar dependiendo de que llegue para vivir el día a día, la vida a la cual hemos sido llamados por el Señor; ¡y mucho menos, sentirnos frustrados porque no lo hayamos conocido! 

Claro que “en la viña” hay de todo, y que la Iglesia no es perfecta; pero no todo es igual y que yo sepa hay muchísimos creyentes, buenos, sinceros, fieles y obedientes que viven el día a día la vida cristiana, amando, sirviendo y gozando de los privilegios que el Señor nos ha dado, y atendiendo numerosas y variadas obras en las cuales Dios se manifiesta a través del amor, el servicio y en la transformación de vidas por medio del poderoso evangelio de Jesucristo. Al menos lo vemos en lo más cerca que tenemos que es nuestra provincia. Aquí, dos centros de rehabilitación han estado funcionando; uno, por casi cuarenta años, otro por  casi treinta. Han sido decenas y decenas de hombres que han conocido la liberación de las drogas y la restauración de sus vidas, incluidas algunas de sus familias. Por otra parte, se han fundando algunas asociaciones con carácter de ayuda social a los necesitados con alimentación, ropa y toda otra serie de servicios para inmigrantes. Una hermana china –pastora de la comunidad china de nuestra ciudad-  tenía un restaurante y, se sintió dirigida por el Señor a cerrarlo para usar su local como comedor para indigentes. Las visitas a los hospitales y a la Prisión Provincial son atendidas desde hace más de 40 años. Centenares de hombres y mujeres han sido transformados por el poder de Dios, y otros tantos, han encontrado la paz en sus propias camas, horas antes de partir con el Señor, cuando su destino eterno era de absoluta incertidumbre para ellos. Por otra parte, otros tantos de hombres y mujeres han conocido la verdadera libertad en Cristo Jesús, en su condición de presos. El Proyecto Rescate es otro ministerio dedicado por unos ocho años ya, al rescate de mujeres que están en manos de los que las tienen esclavizadas como negocio sexual. Y por último –aunque no menos en importancia- el ministerio de la Capellanía en la Base Militar de Cerro Muriano de Córdoba, ya lleva 7 años que está siendo atendido.

Y cada uno de estos ministerios no funciona con una o dos personas, sino con un equipo de hermanos y hermanas de entre todas las iglesias de la provincia. Algunos se han dejado media vida en dichos trabajos. ¡Y hasta la salud, alguno de ellos! Todo eso sin contar el beneficio llevado a aquellos hombres y mujeres que han sido rescatados de una vida de pecado, perdida y sin sentido, por medio de la predicación del Evangelio de Jesucristo. 

Es una lucha diaria, una guerra; a veces muy dura, pero en medio de la cual el Señor da la victoria. Y estamos convencidos de que en muchas partes de nuestro país el pueblo cristiano-evangélico no está perdiendo el tiempo, sino trabajando de forma seria y dura en lo que sabe que hemos sido llamados. Claro que hay mucho para criticar en el “pueblo evangélico”. Pero antes de ponerte a criticar a “los evangélicos” será mejor que tengas tras de ti un testimonio de trabajo en favor del Evangelio traducido en ayuda y servicio al prójimo; porque de otra manera, tus críticas no pasarán de ser un mero bla, bla, bla.

¿Que “necesitamos un avivamiento”? Pues seguramente; pero reconozcamos que aquellos grandes avivamientos del pasado, que tuvieron lugar en algunos lugares, se produjeron, no tanto por los esfuerzos humanos, sino por la soberanía de Dios, que los produjo en el tiempo oportuno y por medio de las personas que él eligió. Y con todo y con eso, no todo lo que sucedió en esos “avivamientos” fue la obra del Espíritu Santo. Pero el resultado de una “espera” interminable, lo que trae, en parte, es desánimo, cuando no, frustración; y se pierde mucho tiempo en “esperar” cuando hay tanto trabajo que realizar. Mas todavía, el “esperar” a que llegue el avivamiento podría ser, en muchos casos, una excusa para no hacer lo que debemos, aquí y ahora.   

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Eso mismo lo hemos visto a lo largo de los años; creyentes que iban de un lado para otro porque habían oído que “allá se está moviendo el Señor de forma especial. ¡Y yo quiero formar parte de eso!”, decían.  Bueno, con el tiempo y después de la experiencia vivida algunos encontrarían una mejor compresión del asunto y la estabilidad que necesitaban; y no tanto por el avivamiento que visitaron, sino por poner la mirada donde debían. Otros, sin embargo, acabaron bastante desanimados, por decirlo de forma suave. 

Entonces, lo que mejor podemos hacer es convencernos de que más que vivir de “sueños espirituales” y de “esperas” interminables, hemos de enfrentar el día a día, con la gracia y el poder de Dios que él ha dispuesto para cada uno de sus hijos e hijas. No hay otra forma mejor. Eso, para ti y para mí es “avivamiento”, aunque otros digan que no. Luego, si Dios quisiera hacer algo más, a él no hay quién lo detenga. Lo mejor, en todo caso, es que no nos pille desprevenidos, sino trabajando en aquello a lo cual hemos sido llamados y, en todo caso, dispuestos, disponibles y preparados, por si acaso viniera algo más de carácter “especial”, pero sin depender exclusivamente de ello.