El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La iglesia puede convertirse en un lugar de paso al que vamos con un sentido estrictamente personal y egoísta.
Me resulta eficaz la amistad que me une a Dios, y no quiero que se entienda que le trato como si fuese un talismán. Hablo de confianza.
Según actúen los que ejercen el poder, así reaccionarán los subordinados. Mejor ser prudentes para lograr armonía. Sobre unos y otros está la autoridad del Señor.
Cuando la necesidad ajena acecha, no hay peor sordo que el que no quiere oír, ni más ciego que el que no quiere ver, ni corazón más duro que el que no quiere amar.
Hemos adiestrado nuestra mente convenciéndola de que lo mejor es recibir y nos hemos acostumbrado a ese sentimiento. Exigir de los otros.
25 de noviembre, Día internacional de eliminación de la violencia contra las mujeres.
¿No somos todos un poco como Felipe y Andrés, según se nos presentan las circunstancias? Vemos la realidad que nos nubla, no el prodigio que puede suceder.
¿Hacemos mal defendiendo lo bueno? No, aunque sí puede dolernos.
Fueron muchos los que, al escucharla, entusiasmados quisieron tomar ejemplo y refinar sus dones para sí y los suyos.
Jesús es bueno, cumple con su misión. Se entrega generosamente por los suyos. No es un pastor asalariado que trabaja para el dueño del rebaño. No abusa. Sí reparte ternura y amor, conoce a cada oveja en lo más íntimo.
Ha dejado una huella imposible de borrar y gratos recuerdos anclados en nuestra memoria.
Es Señor justo, por eso las ofrendas de los poderosos no tienen valor, como tampoco la tienen la de los pobres. Para el Señor somos todos iguales.
Mientras estamos en la iglesia, nos familiarizamos en muchos aspectos: el lenguaje, la estética, los modales. Nos reconocemos. Es en la calle cuando podemos convertirnos en desconocidos.
La vida es muy complicada. Somos amigos de los favores y más cuando nos convencemos de que los necesitamos con urgencia.
Todos precisamos del Señor, no con supercherías o como si fuese un talismán de la buena suerte, sino con verdadera fe en su persona.
A Carmen todo aquello le aburría. Ojalá su amiga no se demorase. Quería marcharse ya.
El que escribe, escriba. El que lee, lea. Ambos se fortalezcan.
Dos se hacen uno. La relación entre ellos se fortalece. Las vivencias se comparten de manera íntima. Se acrecienta la amistad.
Si el fin del mundo está cerca, lo mejor es detenerse, aguardar. ¿No es así cómo interpretan algunos cualquier señal del fin?
Hasta que a Ana le llegó la alegría de ser madre, había llorado mucho su tristeza. Tras el llanto de un corazón enlutado, renació la alegría y el saber proclamar las bondades del Señor.
Necesitamos que se comporten bien con nosotros, y sabemos que debemos ser así con los demás. Cualquier persona merece recibir lo bueno.
Estos que se empecinan en obligar a los demás a someterse con toda humildad, espantan a la gente por la tufarada que exhalan.
Con nuestros malestares anochecieron sus días. Con simples besos se sintieron agradecidas. Nos han querido como a nadie más en el mundo.
Practiquemos la paciencia por mucho que nos cueste y esperemos en él. Vivamos con libertad sin que nadie logre herirnos con sus falsos testimonios.
Pidamos perdón al Señor por todo lo que hacemos mal, del poco cuidado que tenemos con la gran misión que se nos ha encomendado. Todos nuestros actos, buenos o malos, repercuten en la Tierra.
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