El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Nunca, en toda su obra, Cervantes se permite hablar de la Biblia en tono jocoso, como lo hace con otros libros y, en especial, con los de caballerías.
El hombre no puede estar vacío interiormente y su tendencia a lo espiritual le lleva a enredarse a veces en resurgimientos de espiritualidades falsas y vanas que nada tienen que ver con el cristianismo.
"Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma".
Sin duda alguna su figura es enorme a nivel internacional, y siendo la España evangélica deudora y beneficiaria de su vida entregada de forma plena, no se le ha hecho justicia.
Tras los sucesos de Bélgica y París, damos algunas pautas para responder a este interminable conflicto global.
La nueva forma de ganar un debate contra un cristiano.
Los autores ha unido razón y corazón y el resultado ha sido cuatro relatos bellísimos. Han escrito letra por letra el mundo propio de los niños autistas, “un mundo sin sutilezas, sin dobles sentidos”, aclaran los autores.
Escritores de todos los tiempos han usado de comparaciones y metáforas parecidas a las que emplea Cervantes cuando han querido hablarnos de la brevedad de nuestra vida.
Aprendamos del Maestro. Sus estilos de vida, sus prioridades, sus formas de relacionarse, sus formas de acercamiento al prójimo despreciado por muchos de los religiosos.
Hoy quiero rescatar la labor difusora de la palabra que se hace a través de las revistas, entre ellas, Vínculo.
Sin la resurrección de Cristo, se desintegraría el conjunto cristológico.
“Las pasiones religiosas, exaltadas hasta el frenesí, dieron lugar a una especie de guerras civiles, llamadas de religión, parciales e intermitentes que duraron unos 36 años, desde 1562 a 1598”.
Toda la obra de Cervantes refleja con claros destellos las preocupaciones de nuestro escritor por los grandes temas relacionados con el más allá y con nuestra conducta moral y religiosa en esta vida.
Un grito que debió impactar y con el que se deben identificar todos los abandonados del mundo hoy.
He aquí un breve comentario de dos libros publicados por Alfredo Pérez Alencart ('Hasta que él vuelva') y el mismo junto con Luis Cruz-Villalobos ('Carne del Cielo').
Cervantes se ha complacido en hacer de su libro un exacto espejo de nuestros dramas psicológicos.
El silencio de los cristianos, el mirar como simples espectadores, no creo que sea la mejor solución.
En 'Cien años de soledad' abundan las reflexiones sobre Dios, la presencia de la Biblia, referencias a la creación tal como se cuenta en el Génesis, las plagas de Egipto, el éxodo del pueblo judío, la historia del diluvio, el apocalipsis de los últimos tiempos.
La creencia del ateo ante la muerte es desesperante. Nada de otra vida. Nada de un Dios que recibe el alma.
No nos dejemos llevar por los valores de las sociedades de opulencia en las que vivimos.
Ahora, en competencia con los audiovisuales y la electrónica, el libro tiene una importante labor que cumplir en la propagación de la fe cristiana.
El problema no es la civilización. Es el corazón sin regenerar, independientemente de cuál sea la civilización a la que pertenezca.
Flew explica que se convirtió a la fe cristiana después de realizar unas investigaciones científicas que demuestran la existencia de un Dios creador.
Ladrones que están negando la vida y la solidaridad entre los hombres, niegan el amor y la preocupación por el prójimo.
Ante una visión tan grandiosa, sólo podemos exclamar "¡Cuán grande es El!" y ¡cuán grande es nuestra salvación (Heb 2.3)!
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.