Lisney Sánchez Calviño de tan solo 24 años, está casada, tiene dos hijos y espera el tercero para agosto. A pesar de su avanzado estado de gestación viajó a Puerto Rico en la segunda quincena de mayo y ministró sin descanso durante dos semanas. “Yo estaba segura de que era el tiempo de visitar Puerto Rico pero mi esposo decía que para qué iba a solicitar la visa (en la embajada de Estados Unidos) si no me iban a dejar viajar. Ya hace unos meses me habían pedido la autorización de un médico para abordar el avión a Honduras, pero esta vez fue como si me hubiera vuelto invisible, nadie preguntó ni objetó nada”, relató Lisney a Protestante Digital.
La joven evangelista tuvo una infancia difícil, experimentó rechazo y tristeza. Su abuela la llevaba a una iglesia cristiana pero llegó a la adolescencia sin haber tenido un encuentro personal con Jesús y se dejó arrastrar por la rebeldía, involucrándose en cosas que trajeron más dolor a su corazón. Embarazada de su primer hijo a los 18 años, los médicos le dieron la noticia de que el bebé tenía serios problemas, ante lo cual le aconsejaron abortar. Sus amistades la animaron a aceptar el diagnóstico y la salida propuesta, pero
Lisney clamó a Dios y se aferró al Señor sin importarle que nadie más estuviera a su lado. Como resultado, su hijo nació completamente sano y ella recibió la seguridad de parte de Dios de que iba a usarla para impactar Cuba y las naciones.
“Nadie creía en mí al comienzo, pero con el apoyo de mi esposo (a quien conocí cuando me entregué al Señor) seguí adelante, comencé a predicar en diferentes iglesias y a organizar campañas donde Dios obraba milagros”. Desde un comienzo tuvo claro que no debía destacar su persona como evangelista sino crear una estructura ministerial, con un fuerte equipo de intercesión. Así nació “A Dios sea la Gloria”, ministerio con el que recorre la isla y llega a lugares donde previamente se ha organizado un encuentro y donde los pastores locales se comprometen a dar seguimiento a las personas que reciban a Jesús, mediante visitas, discipulado e integración a una iglesia.
AVIVAMIENTO
Muchos hablan de avivamiento al referirse a lo que está sucediendo en Cuba. Lo cierto es que en los videos disponibles en Youtube se ven sillas de ruedas plegadas, personas en el suelo, otras danzando. La iglesia que pastorea junto a su esposo Juan Font en Holguin, se reúne en un templo que comenzaron a construir hace un año. Aún no tiene techo ni instalaciones sanitarias. “Eso limita la asistencia de personas mayores”, señaló con pesar la joven.
La visión de este joven matrimonio de ministros ordenados es levantar un Centro de Avivamiento para recibir a las personas de toda la isla que llegan buscando ayuda espiritual. La única sala del edificio que ya está terminada y decorada es la de oración, donde cada noche se reúne un equipo de intercesores para orar por las peticiones recibidas durante el día en el contestador de un teléfono al que llaman no sólo desde distintos puntos de Cuba sino también desde otros países. “Hay mucho sufrimiento, atendemos pedidos de oración de reclusos, también entran llamadas de pastores y líderes que no pueden confiar su situación a nadie de su entorno”, dijo.
NUEVA GENERACIÓN
La iglesia reune mayormente a gente joven. “Nos enfocamos en la juventud, queremos mostrarles que ellos son útiles, y evitarles que pasen por muchas cosas negativas en sus vidas. Nos esforzamos en educarlos, prepararlos para el matrimonio”, aseguró la joven pastora y evangelista. La preocupación por el vínculo matrimonial ha llevado a organizar un ministerio enfocado en la sanidad de matrimonios disfuncionales y apoyo para la educación de los hijos. Esta comunidad de fe cuenta también con escuela dominical por edades, grupos pequeños que se reúnen durante la semana (“Ramas del Reino”) en diferentes localidades, y escuela de formación de líderes. “Algunos de los líderes son más jóvenes que nosotros”, recalcó Lisney. Es sorprendente, pero en el marco de lo que está sucediendo a nivel espiritual en la isla, muy creíble.
Lisney y su esposo han organizado muy bien la atención de los nuevos convertidos. “Creemos que es muy importante que reciban una visita entre 24 y 48 horas después de haber aceptado a Jesús. Luego se les entrega literatura y pasan a una fase de discipulado hasta llegar al bautismo. Siempre hay personas nuevas en nuestras reuniones; el equipo de evangelismo sale cada quince días a visitar las casas e invitar a las personas. Y siempre oramos por eso!”, dijo la joven.
Conversar con ella es escuchar historias sorprendentes de un obrar de Dios de forma sobrenatural. Todo esto ocurre en un templo sin techo, donde cada noche deben desarmar las instalaciones de sonido y guardar los bancos, o en alguna de las campañas al aire libre, a la luz de las estrellas.
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