‘La muerte no existe’: conversanción de Leopoldo Cervantez-Ortiz con el poeta Santiago Montobbio (II)
Tengo en mis manos El anarquista de las bengalas (2005), un libro que me parece paradigmático. ¿Qué tanto te sigues reconociendo en él?
Mercè Boixareu participó en la presentación del último libro de juventud, y entonces, ya escritos los poemas del 2009 -y publicados en una antología en libro en París, además de algunos en el libro Donde tirita el nombre/Onde treme o nome, publicado en Brasil, y el texto del libro de arte Els colors del blanc- señaló esta diferencia. Mercè Boixareu ha presentado después cada uno de estos cuatro libros, y los cuatro en su conjunto en el Centro de la UNED de Barcelona el 12 de mayo de 2016. Indicó en ese acto en la UNED de Barcelona que esto era algo que pasaba, cómo sucede en algunos poetas que su obra de juventud es más desesperada y triste, y más serena la de madurez, caracterizada por la plenitud, como pensaba que era mi caso y también, por ejemplo, el de un poeta catalán que ha estudiado y cuya obra se publicó en el exilio en México, Màrius Torres. Señaló igualmente que en la nueva producción se mantiene la temática y las imágenes -y aquí de nuevo el acierto en la ambivalencia de señalar la diferencia pero a la vez la continuidad. […]
Así lo decía la escritora mexicana María García Esperón en la presentación de estos cuatro libros publicados en El Bardo en la Librería Juan Rulfo del Fondo de Cultura Económica en Madrid el 21 de abril de 2016, al recordar que era una reacción como padre. Porque, como padre, engendras a tus hijos para que sean felices, y no te gusta ver que son desgraciados -y que los poemas que escriben así lo dicen. Recordé el soneto de Borges, “El remordimiento”: “He cometido el peor de los pecados/ Que un hombre puede cometer. No he sido/ Feliz. Que los glaciares del olvido/ me arrastren y me pierdan, despiadados./ Mis padres me engendraron para el juego/ Arriesgado y hermoso de la vida,/ Para la tierra, el agua, el aire, el fuego./ Los defraudé. No fui feliz. Cumplida/ No fue su joven voluntad”. Creo que es muy cierto, y así hay que entenderlo, como apuntaba María García Esperón, y lo señalé el 23 de mayo en Milán, pues Patrizia Spinato, responsable de la sede de Milán del Istituto di Storia dell’Europa Mediterranea del Consiglio Nazionale delle Ricerche, se refirió también a este poema y reacción de mis padres ante la publicación de mi primer libro en las palabras que pronunció antes de la intervención de Giuseppe Bellini, y en las que me pareció -como dije- que había entendido muy bien qué era esta reacción, y qué esto era.
Dije otras cosas también ese día. Porque podía, quería y me parecía que debía decirlas. Para ser justo con quien con más rigor y altura ha reflexionado sobre mi poesía y el modo en que lo ha hecho y es Giuseppe Bellini, quien presentaba mis dos últimos libros y publicó su primer trabajo dedicado a mi obra, tras conocer y apreciar mi poesía desde hacía muchos años -tal así en él indicaba-, con motivo de la publicación de El anarquista de las bengalas, por el que me preguntas. El año 2011 se publican los libros Absurdos principios verdaderos y La poesía es un fondo de agua marina, y Bellini les dedica un ensayo en que reflexiona sobre los dos, titulado “La poesia di Santiago Montobbio tra “Assurdi principi veri” e un “Fondo d’aqua marina”” y publicado en el número 45 de la revista Studi di Letteratura Ispano-Americana (Bulzoni Editore, Roma, 2012). Fue un placer volver a leer lo que ha escrito sobre mi poesía, y sus apreciaciones, con ocasión de esta presentación en Milán. Me fijé en algunas, y en el acierto de su enfoque. Así daba noticia de la aparición de estos dos libros y planteaba la conjunción que se daba a la vez en su publicación de las dos épocas de mi poesía, y decía: “La novità, quindi, della poesia riunita nei due volumi pubblicati nel 2011 è confermata, senza per questo diminuire il valor, e il significato, della precedente stagione, interrotta dalla stasi di un ventennio, e qualifica come attuali i testi riuniti, non solo in La poesía es un fondo de agua marina, ma in Absurdos principios verdaderos, dove la tenerezza si accomuna al dramma, all’indagine del perché del mondo e dell’uomo, che “no puede escapar a su destino””. Destacaba, pues, el valor y significación también de mi obra de juventud, la actualidad de esos poemas de 1987 que se publicaban tantos años después de escritos en Absurdos principios verdaderos, y precisamente, justo en el momento en que empezaba a publicarse la obra de madurez, y la situaba en un plano de igualdad, como vemos. Y, tras esta presentación, analiza y reflexiona primero sobre el libro de juventud, y a continuación sobre este primer libro con poemas de 2009, La poesía es un fondo de agua marina. Y sabe ver y destaca -desde su finura y penetración de pensamiento- el engarce entre las dos épocas, y la continuación entre ambas. Así lo indica al pasar de uno a otro libro en su análisis. Al terminar de reflexionar sobre Absurdos principios verdaderos indica: “Sta in tutti questi motivi l’apparente assurdità dei principi veri, il significato, in realtà una meditazione, che coinvolge tutti i sentimenti entro il lavorio e l’usura dei tempi, le tentennanti certezze e l’imprescindibilità delle medesime, le nostalgie che àncorano e disàncorano dall’esistere”, y a continuación, y para empezar el análisis de La poesía es un fondo de agua marina, asevera: “Sono motivi che percorrono anche tutta la nuova raccolta, La poesía es un fondo de agua marina”. Con toda claridad. Yo había leído varias anotaciones escritas con motivo de la presentación de Absurdos principios verdaderos en Barcelona, y en las que advertí también este engarce entre los poemas de este último libro y los nuevos, y así para mí escribía: “en estos poemas antiguos hay aspectos -de ritmo, de música, de misterio y de símbolo- que enlazan con los nuevos”. Belllini lo ha escrito con la finura y a la vez contundencia que hemos visto. Leía en su ensayo el comentario de una sección de Absurdos principios verdaderos, titulada “Lejos”, y de la que dice “estese a tutta un’esperienza di vita negativa”. Pensé que en esta palabra que titula la sexta sección de ese libro está contenida la fragilidad y el desamparo, la distancia, la lejanía y la orfandad que recorren mi poesía y la inundan y penetran, y que sobre esta palabra pivota un poema de este último libro que presentábamos en Milán, y quise leerlo para señalar este acierto de Giuseppe Bellini al señalar y saber ver este engarce entre las dos épocas de mi poesía. Porque las diferencias con que se separan estas dos épocas pueden pasar a ser ya una de esas cosas que las crédulas universidades veneran, como diría Borges, dije, y que una lectura inteligente y sensible echará por tierra, y lo es y así lo hace la de Giuseppe Bellini. Con gran acierto. Habría otros poemas que mostrarían este engarce, esta continuación de los motivos de la poesía de juventud en la de madurez, también dije -y pienso y sé ahora que alrededor incluso de la misma palabra-, pero que elegía para leer éste porque había recordado que este concepto y esta palabra sobre la que pivota es la del título de una sección de Absurdos principios verdaderos, y que lo había recordado al leer el comentario que de ella hacía Giuseppe Bellini en su estudio. Y leí el poema, que es éste:
LEJOS ES FIERA. LEJOS ES SELVA.
No comprendo bien el sentido
de esto que digo, pero todo
es lejos, lejos está la vida,
o lejos yo debo estar, o lejos
sentir tu amor. Lejos. A veces
vivir es lejos, debe ser lejos.
Figuro esta palabra como dintel
tras el que poder caminar por los sueños.
Lejos, sí. Todo es lejos. No otra cosa
digo y siento: el poema lejos,
la vida lejos, yo lejos. Todo lejos.
La publicación en Holanda en mayo de 2016 de Desde mi ventana oscura/Vanuit mijn donkere raam, que reúne en edición bilingüe castellano-holandés reúne una selección de mi poesía de juventud, vuelve a poner de actualidad ésta y permite y quizá hasta nos pide que nos preguntemos sobre ella y sus relaciones con la actual. Sólo recibir ejemplares envié uno a Giuseppe Bellini, pues da ocasión de volver a leer estos poemas que él apreció cuando los conoció hace ya tantos años y me agradaba compartirlo con él antes que con nadie. Me contestó tras haberlo leído, en un correo de fecha 6 de junio y en el que refrendaba este libro en sí y la selección que contiene y también mi poesía de juventud, que volvió a leer gracias a éste, y la experiencia que constituye y el fruto en arte que da. Escribe Bellini el 6 de junio de 2016: “Querido Amigo y Maestro, gracias: he recibido el libro de sus poemas en holandés con texto original al frente y le felicito por esta ulterior ocasión que tiene su poesía para difundirse en otro país. Me puse a leer de nuevo sus poemas y le aseguro que mantienen su sugestión en quien aprecia su poesía. Ninguno yo cambiaría para dar una muestra consistente de su mensaje poético. Lo que significa que lo que Ud. ha experimentado y dado a luz tiene valor permanente”.//También le agradezco su afectuosa carta. En realidad soy yo, somos nosotros, los que le deben la belleza de las horas pasadas con U. y su poesía en Milán.// Un abrazo cordialísimo y agradecido, Giuseppe”. Acompañé el libro de una carta, en que le contaba algunas cosas relativas a él. Entre ellas, que el poema que le da título lo tradujo él al italiano en el primer ensayo que publicó sobre mi poesía, en la “Antologia breve” que lo cerraba, ya que al concluir el mismo decía: “Quale omaggio al poeta traduco alcune liriche, che riunisco in questa Antologia breve”. Su traducción abrió el camino a la traducción francesa publicada en el libro Le théologien dissident, que él conoce, pues su traductor, Jean-Luc Breton, estaba atascado ante la traducción de este poema y tras leer la traducción al italiano que había hecho Bellini halló solución y camino para hacer la suya al francés. Es verdad: lo recordé y fue un placer decírselo. Porque es verdad. Como lo es y luego me fijé que este poema es el primero del libro El anarquista de las bengalas, por el que me preguntas y con motivo de cuya publicación Bellini publicó este ensayo sobre mi poesía –“La poesia di Santiago Montobbio”, se titulaba (y titula)-, y tradujo este poema.
“Desde mi ventana oscura” es un poema muy significativo y también su título. Era el título de una sección y ahora lo es de un libro. Habría -dije en su presentación en Barcelona- quien no te aconsejaría que pusieras este título a un libro, pues parece que marca ya los poemas, y denota una visión sombría de la vida y se dice y enuncia desde el título. Pero dije ese día, de modo sincero y coloquial: “los poemas son como son. Es lo que hay. Yo tengo la sensación de que no he engañado nunca a nadie, ni como persona ni como artista, y creo que esto es algo que no puede decir todo el mundo”. Este título, y unos poemas del tercer libro de la tetralogía con poemas de 2009 -Hasta el final camina el canto-, me hicieron pensar y recordar unas palabras que me escribió Carmen Martín Gaite tras leer mi primer libro, lectura que dice que se le ha impuesto y porque son unos papeles que “me han conmovido extrañamente. Porque salen de un pozo muy oscuro y verdadero”. Ya al despedirse en su carta, me decía: “Gracias, pues, por ese río amargo de palabras. A la amargura, con lo amargo. O, como decía Machado, “más vale ver negro que no ver”. Aunque tampoco estoy muy segura de qué es lo que vale más, caso de que algo valga. Pero en fin, ya de contar lo que se siente, sin saber para qué, por lo menos hacerlo a conciencia”. Yo no conocía este pensamiento o frase de Machado, lo supe al citarlo en esa carta Carmen Martín Gaite, pero lo recuerdo -a Carmen y a su carta y a Machado- ante este título que es ahora ya de libro, y que parece decir que estos poemas son los de quien ve sino negro sí oscuro. Y hay unos poemas, como digo, de Hasta el final camina el canto, escritos por tanto en 2009, que pueden hacer recordar este pensar. Es más bien un poema en concreto, al que añado el que le sigue. Son éstos:
NO VER NADA. SENTIR EL ALMA
en la noche densa, del vivir
muy prieta. Y secreta.
Como fiera, como selva. En su oscuridad
no ver nada y sentir el alma
como una adivinanza que el arte desentraña.
En la noche la poesía es una patria.
VIVIR ES DAGA. PERO EL ARTE SALVA.
En la noche encuentra una mañana.
También en ella hay agua para el alma,
brisa clara que en el poema se alcanza.
El arte te encuentra y te desgarra.
Así que este título y este poema de 1987 me hacían pesar en poemas escritos en 2009, o al revés -éstos me llevaban a aquellos más primeros y que presentábamos esa tarde de junio en el Ateneo Barcelonés junto a su traductor al holandés. Y es que este libro, afirmé, hace que nos planteemos esta cuestión de la relación entre las dos épocas de mi poesía, y sintamos desde sus poemas resonancias de las impresiones, juicios y comentarios que despertó. Hoy vuelven a estar vivos y presentes, a ser actuales. Mencioné la diferencia que a veces se establece entre las dos épocas de mi escribir, y comenté que en cierta manera y según se refiera puede convertirse en una de estas cosas didácticas que para explicarlas se simplifican y acaban por no ser verdad. Y dije que muchos poemas pueden mostrar este engarce entre las dos etapas de mi poesía, y como muestra leí el poema que leí junto a Giuseppe Bellini en Milán -había recordado que este engarce él mostró y señaló en aquel estudio mencionado-, que pivota sobre la palabra lejos, título de sección del libro Absurdos principios verdaderos y también de Desde mi ventana oscura/Vanjuit mijn donkere raam ahora, y que representa y ejemplifica un modo de sentir la realidad y de decirla en los poemas.
Este engarce entre las épocas de mi poesía, y cómo los poemas de una nos llevan a los de otra, me pareció asunto fundamental a destacar ese día, y quise que estuviera en su cierre y su despedida, a partir de un poema escrito en 1989, y que se encuentra en este libro y no se había publicado nunca. Es el poema “Romanche”. En mi carta quise señalar a Bellini cómo esto se daba, y en este libro se encontraban poemas nunca publicados, y le apunté alguna cosa de este poema, aunque no todo -porque no se puede decir todo-, ya que es un poema que ha alcanzado una particular significación, al elegirlo su traductor como último poema a leer en algunos de los actos que hicimos en noviembre en Holanda, como en el de Amsterdam. Aparte de una cuestión particular, y es la del nombre, y que entonces, ese día de Amsterdam comenté -el nombre y también el humor-, pensé en ese otro día de la presentación de este libro en Barcelona día leer a partir de ese poema de mi juventud tres poemas de los tres libros de los que faltaba leer alguno de la tetralogía de pomeas de 2009, y que eran La poesía es un fondo de agua marina, Los soles por las noches esparcidos y Sobre el cielo imposible, pues ya había leído de Hasta el final camina el canto. Pero transcribo el poema:
ROMANCHE
¿Qué es esa luz que tiembla, madre,
y me estremece cada tarde?
Es Santiago
Montobbio de Balanzó, que traía
el amor, el humor y el dolor.
Tenía
que morir solo, en verdad
solo murió.
Pero al menos
le lloro yo.
Este poema, cuando Klaas Wijnsma me indicó su deseo de elegirlo, me llevó a algún pensar. Klaas Wijnsma ha insistido en la importancia y significación que tiene para él, y así la entrevista que se ha publicado en la revista de la Universidad Geert Grotte De Neuwe Merkuur junto a algunos poemas de este libro, y que se presentó junto a éste el 19 de mayo en Holanda, en el Museo Municipal de Kampen, se titula “Santiago Montobbio, que traía el amor, el humor y el dolor”. Hay alguna cosa a decir, y alguna la quise apuntar a Giuseppe Bellini en mi carta.
En Holanda tuve que explicar algo que no necesitaba decirle a Bellini ni a los asistentes al acto de la presentación del libro en el Ateneo Barcelonés, y es que romance es una composición medieval española, muy conocida y popular, y que el título del poema hace referencia a ella y aparece ésta a la vez en él distorsionada, pues se le añade una h. Esta hache es seguramente, quizá la de humor, e indica también que este romance lo es de un modo paródico, o con humor. Aunque es así levemente. Porque, por lo que en él cuenta -y por cómo lo hace-, podría ser un romance de verdad. No tiene su disposición de versos, los tradicionales versos octosílabos, base de la lírica español, pero podría ser un romance por lo que dice. Los romances son así. A la vez, y además de esta cuestión de la composición a la que hace referencia, me fijé que aparece en él mi nombre, mi nombre completo y con los dos apellidos, que como se sabe empleamos en España, pero para algo muy formal. Creo -pensé, dije esos días, volvía a decir y explicaba de modo sucinto por carta a Bellini- que es el único poema en que aparezco con mi nombre. En algunos aparecen mis iniciales -en algunas prosas que están en El anarquista de las bengalas- y todo es en general así, muy abstracto y universal. A veces me viene a la memoria algo de mi formación jurídica, y recordé, al ver así mi nombre en este poema, que el derecho al nombre es un derecho irrenunciable, uno de los pocos derechos irrenunciables que hay. Quizá porque va unido a la dignidad de la persona, a su misma condición de tal. Quizá por esto lo primero que hacían los nazis en los campos de concentración era quitarles a las personas su nombre, para quitarles su dignidad y condición de tales, y ponerles un número. Y esto me hacía pensar en el primer poema de mi primer libro, Hospital de Inocentes, el poema “Ex libris”, que lo es también de Desde mi ventana oscura/Vanuit mijn donkere raam y formaba parte de los “Tres poemas” que se publicaron en la Revista de Occidente en mayo de 1988 en lo que fue mi primera publicación como poeta. Porque en este poema se dice que las antiguas voces por las que se quiere andar han de estar “muy lejos del número y sus cárceles”. Los números aquí aparecen, pues, unidos a las cárceles, casi como su emblema y representación. Y no se quieren los números sino las voces, las voces y los nombres. Se quiere estar con los nombres. Tener nombre, y nombrar. Esto es esencial para mantener la dignidad como persona, y lo es también en esta tarea misteriosa y sagrada que es la poesía. […]
La luz puede estar también aun en la negrura, y puede, incluso, haber una luz negra. No es ocioso recordarlo al presentar un libro que se titula Desde mi ventana oscura/Vanuit mijn donkere raam y en el que aparece la luz en uno de sus poemas, “Romanche”, lo hace también en diversos poemas del año 2009, y elegí éste para mostrarlo, del libro Los soles por las noches esparcidos:
SIEMPRE LA LUZ SE ESCONDE EN ALGÚN SITIO.
Yo la busco. Palpita en lo oscuro. Tiene
forma de anillo o de árbol partido
que cruza el camino. Es un rayo, un grito.
Aun negra ha de estar de algún secreto modo
en las palabras. Negra o secreta o dormida
ha de estar acaso como música. Yo la busco
o más exactamente me la encuentro.
Desde ella también canto. En ella también
navego. También ella tiene lugar en mis poemas.
Adivinadla tras ellos, cifrada y secreta.
Nombrar, dar nombre y tener nombre. La poesía es nombrar. Decir y dar nombre. Así a veces, para dar ejemplo de la consunción y acabamiento que a veces aparece en mis poemas leía uno de La poesía es un fondo de agua marina, el primero de estos libros con poemas del 2009, y en el que se dice como imagen o visión de la vida y el mundo en éste ya está extinto o ha perecido, o en él todo es ya acabamiento, el que ya no haya y queden nombres, o sean distintos. Dice así este poema:
LLEGARÁ UN DÍA EN QUE TODOS LOS NOMBRES SERÁN DISTINTOS,
y nada nos recuerde adonde vivimos. Nada dirá
la infancia, ni el patio del colegio, ni el amor de los padres,
ni las aventuras, ni los juegos, los hermanos. No
quedará nada. Porque las cosas son sus nombres.
La vida es siempre la forma en que se la nombra.
-En esa forma se la congrega y se recuerda-. Pero llegará ese día
en que todos los nombres serán distintos, y nuestro tiempo
se habrá roto, como un juguete viejo que en el desván acumula polvo,
y nuestra vida será nada más un pozo cegado, seco.
La importancia y la necesidad del nombre, de tener nombre y de nombrar me llevó a recordar otro poema de 1987, que dio título al libro publicado en Brasil en 2010 y que contenía, como Desde mi ventana oscura/Vanuit mijn donkere raam, una antología de mi poesía de juventud. En él está también la soledad y la cuestión de la identidad, que aparece también en el poema “Desde mi ventana oscura”. Este poema nos puede hacer pensar en el epígrafe de Nietzsche a Ecce homo, cuando dice que este libro es un libro escrito para todos y para nadie -y creo que así se ha de escribir, y que así yo escribo-, y también me hace penar en otro poema de 1989 y que, como “Romanche”, es un poema no incluido en ningún libro. Se titula “Continuada derrota del sistema decimal” y dice así: “Planetario poeta en tus enigmas:/ nadie ser siendo tú todos,/ todos ser siendo ya nadie”. Pero vuelvo al poema “Donde tirita el nombre”, en el que está el nombre y la soledad última de la disolución de la identidad y quise leerlo como despedida:
DONDE TIRITA EL NOMBRE
La soledad es una frontera donde tirita el nombre,
y detrás de ella no hay más que un infierno
donde las yemas de los dedos no guardan dibujos
que puedan distinguirnos.
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