El tweet de Dios sobre las enseñanzas engañadoras

Aquellos cuatro adolescentes hebreos habían sido desarraigados de la tierra de sus antepasados y llevados a la capital del paganismo, para servir en la misma corte desde donde el gran monarca regía su imperio. Con ellos también fueron llevados otros muchachos hebreos, de los cuales no se saben sus nombres. Pero de los cuatro primeros sí los conocemos, llamándose uno Daniel, otro Ananías, otro Misael y el cuarto Azarías. Sus nombres, que sus padres les habían dado en el momento en que fueron circuncidados, hacían todos referencia a Dios, pues el primero significa ‘mi juez es Dios’, el segundo ‘la gracia del Señor’, el tercero ‘quién es como Dios’ y el cuarto ‘el Señor es ayuda’. Es indudable que en los nombres de estos muchachos había una proclamación del Dios de Israel.

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Pero nada más llegar a la corte pagana lo primero que se hizo con ellos fue cambiarles sus nombres. Y así es como a Daniel se le llamó Beltsasar, que quiere decir príncipe de Bel, siendo Bel la divinidad que según la mitología pagana era señor del mundo, a Ananías le pusieron el nombre de Sadrac, cuyo significado puede referirse al dios luna de esa misma mitología, a Misael le cambiaron el nombre por el de Mesac, que significa huésped del rey, y a Azarías le dieron el nombre de Abed-nego, que significa siervo de Mercurio.

Es evidente que los cambios de sus nombres tenían un propósito muy definido, consistente en cambiar sus identidades. El nombre de una persona es su identidad y si ese nombre tiene un significado, entonces despojarlo de su nombre y darle otro es cambiarle su identidad. En el caso de estos cuatro muchachos el propósito era despojarlos de su identidad hebrea, con todo lo que eso conllevaba, para hacer de ellos, con los nuevos nombres, auténticos paganos. Si sus nombres originales proclamaban el nombre del verdadero Dios, los nuevos nombres declaraban los nombres de falsas divinidades. Se trataba de robarles su identidad judía para darles una identidad pagana, acorde con el nuevo ambiente en el que ahora se moverían.

Sin embargo, y contra todo pronóstico, estos muchachos no permitieron que su identidad esencial les fuera robada, por lo cual se comprometieron a ser fieles a Dios, a ese Dios verdadero al que sus nombres se referían, no importara el coste que les supusiera. En su caso sus nombres no eran simplemente un apelativo más o menos bien sonante, sino una realidad que no podían traicionar sin dejar de ser ellos mismos. Otros muchachos judíos que fueron llevados con ellos se adaptaron bien al cambio y aceptaron lo que los paganos quisieron imponerles. Para ellos, el cambio de Dios por los dioses fue relativamente fácil. Pero aquel cuarteto de héroes permaneció firme en medio de la poderosa corriente dominante.

Los jóvenes actuales se enfrentan hoy a una encrucijada crucial, valga la redundancia, porque el paganismo actual se ha propuesto cambiarles sus identidades, a base de una enseñanza que revuelve los fundamentos básicos de la persona. Los promotores de esta enseñanza publican sus falsedades por doquier, desde las aulas de escuelas e institutos, pasando por parlamentos nacionales, hasta los medios de comunicación, por lo cual sus voces tienen mucho volumen. Seguramente, como en el ambiente pagano de antaño, muchos van a claudicar, porque cuando la presión se agranda pocos hay que estén dispuestos a resistirla. Sin embargo, igual que antaño, va a haber quienes valientemente se van a oponer al falso sistema de cosas dominante, triunfando sobre el mismo.

Hay que tener las cosas muy claras en este tiempo, para no ser arrollados por este vendaval de mentiras al que estamos asistiendo. Aquellos que no las tengan claras van a ser vencidos, sucumbiendo ante lo nuevo que parece, aparentemente, ser muy atractivo. Si no se tienen agarraderos firmes, las patrañas de estos modernos fabuladores se van a llevar por delante a muchos. Pero aquellos que, como aquel cuarteto de valientes de la antigüedad, sepan dónde están sus fundamentos, no serán conmovidos, no importa cuánta fuerza haya adquirido el nuevo paganismo.

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Hay un tweet de Dios que dice lo siguiente: ‘Cesa, hijo mío, de oír las enseñanzas que te hacen divagar de las razones de la sabiduría.’ (Proverbios 19:27). El texto muestra a un muchacho al que han llegado a sus oídos ciertas enseñanzas, de un carácter tal que tienen como propósito apartarlo del conocimiento verdadero. La voz del padre le insta a que deje de prestar atención a ese nocivo discurso, que le va a extraviar y perder. 

El joven cristiano, si quiere tener la victoria en medio del actual conflicto, no tiene más alternativa que la Palabra de Dios gobernando su corazón, modelando su pensamiento y rigiendo su vida. Sin esa Palabra, los embusteros conseguirán fácilmente su proyecto, que es robar, confundir y trastocar identidades.

Daniel, Ananías, Misael y Azarías son ejemplos y prototipos de integridad y fidelidad, de los que tomar nota, en este tiempo de paganismo vocinglero y desaforado.