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¿Te sientes culpable? ¿Lo niegas?

Nosotros que calentamos los bancos de las iglesias, también tenemos nuestros pecados de egoísmo, de acumulaciones, de cerrar el puño para no compartir.
DE PAR EN PAR AUTOR Juan Simarro Fernández 20 DE ENERO DE 2014 23:00 h

Fotograma de "Falso Culpable" de Alfred Hitchcock / wikimedia commons (public domain)


A veces caminamos tranquilos ante el espectáculo y escándalo de la pobreza en el mundo. Vemos todo un escenario de horror, pero pensamos que nosotros no lo hemos montado. No somos culpables. Intentamos acallar nuestras conciencias y no queremos ser interpelados por los sujetos que padecen dentro de esos escenarios de muerte. ¡Yo no soy culpable! ¡Yo no soy culpable! Nos repetimos y no dejamos que los gritos de los excluidos nos interpelen. Yo no he hecho nada, decimos. Pero en ese no hacer nada metemos tanto las acciones negativas como las positivas. Pasamos de largo cuando deberíamos actuar, compartir, mancharnos las manos.

Dios condenó al rico con relación a Lázaro, no porque hiciera acciones negativas de maltrato, no porque le diera patadas para echarlo de su presencia, sino porque habiendo tenido en sus manos la posibilidad de hacer la acción positiva de sacarle del pozo donde estaba hundido, no lo hizo. Fue pasivo. Creyó que ese escenario de horror, en el que vivía Lázaro, no lo había creado él. Se equivocaba por pasivo, por insolidario, por ser incapaz de compartir y mancharse las manos en la rehabilitación y dignificación de un hombre.

Muchos cristianos piensan que la injusticia en el mundo no es un problema de ellos que viven separados y de espaldas al mundo, al dolor de los hombres. Creen que la pobreza, la injusticia y la opresión se producen por sí mismas y que contra ello nada se puede hacer. NO usan ni su voz de denuncia ni su voz profética. No comparten ni gritan contra los opresores, sino que los tienen como modelo a imitar… la riqueza como prestigio. Piensan que, quizás, si hay desequilibrios infernales en los sistemas económicos dejando a más de media humanidad en pobreza, debe ser por culpa de algunos hombres malos, muy malos con los cuales yo no tengo nada que ver… y quedamos paralizados, pasivos, insolidarios sin ser movidos s misericordia.

Mujer pidiendo. Odin Fotografía / Fickr (CC BY 2.0)No nos damos cuenta que, nosotros que calentamos los bancos de las iglesias, también tenemos nuestros pecados de egoísmo, de acumulaciones, de cerrar el puño para no compartir, de estar de espaldas al grito de los oprimidos, de no trabajar por la justicia en el mundo, de no intentar que los últimos, siguiendo el aserto bíblico, pasen a ser los primeros. Y nuestros pecados individuales, aunque los consideremos como pequeños, unidos al pecado de insolidaridades de todos, pasan a ser pecados sociales que alimentan las estructuras injustas del mundo, las estructuras económicas que empobrecen a más de medio mundo y que ponen la escasez del pobre en las mesas de los ricos.

Si los cristianos practicáramos la projimidad enseñada por Jesús, la solidaridad cristiana, usáramos la voz de denuncia e hiciéramos justicia, el milagro se podría producir: Dios nos ayudaría a ser agentes de liberación de los oprimidos, pobres y sufrientes del mundo.

El pecado personal no queda sólo como algo entre Dios y nosotros, no queda como algo que se queda sólo en mi interior sin que pase a formar parte de las estructuras injustas. El pecado personal deviene en pecado social que puede empobrecer y marginar a otros. Podemos ser culpables. De hecho, somos culpables.

Cuando uno se siente culpable, algo en su interior puede comenzar a moverse. Se puede comenzar a sentir el deseo de pedirle a Dios que nos saque de este pozo profundo e insolidario y sentimos la necesidad de buscar justicia, de ser personados y convertidos en nuevas criaturas capaces de sentirse movidos a misericordia. Nos damos cuenta como el pecado personal de muchos va cristalizando en leyes, normas y costumbres que sólo benefician a los poderosos y ricos de este mundo, a los acumuladores y opresores que se montan encima de los empobrecidos y dejados tirados y apaleados al lado del camino pr el que pasan religiosos o conocedores de la ley y miran para otro lado. El que se ha sentido culpable y ha sido personado, no puede pasar de largo, sino que se convierte en las manos y los pies del Señor actuando, se convierte en el seguidor del ejemplo del buen samaritano de la parábola.

Todo lo que beneficia a los poderosos, sean leyes, normas, concepciones del mercado, de la economía, de la justicia, todo lo que hace que algunos se enriquezcan y llenen sus graneros como el rico necio de la parábola, empobrece a otros. ¿De parte de quién estamos para no sentirnos culpables? ¿Cómo actuamos, cómo denunciamos, cómo nos convertimos en voceros de Dios, en sus manos y sus pies actuando en el mundo? ¿Cómo entendemos la vivencia de la espiritualidad cristiana?

A veces, he visitado iglesias y alguien me ha dicho que la eliminación de la pobreza está en manos de los políticos. Se echan para atrás, se echan fuera. No conocen la fuerza del Evangelio actuando en el mundo. No conocen sus responsabilidades cristianas. Pasan de largo como malos prójimos. No denuncian, no actúan, no comparten… no aman ni están dispuestos a dar arte de su tiempo, de sus bienes o de su vida a favor del prójimo necesitado. Caemos en la falta de misericordia. Yo quiero sentirme también culpable y ponerme delante de Dios para que Él me perdone y me use en la búsqueda de justicia, en la labor profética, en ser un vocero a favor de la justicia y del prójimo despojado de sus bienes y de su dignidad… es el camino.

Los cristianos tenemos que tener cuidado para que con nuestros comportamientos, nuestras faltas de compromiso, nuestras formas de vivir, nuestros estilos sociales, no ayuden a hacer cada vez más fuertes todas las estructuras, todos los mecanismos sociales marginantes y empobrecedores.

Una llamada a los cristianos: No nos comportemos ni asumamos los valores que están reforzando la injusticia y la opresión en el mundo, los valores antibíblicos que, como contravalores con los valores del Reino, entran en nuestras iglesias y en nuestras vidas alineándonos con los opresores del mundo.

Mejor sentirse culpables y pedir perdón. Dar la vuelta. Convertirse y cambiar de dirección siguiendo las sendas de justicia y de compromiso con el hombre. La conversión es tanto personal como social. Si nuestra conversión no repercute para nada en el ámbito social, deberíamos plantearnos si realmente se trata de la conversión verdadera hacia el Dios de la vida.
 

 


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COMENTARIOS

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Luis R.
27/01/2014
11:41 h
11
 
Daniel B. ¿Cuáles son los países del cuarto mundo? Yo creía que la expresión 'Cuarto Mundo' se reservaba al llamado Cuarto Mundo Urbano, a la pobreza urbana en las grandes ciudades.
 
Respondiendo a Luis R.

caren
25/01/2014
00:02 h
10
 
qué tenemos para dar? Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. 2 Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. 3 Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. 4 Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. 5 Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. 6 Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. 7 Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al
 
Respondiendo a caren

Daniel B
25/01/2014
00:02 h
9
 
Para #6: es solamente mi opinión, cada uno tiene la suya, vivimos en un país libre, la mia esta basada en mas de dos décadas de vivir y trabajar en países del tercer y cuarto mundo.
 
Respondiendo a Daniel B

Estéfano Olivares de la Madrid.
26/01/2014
23:17 h
8
 
Postulo que lo expresado en este artículo es una típica manifestación de “violencia simbólica” sobre la comunidad evangélica. Se trata de estrategias construidas socialmente en el contexto de esquemas asimétricos de poder (escritor-lector confiado). Es parte de una reproducción encubierta y sistemática., una violencia invisible, soterrada, subyacente, implícita o subterránea, una imposición arbitraria que convierte sus reclamos como evidentes e incuestionables. Lo grave es que posee efectos reales sobre las personas. Se busca crear confusión, temor, inseguridad, CULPA, menosprecio a la propia identidad.
 
Respondiendo a Estéfano Olivares de la Madrid.

ronaldo
23/01/2014
21:46 h
7
 
es verdad lo que dice este hombre, pasamos de largo donde hay nesecidad y no hacemos trabajos de buenos samaritanos es un deber ,,,,
 
Respondiendo a ronaldo

Arístides Pérez
23/01/2014
21:46 h
6
 
¡Qué manera de pensar, Daniel B! Triste, muy triste. Que disfrutes en solitario de lo que tienes.
 
Respondiendo a Arístides Pérez

quim
22/01/2014
16:56 h
5
 
CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA: Artículo 35 “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el DERECHO al trabajo, (...) Y A UNA REMUNERACIÓN SUFICIENTE PARA SATISFACER SUS NECESIDADES Y LAS DE SU FAMILIA (...) Artículo 39.1“Los poderes públicos aseguran la PROTECCIÓN SOCIAL, ECONÓMICA Y JURÍDICA DE LA FAMILIA”. Artículo 40 “Los poderes públicos promoverán las condiciones favorables para el progreso social y económico y para una distribución de la renta regional y personal más equitativa(...)
 
Respondiendo a quim

Daniel B
22/01/2014
16:56 h
4
 
Ni me siento culpable, ni soy culpable de la pobreza ni del hambre en el mundo, eso lo tengo clarísimo, he trabajado duro toda mi vida en este país y en el extranjero para dar de comer a mi familia y que tuvieran una vida digna, como millones de trabajadores y ahora nos quieren hacer creer que somos culpables del hambre en el mundo, increíble. Los verdaderos culpables son aquellos que están en esos países predicando todo los dia al pueblo y diciéndole que el culpable de su pobreza esta en occidente y muchos occidentales también creen a estos delincuentes.
 
Respondiendo a Daniel B

Pep Porta
21/01/2014
20:01 h
3
 
La liberación es del pecado. La injusticia siempre existirá en el mundo. Los derechos económicos están en relación al poder adquisitivo. Si no puedes costeártelos, no los tendrás. A los necesitados hay que ayudarles, sí. Y ellos son los primeros que han de ayudarse a sí mismos, también. Antes del derecho a tener está el deber de trabajar.
 
Respondiendo a Pep Porta

luis gomez
21/01/2014
20:01 h
2
 
Cuando veo en televisiones y radios'cristianas'como se saca el dinero a parados y arruinados asegurandoles que con su ofrenda liberan el poder de dios para solucionar su problema;me siento responsable y un poco culpable y de lo demas me siento solidario y en algun caso responsable,hago lo que puedo,pero no me atormento
 
Respondiendo a luis gomez

Febe Altar
21/01/2014
20:01 h
1
 
'El que se ha sentido culpable y ha sido personado, no puede pasar de largo'. Me ha gustado esta frase del autor. Me impacta su experiencia der que haya habido iglesias que le han dicho que trabajar por la eliminación de la pobreza es cosa de políticos y que no se den cuenta de la fuerza del Evangelio si, realmente, fuéramos cristianos comprometidos.
 



 
 
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