El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Los fósiles indican que las aves aparecieron de golpe (radiación explosiva), como otros muchos grupos animales, en un lapso de tiempo muy corto desde el punto de vista evolutivo.
¿Cuánto ADN compartimos, en realidad, con los chimpancés? El baile de cifras extraídas de las publicaciones científicas ha sido continuo y confuso.
Los nuevos descubrimientos genéticos no obligan necesariamente a asumir la cosmovisión evolucionista al azar sino que permiten ser interpretados también desde la perspectiva del Diseño inteligente.
La opinión de los cristianos primitivos ante la naturaleza del hombre fue la aceptación hebrea de su unidad, en vez de la separación entre cuerpo y alma, propia de la visión griega.
Sólo un Dios omnipotente puede generar las almas en los cuerpos. Además, tiene muy buenas razones para hacerlo.
Hemos de admitir que la ciencia actual fracasa en su intento por explicar la conciencia.
El conocimiento de los componentes orgánicos del cerebro dice poco acerca de la complejidad de la mente humana, la conciencia, el alma, el espíritu o el yo personal.
Dios no se recrea en el poder de los poderosos sino que prefiere manifestarse a través de lo pequeño, lo débil, lo insignificante, lo marginado y oprimido.
Desde el punto de vista de la ciencia física, la concepción mecanicista propia del materialismo dista mucho de ser la opinión mayoritariamente aceptada hoy por los especialistas.
Nuestra experiencia humana nos sugiere que la creación de información está siempre relacionada con la actividad de la conciencia inteligente.
Existen numerosos puntos de contacto entre ciencia y religión.
Este movimiento ha ejercido mucha influencia en los Estados Unidos sobre todo en ámbitos religiosos, pedagógicos, y también en la opinión pública.
La Biblia afirma claramente que Dios siempre posee el control, la dirección y la capacidad de interactuar con las criaturas.
Hoy vivimos el tiempo como si fuera un puzle que debemos rellenar con múltiples piezas diferentes.
Muchas de las afirmaciones de científicos famosos adolecen de un mínimo soporte filosófico.
La grandeza y supuesta ineficiencia del cosmos parecería incompatible con el carácter del Dios que se revela en la Biblia. ¿Es realmente esto así?
¿Es realmente Dios una simple excusa tautológica? Yo creo que no y vamos a ver por qué.
Hoy sabemos que aunque el ADN basura no codifique proteínas hace, sin embargo, mil cosas diferentes y necesarias para el buen funcionamiento celular.
Cuando hablamos del cielo queremos expresar un ámbito intemporal que trasciende este mundo espacio-temporal. Como dijo C. S. Lewis el pasado siglo: “Dios no tiene historia”.
Es evidente que Dios es mucho más que la sola causa del universo, pero si Él no existiera no se habría originado nada. Dios, al crear, llamó a la existencia lo inexistente.
Esta hipótesis del multiverso pretende eliminar la pregunta sobre cómo es posible que se dé un ajuste fino de las constantes del cosmos tan altamente improbable, así como la consiguiente conclusión teísta.
La simple lógica nos dice que ninguna ley de la física puede crear materia a partir de la nada, por tanto, la ley de la gravedad no pudo crear el universo, a pesar de las elucubraciones de Hawking.
Es fácil constatar, en algunos cosmólogos contemporáneos, cierta tendencia a buscar modelos físicos de la creación a partir de la nada que no requieran de ningún agente sobrenatural.
Ambas proposiciones sobre la realidad, tanto la del naturalismo como la del teísmo, requieren necesariamente de la fe y no pueden ser verificadas mediante la evidencia.
El ajuste fino que permite la vida, es lo que cabría esperar de un creador inteligente, omnipotente y misericordioso que desea relacionarse con el ser humano.
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