Reponedores de autoestima

Muy seguido menospreciamos el poder de una caricia, de una sonrisa, de una palabra amable, de un oído que escucha, de un elogio honesto, o el acto más pequeño de interés, todos estos tienen el potencial de transformar completamente una vida. Leo Buscaglia.

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¿No es hermoso estar entre personas altamente sensibles que saben cómo regalarte su cariño? Nos animan, nos refuerzan los valores. Su respuesta amable es una caricia. Sus oídos son como una gran caracola capaz de absorber todo el sonido del océano. Su sonrisa, además de alegrarles el rostro, embellece el nuestro. Sus actitudes se convierten en pan para el alma. A estas, y no a otras, las necesitamos para seguir viviendo con dignidad.

Y sí. Cuando se marchan, nos dejan el corazón como un sol resplandeciente con enormes ganas de brillar por todos lados. Nos levantan. Nos alejan de las dudas. Nos abren caminos que, aunque estaban ahí, no veíamos con claridad.

Estos seres existen. Se detectan. Se huelen. Nos atraen. Los conozco y los disfruto. Tú, y yo, a no ser que seamos sumamente egoístas y nos quedemos con todo lo recibido sin ganas de compartirlo, podríamos contagiarnos de su manera de ser, desear parecernos más a ellos. Probemos a hacer lo mismo y ayudemos a los que esperan recibir apoyo.

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Hay gente suelta por el mundo, esperpentos convencidos de que las caricias debilitan. Piensan que la sonrisa, más que ser un arma efectiva contra el dolor, atonta. Dicen que la amabilidad, empobrece, que la actitud de escucha, es un incordio, que elogiar es veneno y tiempo perdido. Por eso desprecian estos dones. Sin embargo, todo ese amor forma parte del idioma humano, benigno y fortalecedor con el que fuimos bendecidos desde la creación del mundo. Apostemos por él.