El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
No por vivir en el siglo XXI bajo sistemas democráticos, nos libraremos automáticamente de la manipulación estatal, porque manipular a una población en su conjunto es muy fácil.
Puede que sea el fin de una era, como lo fue para Agustín cuando cayó Roma; o para la generación de la guerra que soportó el terror del nacionalismo alemán, pero aún no es el fin.
El objetivo sigue siendo mantener a las masas dóciles, dependientes y entretenidas, mientras el poder estatal asume cada vez más responsabilidades sin ser cuestionado.
En la conferencia de la ARC, se escucharon fragmentos de “una historia mejor”. Pero lo que necesitamos no es una historia blanca, angloamericana, conservadora, capitalista y nacionalista cristiana que intente volver a la “Cristiandad”.
Desde Abraham Lincoln hasta Ronald Reagan y más allá, hay relatos de encuentros con lo sobrenatural o de interés en lo oculto.
En estos días de descalabro geopolítico, muchos expresan en el viejo continente el miedo a perder una forma de ver la vida que, curiosamente, recuerda mucho al evangelio.
Algunos círculos evangélicos, dentro y fuera de Estados Unidos, han manifestado su desazón por este manejo discrecional de la cuestión religiosa.
“Estados Unidos debería actuar de acuerdo con las creencias que dice tener”, afirma Ruslan Kukharchuck. “Los cristianos de Europa y EEUU necesitan escucharse y entenderse”, dice el líder de Lausana Europa.
Frank Heinrich, de la Alianza Evangélica de Alemania, comparte en una entrevista sus impresiones, y qué le molestó del discurso de Donald Trump.
Robert Schuman advirtió que la democracia separada de los valores cristianos de paz, solidaridad, libertad de conciencia y estado de derecho degeneraría en tiranía.
Con su sed insaciable de poder, el Estado representa una grave amenaza para la libertad y la justicia.
A los seguidores de Jesús no se les reconoce por su orientación política, sino por su afiliación al Dios de la paz.
Pocos recuerdan lo temerosos e inciertos que fueron los años de posguerra de finales de los 40, con vidas, familias y naciones destruidas. ¿Cómo reconstruir a partir de semejante quebranto?
En la toma de posesión como 47º presidente de los Estados Unidos, Trump promete hacer volver “el sentido común” y no olvidar “a nuestro país, a nuestra Constitución ni a nuestro Dios”.
En un encuentro privado con líderes religiosos, el presidente francés les animó a promover el laicismo y habló de sus planes sobre la eutanasia y el diálogo del Estado con los musulmanes.
Las llamas llevan activas más de una semana, con al menos 25 fallecidos, 23 desaparecidos y 150.000 evacuados. “Agradecemos vuestras oraciones”, dicen los cristianos del área afectada.
Los cristianos deben ser ciudadanos responsables, pero también deben estar dispuestos a defender sus convicciones y resistir las leyes que atentan contra la verdad y la justicia.
Jimmy Carter será recordado como un hombre de bien y reconciliador. Un artículo de Jorge J. Pastor-Mut.
A sus 69 años, el conocido actor de cine ha dado testimonio de su fe públicamente en la Iglesia del Templo de Dios en Cristo de Harlem.
Cristiano bautista, Carter dedicó su vida, tras pasar por la política, a la promoción de la reconciliación y la paz en el mundo.
Como cristianos, nuestra lealtad última no pertenece a ningún estado o nación, sino al Reino eterno de Dios, un reino de justicia y paz que jamás será destruido.
La mayoría de cristianos practicantes en Estados Unidos, incluidos pastores, admiten ver pornografía y un gran porcentaje dice que se siente cómodo con ese hábito.
El país ha celebrado sus séptimos comicios desde el final de la guerra civil, inmerso en una compleja situación socioeconómica y con “desencanto y desesperanza” respecto a grandes cambios.
Lawson pastoreaba una iglesia en Dallas y era un conferenciante habitual en los círculos reformados en Estados Unidos.
Los últimos datos que he logrado reunir dicen que Estados Unidos ha reducido la ayuda económica a las iglesias evangélicas de Europa, lo que también afecta a España, en un 50%.
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