El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
“La Biblia, más que un libro, es una literatura”. La variedad de géneros y estilos, de temas y relatos, hacen de la Biblia un auténtico venero, un océano de posibilidades para ver desplegada la experiencia humana en todas sus variantes.
En días pasados falleció en la ciudad de México la abogada y pastora Margarita Islas Marín. Como homenaje póstumo presentamos esta entrevista realizada en los días cercanos a ese momento tan significativo en su vida.
"Fragmento del prólogo a El fundamentalismo teológico e ideológico y sus implicaciones en la naturaleza y misión de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México, de José Luis Velazco Medina, de inminente aparición"
Dice J.A. Monroy: “Cervantes fue un hombre espiritual, creyente en Dios. Leyó y asimiló la Biblia en profundidad”. Este 23 de abril se cumplen 399 años de su muerte.
El historiador y escritor César Vidal analiza la obra de Miguel de Cervantes considerado la máxima figura de la literatura española y universalmente conocido como autor del Quijote. Murió el 22 de abril de 1616 en Madrid.
Fraire visualiza misterios en los recovecos de la existencia que le fue concedida.
Sólo esta luz, de Isabel Fraire es un libro diáfano, directo, que atraviesa la realidad con una mirada vuelta bisturí.
Acercarse una vez más a la última semana de vida de Jesús en los evangelios representa la oportunidad renovada de releer la manera en que los autores del texto sagrado consignaron su visión teológica de los acontecimientos.
El teólogo argentino esboza una visión de la “omnipresencia de la política” como algo que rodea y constituye a la existencia humana en todos sus ámbitos.
La fe, decimos que mueve montañas, y el amor las cubre de bosques, las nace de ríos y las colma de lagos.
El dilema que enfrentaron los cristianos evangélicos, inédito hasta buena parte del siglo XX, consistió en ser fieles al mensaje de Jesucristo y, al mismo tiempo, a la urgente necesidad de resultar pertinentes en medio de una realidad cruda y terrible.
Este extenuante volumen da fe, desde las bases mismas de las comunidades, de una sólida presencia protestante que se ha consolidado con los años y que ha definido el rostro de Tabasco como una entidad en la que arraigó profundamente la religión evangélica.
Mención aparte merece José Coffin Sánchez (1881-1957). Se caracterizó porque, junto a sus labores eclesiásticas, “emprendió obras de carácter social, como la lucha contra el alcoholismo y la ayuda de los menesterosos”
Este enorme libro (462 pp.), escrito contra viento y marea, ha corrido la suerte de otros insignes esfuerzos por rescatar las raíces eclesiales del presbiterianismo mexicano, es decir, ha tenido que ser elaborado prácticamente como una “edición de autor”.
Poesía carnal, epidérmica, que no niega su filiación y la prolonga, pues los ecos del Cantar de los Cantares y de la obra de Gioconda Belli (por supuesto, sus textos de alusión bíblica), por citar sólo dos referencias, se hacen sentir a medida que se avanza en la lectura.
La novela cumple el propósito de atrapar al lector en una red de acontecimientos simultáneos que lo seducen al mismo tiempo que lo introduce a uno de los episodios que marcaron profundamente la historia reciente.
Se ha destacado mucho el impacto de Thomas Merton y Teilhard de Chardin en el estilo expresivo de Cardenal, pero lo cierto es que desde una época muy temprana se anunciaba lo que vendría a cristalizar en el Cántico cósmico.
El ideal rompe las barreras del miedo y de la duda y se mantiene firme a pesar de las dificultades que se le opongan. Así lo concibe Don Quijote.
El Cántico cósmico expone muy bien la gran obsesión estético-literaria que se fue transformando en la conciencia de Cardenal para llevarlo hacia ese gran poema extenso (cerca de 600 páginas) que concentraría todas las influencias, hallazgos e intuiciones de su dilatada trayectoria literaria iniciada en los lejanos años 40.
Vida en el amor se trata del libro más gozoso, más compasivo y más armónico del poeta, en el que salta a la vista el júbilo del místico reciente que ha descubierto que ese amor avasallante es el centro ontológico del universo.
Para el teólogo Karl Barth, lo que empezaba a estar en juego era el fundamento y la esencia de la iglesia, necesitada de la auténtica renovación a partir de la palabra de Dios.
“Nunca he buscado la heterodoxia sino ampliar la base del canon, es decir, incorporar lo que había sido dejado de lado”, dice el escritor.
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