El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El 17 de abril del 72 llega David Berg con María al aeropuerto de Heathrow, donde se presenta como un hombre de negocios que viene a vivir en Londres con su hija. Había empezado la Batalla de Inglaterra.
Esta idea de Larry, de la “Iglesia en el corazón”, se convierte en uno de los principales problemas de la Revolución por Jesús.
Retomamos la serie sobre la Revolución por Jesús allá donde la dejamos, a principios de los años 70 en Estados Unidos.
El hombre puede conquistar la luna, pero no su corazón. La más grande aventura de la vida no es viajar al espacio, sino confiar en el Dios vivo, que se revela en unas montañas aún más trascendentes que las de la luna.
Lo singular de él creo que es la insistencia en mantener “la diferencia entre gracia y religión”, la convicción evangélica de que “sólo la gracia produce una transformación por el Espíritu de Dios”.
Ha hecho falta que venga alguien como Delibes a recordar a los españoles en estos tiempos, que aquello que llaman ortodoxia no es a veces más que herejía.
La compleja figura de este gigante del soul nos sigue dejando perplejos. La religión de Gaye nos llena de preguntas.
Lo importante de su obra no es además su teología, sino una apologética razonable e imaginativa.
Lo que Keller intentó hacer en la iglesia del Redentor de Nueva York es lo que Conn buscaba: una iglesia que predique sistemáticamente el Evangelio en la gran ciudad, por medio de la exposición bíblica y el anuncio de justicia para el pobre, unido a obras de misericordia.
El mundo de Alicia tiene una fuerza hipnotizante, porque acude a resortes secretos del lector, que reconoce inmediatamente una situación, más por su instinto que por su inteligencia.
Cuando Keller es hecho profesor de Westminster en 1984, el seminario acababa de tener otra grande crisis en torno al entendimiento de la justificación.
No es casualidad que el Dios que se revela en Cristo Jesús sea un Padre que ha conocido el dolor en su propia carne.
Mucho de lo que parece original en Keller, él se apresuraba a decir que venía de Clowney, como el sermón de la parábola que inspira El Dios pródigo (2008).
La gente que tiene éxito atribuye su posición a su talento, genio y trabajo duro. La realidad es mucho más complicada, como muestra la historia de Sixto Rodríguez, el músico que ha fallecido a los 81 años.
Todos tenemos varias caras. Pocos tantas, sin embargo, como Francisco Paesa (1936-2023), el espía y estafador español que supuestamente ha muerto ahora en un pueblo de Francia.
Cuando Keller habla de la cultura no se refiere solo a la creatividad o al arte, sino “las prácticas, actitudes, valores y creencias compartidas, basadas en la comprensión común de las grandes cuestiones de la vida”.
Nos preguntamos todavía qué pudo atraer a una chica como Van Houten a los 19 años a una secta como la de Manson.
Keller no se dejaba llevar por las etiquetas. Así que con criterio propio, buscaba en las Escrituras, si estaba de acuerdo o no con lo que se le enseñaba.
Si el viaje en Astérix nos remite al modelo épico de los mitos de la antigüedad, que acompaña al héroe en su odisea, el final nos recuerda a la Historia por antonomasia, la Biblia.
Muchos se preguntan dónde está el secreto de un matrimonio de por vida, como el de los Keller. La respuesta está en su libro, el mejor que conozco sobre el matrimonio en lengua castellana.
La muerte de cinco personas por la implosión de un sumergible cuando intentaban ver los restos del Titanic ha vuelto a poner en evidencia la fascinación por el barco hundido al chocar con un iceberg en 1912.
Entender que el Evangelio es para creyentes y no creyentes revolucionó el pensamiento y la vida de Keller.
Keller descubre que sin la obra renovadora del Espíritu Santo no hay más que moralismo o la “gracia barata” de la que hablaba Bonhoeffer.
El 21 de abril de 1970 Tim apareció en la habitación de su compañero de Universidad para decir que se arrepentía de su pecado y creía en Jesús.
Keller comentaba las cosas que leía, veía o escuchaba, pero no se sentía cómodo con los elogios y las preguntas personales. Era realmente humilde.
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