La ofrenda de la viuda pobre:
“Levantando Los ojos vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas. Vio también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas”. (Ver Lucas 21:1-4). Corazón de rico, corazón de pobre.Probablemente este sea uno de los textos más en la línea del Evangelio a los pobres. Dios mismo está pendiente tanto del corazón del rico, como del corazón del pobre.
La mirada de Jesús no era simplemente cuantitativa, sino cualitativa, valoradora del sentir del hombre, de su situación espiritual. Veía a los ricos que, ostentosamente, echaban de lo que les sobraba. Corazón de rico. Sin hacer esfuerzo, se ganaban la admiración de los que contemplaban lo que se echaba en el arca de las ofrendas. Vestidos de lujo, dejaban caer desde su mano anillada y deslumbrante, algo de lo que no necesitaban, de lo que les sobraba.
El corazón de los ricos no atraía al Maestro. Jesús no se dejó deslumbrar por estos gestos de los ricos ostentosos, pero tacaños e impregnados de fachada hipócrita, sino que, siguiendo los parámetros del Evangelio a los pobres, aprueba la acción de una viuda “muy pobre” que echó en el arca dos centimillos… Todo lo que tenía para su sustento. Corazón de pobre.
Jesús no sólo aprueba la acción de la empobrecida, sino que la compara con los ricos. Corazón de rico, versus corazón de pobre.
En la comparación triunfa el corazón de la viuda pobre que es acogida como ejemplo a seguir. Los pobres, los sencillos, los humildes, los “sin hacienda” y muchos proscritos formaban un grupo muy especial de personas rechazadas hasta de los rituales religiosos de los autojustificados. Era el grupo destinatario específico de su Evangelio.
No se nombra a ningún otro grupo en la Biblia como destinatario específico del Evangelio, aunque el Evangelio es claramente para todos. Es por eso que se puede hablar, y de hecho Jesús habló, del Evangelio a los pobres. La viuda era
“muy pobre”, pero en el análisis cualitativo y comparativo que Jesús hace del corazón de los ricos y del de la viuda pobre, ésta sale de
“los últimos a los primeros” como era típico en las líneas del Evangelio de Jesús.
Corazón de pobre. Viuda muy pobre, pero sobrada en generosidad hasta dar todo lo que tenía sin ostentosidad, con humildad, sin prepotencia y sin considerarse digna de que el Maestro se fijara en ella… como ocurría con todos los destinatarios específicos del Evangelio, del Evangelio a los pobres. Son el patrón, el modelo, el icono y ejemplo a seguir por aquellos que quieren ser acogidos en el banquete del Reino. Para ello hay que tener corazón de pobre.
El contexto: el de Jesús acusando a los escribas. Por tanto el icono de la viuda muy pobre contrasta con el de los ricos y el de los religiosos ostentosamente hipócritas. Jesús compara y analiza el corazón de las personas, para llegar a la inversión de valores que todavía hoy escandaliza al mundo. Es una inversión de valores, en la línea de los valores del Reino, que resulta escandalosa para los que no quieren entender el Evangelio a los pobres:
“Los últimos serán los primeros”. Quien no comprenda este trastoque de valores, no entenderá nunca el Evangelio de Jesús. No tiene el corazón de pobre.
En el contexto, Jesús acusa a los escribas: ropas largas, salutaciones en las plazas, apariencias, querer las primeras sillas en las sinagogas, los primeros asientos en las cenas. Junto a éstos los ricos, aparentando echar orondas ofrendas, cuando solamente echaban de lo que les sobraba… corazones de rico.
Jesús rechaza la hipocresía, las fachadas de apariencias bellas y santurronas… eran
sepulcros blanqueados por fuera, pero llenos de putrefacción. Hacían largas oraciones, mientras devoraban las casas de las viudas. Jesús toma el gran contraste entre los ricos y los religiosos hipócritas, para ensalzar la figura de esta viuda
“muy pobre”. Estos contrastes le sirven para el trastoque de valores, para ir exponiendo los auténticos valores del Reino que son contracultura con los valores de los ricos y los religiosos cumplidores del momento.
Después de la historia de la ofrenda de la viuda
“muy pobre”, o sea en el contexto posterior a la historia de esta viuda, se da el hecho de que algunos sólo veían en el templo hermosas piedras y ofrendas votivas… desde los corazones de rico.
Eran gente que, como los ricos y los religiosos, se quedaban en las apariencias, incluso veían sólo las apariencias del templo y no su función o su finalidad de ser lugar de adoración y oración. Jesús escucha a éstos que hablaban de las hermosas piedras, del lujo, de la apariencia bella del templo y les corta y destruye sus ilusiones con esta frase:
“En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida”. Un duro golpe al sentimentalismo de los corazones de los ricos.
Me recuerda al soliloquio del rico necio al que el Señor le tiene que decir: “Esta noche vienen a pedirte tu alma”. En el fondo todo acaba con la destrucción y con la muerte. Afortunadamente, para Jesús la adoración a Dios no necesitaba de la mediación del templo.
Hoy la iglesia, si quiere ser iglesia del Reino e iglesia de los pobres, también debe saber mirar como Jesús, tanto a los ricos como a los pobres. Debe tener corazón de pobre. Debe valorar las características del corazón del rico y las del corazón de pobre. Sus valoraciones deben ser las del Maestro.
Que la iglesia no ponga en los primeros lugares ni se deje deslumbrar por algunos que donan ostentosamente, cantidades respetables, aunque sean de lo que les sobra y no tengan ni un corazón generoso ni solidario. Que la iglesia vuelva su mirada a los pobres, a los sencillos, a los humildes… y desde ahí que lance sus mensajes evangelizadores al mundo. Era el método de Jesús que nunca habló desde los integrados del sistema, sino desde los tirados al lado del camino. Esa es la inversión de valores que hoy debe hacer la iglesia.
Señor, danos un corazón de pobre, generoso hasta darlo todo. No permitas que quedemos deslumbrados por los corazones de los ricos de la tierra.
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