El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Si tenemos un corazón humano, hecho a imagen de Dios, tenemos la facultad, y la necesidad, de amar.
Algunas obras o artículos propagan que la campeona de los derechos de la mujer identificaba el aborto con el progreso o la solución a un problema.
Ser un hijo de Dios es una bendición inigualable, pero también supone una bendita responsabilidad que tenemos que asumir con gozo.
Es la historia de una viuda moabita que se convierte en matriarca de una línea monárquica que no solo llegará al rey David, sino al mismo rey Jesús.
Hemingway buscaba ese amor liberador, que todos ansiamos. El problema es que como él, no nos atrevemos a dejar todo y perseguirlo, porque nos mostraría lo que somos en realidad.
Paciencia y fe. Puede parecer enrevesada esta explicación, pero el problema no lo pone Dios, lo ponemos nosotros cuando decidimos engañarnos.
Fue uno de los primeros en buscar la unión de los estudiantes evangélicos para llevar el testimonio adelante en las universidades. Se afincó en Zamora, donde sirvió en la iglesia toda su vida.
Reconocieron que ellos no fueron conducidos al amor gracias a una enseñanza, sino que se debió a un comienzo.
Puesto que Dios derrama su amor en nuestros corazones, debemos amarnos los unos a los otros de forma proactiva.
Cuando en verdad se ama, en primer lugar, se ama lo próximo.
Para la Biblia, el verdadero amor, el amor ideal, el amor del alma, es el que sólo desea la felicidad de la persona amada sin exigirle nada.
El no sentirse querido y el no saber querer van casi siempre de la misma mano.
Dios, el autor intelectual de nuestra existencia, nos ha enseñado a amar la vida, como nadie más puede hacerlo.
Una crítica de la película Una mente maravillosa (2001), de Ron Howard.
La facultad de amar lo imposible nos viene dada por el Espíritu Santo.
Y de esas cuatro fuentes había una que manaba agua dulce y agua amarga.
Schaeffer se dio cuenta que lo que le faltaba era el amor. No podía distinguir lo fundamental de lo secundario porque el amor a la verdad no hacía que mostrara la verdad en amor.
Aunque la ciencia comprenda cómo funciona la sexualidad humana, su origen sigue siendo un misterio.
Se conocieron según su condición, destinados a ser reyes y destinados a amarse.
A menudo, la gran pantalla nos transmite la visión del amor como un accidente del azar o una casualidad en el tiempo y el espacio. Nada más lejos. El amor es una decisión.
Traicionados por nuestros amores obsoletos a los que nos arraigamos sin cuestionar, aparece ante nosotros la idea de un amor perfeccionado, el amor de Cristo, profundo, ancho, elevado y longevo.
¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? En esta parada en nuestro viaje por la vida a la luz de la historia que Jesús mismo nos cuenta, reflexionamos sobre la parábola del buen samaritano.
En este mundo nunca habrá el amor ideal.
— Una persona ya es suficiente.
Sí, lo decidí, te amo hoy y por siempre, y te amaré mañana y para siempre.
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