El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Las alegres damas le requebraban de tal forma, con tal ahínco, que Don Quijote, encendido y algo furioso, estalló con un latinazo seguido de una aclaración en idioma de La Mancha: “¡Fugite, partes adversaes! Dejádme en mi sosiego, pensamientos mal venidos.
Entre los dioses del Olimpo, Hera estaba considerada como celosa, vengativa y agresiva.
Si tomáramos por verdad aquella frase del literato y periodista francés León Daudet, quien no puede soportar la burla no tiene calidad suficiente, habría que concluir que Don Quijote estaba hecho de la más extraordinaria calidad que imaginarse pueda, porque del héroe caballeresco se burlaban hombres y mujeres, duques y vasallos, encumbrados y ruines.
La leyenda incorpora a su biografía multitud de funciones importantes y lo considera como una de las doce principales deidades del Olimpo, añadiendo que dioses y mortales por igual acudían a él en momentos críticos de necesidad.
¿Qué buscaba Don Quijote en Barcelona? ¿Con qué propósito desvió Cervantes a su criatura de otros caminos y lo condujo hasta la capital de Cataluña?
La Alianza de Escritores y Comunicadores Evangélicos se zambulle en la historia en su próximo encuentro nacional, explorando los vínculos que unen, a través de las letras, a Teresa de Ávila con nuestro presente.
Estos extraños dioses no sabían o no querían saber nada de sentimientos nobles ni de perdón. Sin haber leído a Moisés practicaban el ojo por ojo, diente por diente.
Don Quijote y Sancho llegaron a las playas de Barcelona “la víspera de San Juan, en la noche”. Originarios de las tierras secas de La Mancha, ni caballero ni escudero habían visto jamás el mar.
Muchos pueblos indoeuropeos tienen una figura divina que más o menos corresponde a Zeus, como Dyaus en India, Júpiter en Italia o Tiwar entre los germánicos.
Don Quijote, para ridiculizar a Avellaneda, no entraría a Zaragoza. Lo dice a sus anfitriones: “Por el mismo caso no pondré los pies en Zaragoza, y así sacaré a la plaza del mundo la mentira de este historiador moderno, y echarán de ver las gentes cómo no soy el Don Quijote que él dice”.
Dijo Cervantes que si los celos son señales de amor, es como la calentura en el hombre enfermo, que el tenerla es señal de tener vida, pero vida enferma y mal dispuesta.
A principios del siglo XVII, cuando la novela irrumpe en el panorama literario español, el reino de Aragón tenía unos 300.000 habitantes, de los que 25.000 vivían en la capital, Zaragoza. Barcelona contaba con 35.000 almas.
El amor. Siempre el amor, incluso en vidas turbulentas y en horas de angustia, como la que tocó vivir a Electra.
Me propongo publicar algunos artículos tomando como guía sólo la segunda parte de la novela, cuando el inmortal caballero Don Quijote cruza tierras de Castilla y Aragón camino de Barcelona acompañado por su fiel escudero Sancho.
En Atenea se da el bien y el mal; la nobleza y la venganza; la protección y la destrucción; la misericordia y el crimen.
Jesús llama al rey Herodes “zorra”. La zorra es símbolo de astucia. El ideal no se deja engañar por nadie. Jesús indica que su vida tiene un plan definido y no está dispuesto a detenerse.
Todos los grandes maestros de la literatura universal han escrito millones de palabras para ilustrarnos sobre la estrecha relación que existe entre el amor y la muerte.
El gran comunicador de la España protestante contemporánea, pionero de la radio evangélica, acoge a Global.Radio; radio online creada por una plataforma de las principales radios españolas evangélicas.
Moisés estaba sostenido por su ideal en lo que parecía imposible. La epístola a los Hebreos resume su epopeya en estas palabras: “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible” (Hebreos 11:27). ¿Cómo puede verse lo invisible?
Una máxima árabe dice: “demuestra a tu padre cuánto lo amas, no esperes a que muera”. Así fue el amor de Eneas hacia el padre que lo engendró.
El idealista ha de ser fiel a su ideal hasta las últimas consecuencias del tiempo. Éste es, también, el consejo de la Escritura: “Se fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10).
Confundir amor con sexo es una de las grandes tragedias que está padeciendo este siglo XXI.
El ideal rompe las barreras del miedo y de la duda y se mantiene firme a pesar de las dificultades que se le opongan. Así lo concibe Don Quijote.
Oscura en su misteriosa grandeza, la figura de Prometeo ha sido admirada a través de los siglos y ha inspirado a músicos, dramaturgos y poetas tales como Dante, Milton, Byron, Goethe y otros muchos.
El ideal, para que tenga fuerza de Dios, para que sea agente transformador de corazones y regenerador de conciencias, ha de contar con la estrella, con la gloria.
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