Los Derechos Divinos están a ras de lo humano así como los Derechos Humanos se codean con lo divino. Hay más coimplicación entre ambos de lo que a simple vista parece.
No cabe duda que a leer la Biblia nos damos cuenta de la importancia que el hombre tiene para Jesús. Yo ya he dicho muchas veces que el hombre para Jesús es el auténtico lugar sagrado por encima de los templos, los lugares religiosos en general, por encima de las leyes o costumbres religiosas. La persona, el hombre o la mujer, están por encima de todo como lugar sagrado por excelencia, como centro de la preocupación de Dios, como recomendación de Jesús para centrar nuestro amor que ha de ser semejante al amor que tenemos al mismo Dios.
Si entendiéramos bien esto, quizás sería más fácil entender que también la realización humana que ha culminado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, no puede ser ajena a Dios mismo. No sería muy difícil encontrarle también una fundamentación no ajena a la sensibilidad de un Dios que sufre con sus criaturas.
Muchas veces los cristianos en las iglesias queremos defender y proclamar los derechos “divinos” que tenemos, los derechos y obligaciones para con Dios. Por derechos que ellos han considerado divinos, creyentes de muchas confesiones religiosas han estado dispuestos a matar, a guerras “santas”. La iglesia ha estado dispuesta a pasar de perseguida a perseguidora. Queremos defender los derechos divinos y, así, permanecemos demasiado tiempo mirando al cielo y, en todo caso, a los que contravienen estos derechos. Pero, ¿quién defiende los Derechos Humanos?
La defensa de los Derechos Humanos se puede hacer, lógicamente, desde la defensa de los valores del Reino, donde lo humano y lo divino se entrelazan, si es que sabemos interpretarlos y no los espiritualizamos haciendo estos valores del Reino sólo Derechos Divinos, pero también se pueden defender desde realizaciones humanas, encarnadas en nuestra historia, aunque se hayan hecho desde posicionamientos antropológicos, filosóficos o éticos. Lo importante es defender la dignidad de un hombre que está hecho a imagen y semejanza de Dios mismo. Quien defiende la dignidad del hombre, se aproxima a Él, lo hace por Él, por el mismo Dios.
El Reino de Dios y sus valores que irrumpe en nuestra historia con el nacimiento de Jesús, no sólo se plantea desde los derechos divinos, sino que es todo un proyecto muy humano. Lo humano y lo divino se entremezclan. Nada humano es ajeno al proyecto del Reino de Dios en la tierra que ya está entre nosotros. Bastaría analizar los valores del Reino, el banquete del Reino, las prioridades de estos valores que quieren traer al primer plano de la realidad a los últimos y a los proscritos, a los sufrientes de la tierra.
Tanto el proyecto de vida de Jesús como el proyecto del Reino son humanizantes. El hombre como eje, como sujeto de liberación y de salvación, como receptor de la misericordia y del amor de los que dicen seguir al Maestro. En este mundo, la persona por encima de todo en semejanza con el amor que hemos de tener a Dios. Es el concepto de projimidad de Jesús que quizás aún no hemos entendido en su profundidad.
Jesús, profundamente humano, se convierte en denunciador de todos aquellos proyectos, leyes, normas religiosas, costumbres y personas que intentan someter al hombre en nombre de la religión, de los cumplimientos religiosos. ¿Qué defendía pues Jesús, Derechos Divinos o Derechos Humanos? Jesús se muestra especialmente duro cuando los que dejan tirados a los hombres o les someten, lo hacen en nombre de no sé qué derechos divinos, religiosos, espirituales.
Quien desprecia lo humano, está despreciando lo divino. Quizás desde esta perspectiva será más fácil el entender el por qué los cristianos también hemos de estar del lado de los Derechos Humanos y no ponernos solamente del lado de los Derechos Divinos porque, quien realmente se pone de lado de los Derechos Divinos no puede hacer otra cosa que ponerse del lado de los Derechos Humanos.
Toda contraposición que hace valoraciones dejando de lado los Derechos Humanos en nombre de los Derechos Divinos, es falsa. Lo humano, lo divino y lo espiritual, no pueden usarse unos en detrimento de los otros, sino que forman todo un conjunto coimplicado e indivisible. Dios nunca va a ponerse del lado de lo divino en detrimento u olvido de lo humano. Así, los Derechos Humanos y todo lo relacionado con un proyecto humanizante está en la sensibilidad de Dios y nunca se debe posponer, olvidar o contraponer a cualquier derecho relacionado con lo divino.
Dios se humaniza para hacer un mundo más humano sin quitar para nada la trascendencia salvífica de su nacimiento como hombre. En Jesús lo humano y lo divino se unen. Dios se humaniza para, así, ponerse del lado también de todos aquellos derechos que humanizan al hombre, que le dignifican como persona creada a la imagen de Dios mismo. Con la defensa del hombre, Jesús se pone del lado de lo divino, del Padre.
Por eso desde estas páginas y desde la perspectiva cristiana defendemos los Derechos Humanos y consideramos que están en línea con los valores bíblicos que se recogen en los Evangelios como valores del Reino, siempre guardando las distancias de la excelsitud del texto bíblico inspirado y sin querer reducir la Biblia a un logro exclusivo de los hombres. Sabemos y creemos que la Biblia es Palabra de Dios.
Podemos entrar en el Reino de Dios, no porque somos ángeles, sino porque somos personas humanas. Por eso, cristianos, dejad las relaciones de dominio, de opresión de unos hombres contra otros, dejad toda prepotencia, no os creáis superiores los unos a los otros, ni por cultura ni, menos aún, por haber aumentado vuestros graneros. Esos aumentos son siempre insolidarios. No mostréis superioridades insanas unos contra otros, sino manteneros en la humildad
“considerando a los otros como superiores a nosotros mismos” como dice la Biblia.
Abandonad todo prejuicio de raza, de cultura, de posición social, de status religioso… son cargas que impiden el desarrollo tanto de los derechos divinos como de los Derechos Humanos y, por ende impiden el desarrollo de los derechos de Dios en la tierra.
No antepongáis los derechos divinos a los humanos. Caminan juntos. El hombre es creación e imagen y semejanza de su Creador. Defended los Derechos Humanos de la misma forma en que estáis dispuestos a trabajar, luchar y vivir por los Derechos Divinos.
Entended, pues, el por qué de esta serie sobre “Los Derechos Humanos, los cristianos y los pobres”. El Evangelio es tan integral como la vida humana misma. Evangelio y vida caminan juntos… igual que Dios y el hombre.
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