El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Este es un libro pequeño, sintético y original, que contiene un excelente resumen de las concepciones calvinianas que estuvieron, en parte, en el origen de la Reforma Protestante.
El poeta acopia los tiempos buenos del vino y traza un periplo por las estaciones del Libro Sagrado.
La unidad de la salvación, de la redención, la unidad de la Escritura, de la Palabra, es fundamental. Nunca dos pueblos con promesas distintas y distintas redenciones.
¿Se encuentra en el origen de los derechos del hombre el protestantismo de estricta confesión?
La tradición monarcómaca calvinista va a unir, casi desde el primer momento, dos conceptos distintos: libertad de conciencia y derecho de resistencia.
Lo importante de la ley, dice Calvino, no es tanto su contenido, ya que este varía según las circunstancias históricas, sino que sirva a los objetivos políticos queridos por Dios, es decir, a fines buenos y verdaderos.
Vamos a destacar la complejidad del pensamiento del teólogo Calvino, y a valorar como valiosas las tensiones y dilemas irresolubles que encontramos en su obra.
Calvino acusa al Papa de ser el Anticristo a causa de su “tiranía”, “la destrucción de la verdad”, “la corrupción de la adoración a Dios”, “el quebrantamiento de sus ordenanzas” y “la dispersión del orden de su Iglesia”.
El teólogo Bernard Coster nos presenta las “columnas teológicas” que sustentaron la Reforma, y analiza si las mismas siguen teniendo validez y sentido para la iglesia en la actualidad.
Veamos cinco puntos en los que difieren estas dos grandes escuelas de interpretación doctrinal.
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