Calvino acusa al Papa de ser el Anticristo a causa de su “tiranía”, “la destrucción de la verdad”, “la corrupción de la adoración a Dios”, “el quebrantamiento de sus ordenanzas” y “la dispersión del orden de su Iglesia”.
A lo largo de los siglos el Papado siempre ha tenido sus críticos. No obstante, es justo decir, que fue la Reforma Protestante del siglo XVI la que desencadenó la disputa más completa y masiva contra el Papado, aunando esfuerzos para mover los hilos institucionales, morales, históricos, doctrinales y bíblicos con el fin de llevar a cabo la misma.
La crítica protestante alcanzó su auge con la identificación del Papa como el Anticristo. Según el Nuevo Testamento el Anticristo es alguien que está contra Cristo y su iglesia al querer ocupar su lugar y destruir su obra (p.e. 2 Tesalonicenses 2). Para los cristianos el Anticristo es el enemigo por excelencia. Esta ecuación agitó las emociones religiosas más que otros sutiles argumentos teológicos.
La Reforma Protestante no fue el primer movimiento que se refirió al Papa como el Anticristo. Hubo una sólida tradición europea medieval -desde los valdenses a Wycliffe y hasta los husitas- que denunciaron también al Papa de una manera tan radical. Esta es la razón por la cual en un reciente diálogo entre luteranos y católico romanos celebrado en los Estados Unidos se reconoce este hecho: “Al llamar al papa el ‘anticristo’ los primeros luteranos se interpusieron en una tradición que se remontaba al siglo XI. No únicamente los disidentes y los herejes sino también los santos habían llamado al obispo de Roma el ‘anticristo’ cuando querían castigar su abuso de poder”.i Inclusive en este caso los reformadores no fueron necesariamente innovadores sino que se basaron en líneas de pensamiento previas bien documentadas por la historia de la Iglesia. Así es como Juan Calvino argumentó su caso contra el Papado.
El reformador francés Juan Calvino negoció con los representantes católico romanos diversas veces y de diferentes formas.ii Su principal obra, Institutes of the Christian Religion [La Institución de la Religión Cristiana] (primera edición: 1536) contiene frecuentes interacciones con las doctrinas y prácticas católico romanas. En la misma Calvino desarrolla su argumento de que el Papa es el Anticristo (Institución IV,7,25). El Papa histórico que Calvino tenía en mente era Pablo III (1534-1549), pero su crítica nunca se centra en su persona sino más bien en la institución papal.
Después de subrayar el hecho de que el Anticristo establece su tiranía en contraposición al reino espiritual de Cristo, Calvino escribe que el Anticristo “no suprime el nombre de Cristo o la Iglesia, sino que utiliza el nombre de Cristo como pretexto y está al acecho bajo el nombre de Cristo como bajo una máscara”, robando a Dios su honor. Esto es, para él, una clara imagen del Papa y por consiguiente, concluye diciendo que “es cierto que el Romano Pontífice ha transferido impúdicamente a sí mismo las propiedades más peculiares de Dios y de Cristo y por tanto no puede haber duda alguna de que es el líder y el abanderado de un reino impío y abominable”. Calvino no habla de ningún papa histórico en particular sino que se refiere al papa como el representante de la institución del Papado.
Un Antídoto contra el Papado
El principal análisis crítico de Calvino del Papado se halla en dos obras en particular. En 1543 la facultad teológica de la Sorbona publicó veinticinco artículos que los candidatos a permanecer fieles a la Iglesia Católica tenían que suscribir como una especie de juramento. Al año siguiente, Calvino escribió una refutación de este resumen de la doctrina católica en su Articuli a facultate sacrae theologiae parisiensi [Artículos de la Facultad de Teología en París] citando cada artículo y proporcionando una revisión crítica, es decir, un “antídoto”.iii El artículo XXIII trata de la primacía de la Sede de Roma y ensaya las pruebas católicas para la misma.
En respuesta, Calvino arguye que si bien las Escrituras hablan a menudo de Cristo como la cabeza de la Iglesia, nunca lo hacen en lo que concierne al Papa.iv La unidad de la Iglesia está fundamentada en un Dios, una fe y un bautismo (Efesios 4:4), pero no hay ninguna mención a la necesidad de un Papa para que la Iglesia sea la Iglesia. Por otra parte, en la enumeración de los ministerios y cargos de la Iglesia, Pablo no dice nada acerca de un presente o futuro Papado. Pedro fue un condiscípulo de Pablo, no su líder (similar a un papa). El Obispo Universal de la Iglesia es Cristo únicamente.
A esta evidencia bíblica de la jefatura de Cristo, Calvino agrega una referencia histórica a algunos escritos patrísticos que respaldan el mismo punto de vista del Nuevo Testamento. Incluso Cipriano de Cartago, a quien se considera frecuentemente un Padre de la Iglesia que favoreció una forma temprana de Papado, llama al obispo de Roma “hermano, compañero cristiano y colega en el episcopado”, demostrando así que no tenía en perspectiva la clase de primacía que más tarde se atribuyó al Papa. Estos tipos de argumentaciones patrísticas y bíblicas pueden hallarse en otro gigante de la Reforma Protestante del siglo XVI, a saber, Peter Martyr Vermigli (1499-1562), especialmente en su Trattato della vera chiesa e della necesità di viver in essa [Tratado de la verdadera iglesia y la necesidad de vivir en ella] de 1542.v Todos ellos parecen ser los tratamientos estándar controvertidos de la Reforma magisterial.
Lo Erróneo del Papado
Volviendo a Calvino, otra de sus obras en la que se ocupa del Papado fue escrita en 1549. Cuando Carlos intentó encontrar una solución de compromiso con el “Provisional Augsbug”, Bucer y Bullinger instaron a Calvino a responder. Entonces escribió el tratado Vera Christianae pacificationis et Ecclesiae reformandae ratio [La pacificación de la verdadera Iglesia Cristiana debe ser reformada] en el cual describe las doctrinas que deben defenderse, incluida la de la justificación por la fe. Al exponer la doctrina de la Iglesia, Calvino dedica una sección al Papado.
Critica la lectura estándar católica de Juan 21, un texto del Nuevo Testamento que está considerado como uno de los cimientos bíblicos del cargo papal. Al comentar este pasaje, Calvino constata que el mandato triple a Pedro de pastorear a las ovejas debe relacionarse con la triple negación de Jesús por parte de Pedro. Este cometido no es exclusivo puesto que Pedro impulsa a los ancianos a hacer lo mismo (1 Pedro 5:2). Además, según Calvino el Papado queda totalmente invalidado porque en el Nuevo Testamento no hay ningún mandato dado a Pedro para encontrar sucesores en un sentido jurídico. Para conservar la unidad de la Iglesia, Cristo es todo lo que necesitamos.
Calvino comenta después sobre la elección de Roma como la localidad preferida para la Sede del Papa. “Por qué Roma” pregunta Calvino. En sus cartas a los romanos, Pablo menciona muchos nombres individuales, pero Pedro no está en la lista. Incluso si Pedro hubiera ido más adelante a Roma, ¿por qué fue la ciudad seleccionada como el lugar central y especial para los futuros papas? ¿Por qué no Jerusalén? ¿O Antioquía? No obstante, Calvino no aborda la importancia histórica y política de Roma como las razones para el emplazamiento del Papado.
Por último, Calvino acusa una vez más al Papa de ser el Anticristo a causa de su “tiranía”, “la destrucción de la verdad”, “la corrupción de la adoración a Dios”, “el quebrantamiento de sus ordenanzas” y “la dispersión del orden de su Iglesia”. Aquí podemos ver muchas similitudes con Lutero, con la excepción de que Calvino usa un tono apocalíptico no tan fuerte y es menos evidente que el del reformador alemán. Más que en inquietudes escatológicas apasionadas, Calvino se apoya en argumentos teológicos lúcidos y bíblicos en sus esfuerzos por enfrentarse al Papado.
Notas:
Este texto es un compendio de mi próximo libro, A Christian’s Pocket Guide to the Papacy [Guía de Bolsillo del Papado para los Cristianos] (Fearn: Christian Focus Publications, 2015).
i “Differing Attitudes Toward Papal Primacy” (1973) [Diferentes Actitudes hacia la Primacía Papal]. Se puede acceder al texto por http://www.usccb.org/beliefs-and-teachings/ecumenical-and-interreligious/ecumenical/lutheran/attitudes-papal-primacy.cfm y es un útil resumen de los principales temas polémicos sobre el Papado entre los luteranos y los católico romanos de hoy en día.
ii Sobre las opiniones de Calvino acerca de Roma, tal como se presentan en diversos escritos, ver M. Stolk, Calvin and Rome [Calvino y Roma] en H.J. Selderjuis (ed.), The Calvin Handbook [La Guía de Calvino] (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2009, pp. 104-112.
iii Esta palabra “antídoto” volvería en las refutaciones de Calvino de los Hechos del Concilio de Trento. Ver su Acta synodi Tridentinae cum Antidoto [Sínodo Trento con Antídoto] (1547)
iv Ver también Institutes [Institución] IV,6-7 de Calvino.
v Ver mi artículo “Separazione e riforma della Chiesa ne ‘Il Trattato della vera Chiesa e della necesita di viver in essa’” [“La separación y la reforma de la Iglesia, ‘El Tratado de la verdadera Iglesia y la necesidad de vivir en ella’”]. A. Oliveri y P Bolognesi (edd. Pietro Martire Vermigli 1499-1562). Humanista, Reformador y Pastor (Roma: Herder, 2003) pp. 225-232.
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