El tweet de Dios sobre la ganancia añadida dada a los que ya tienen

El mundo de las finanzas funciona según el principio de que quien ya tiene consigue más y de que quien apenas tiene, se queda sin lo que tiene. Y no hace falta ser un magnate financiero para descubrir que es así, porque el que tiene una ajustada cuenta bancaria comprobará que las comisiones se cebarán sobre ella, al no ser rentable para la entidad donde está, mientras que el que tiene una abultada cuenta constatará que no solo no hay tal merma sino que hay incremento de su saldo. Y es que el dinero llama al dinero, aunque habría que matizar la frase de esta manera: la abundancia de dinero llama al dinero, pero la escasez de dinero llama a la carencia.

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Pero resulta que este principio tan material ya lo usó Jesús hace dos mil años en dos de sus ilustraciones, cuando habló del encargo que un noble dejó a sus siervos, al mandarles que negociaran, en su ausencia, con determinada cantidad de dinero. A su regreso, les pidió cuentas de lo que habían hecho con la encomienda, resultando que unos consiguieron sumar a la cantidad recibida, lo que tuvo como remuneración amplia recompensa. Pero hubo otros que no hicieron nada con el dinero, teniéndolo guardado y devolviéndolo a su señor, tal cual lo habían recibido. La reacción fue inmediata, al ordenar que se les quitara lo que se les había entregado y se les diera a los que más habían conseguido. 

En una de las dos ilustraciones hubo quienes protestaron por esta decisión, que les parecía injusta, argumentando que ya tenían mucho para que se les diera todavía más. Pero la respuesta no dejó lugar a dudas, porque estableció el principio de que a quien más tiene, más se le dará, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y es que el esfuerzo tiene su retribución y la desidia la suya, tal como se desprende de Mateo 25:29 y Lucas 19:26. Es toda una lección imperecedera, extraída del mundo de los negocios y aplicada a la vida cristiana.

Hay un tweet de Dios que dice lo siguiente: ‘Él provee de sana sabiduría a los rectos; es escudo a los que caminan rectamente.’ (Proverbios 2:7). El texto contiene dos partes, mencionándose en ambas a personas que están andando bien. En la primera se refiere a los rectos, esto es, a los que yendo por el camino recto enderezan sus pasos para que concuerden con ese camino; en la segunda parte se refiere literalmente a los íntegros, es decir, a los que de corazón sincero, sin doblez, andan por ese mismo camino. En las dos partes, pues, se menciona a quienes tienen, que ya poseen algo precioso, como es la rectitud y la integridad. Pues bien, a ellos se les añade más.

Pero antes de nada, es preciso preguntarse quién es el que les añade a lo que ya tienen, respuesta que no es difícil encontrar, porque es Dios quien lo hace. Así pues, la enseñanza de que los que tienen consiguen todavía más, vuelve a aparecer en este pasaje de la Biblia, no siendo el resultado del capricho, de la suerte o de la parcialidad, sino de la intervención de Dios a su favor.

Hay algunas palabras que merece la pena considerar en el texto, siendo una la que se ha traducido como ‘provee’, la cual tiene el significado de lo que se atesora. Ahora bien, lo que se atesora es lo de mucho valor, que se reserva no para entregarlo a un irresponsable que lo dilapide, sino para ponerlo en manos de quien ha dado muestras de apreciarlo. Y ¿qué es lo que Dios ha reservado? La traducción Reina-Valera del 60 lo ha vertido como ‘sana sabiduría’, pero el término expresa más bien lo que está en posición erguida, es decir, recta. Por tanto, lo que Dios reserva para los rectos es rectitud y, de esa manera, de lo que tienen, rectitud, se les da más, de modo que experimentan un incremento añadido de lo que ya poseen.

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Y para los que andan íntegramente, Dios es el escudo que protege su integridad, pues hay muchos dardos lanzados sobre ellos, a fin de destruir su integridad. Que se trata de una guerra no cabe ponerlo en duda, porque la defensa que se menciona es el arma que empleaba la infantería en el combate, para proteger su cuerpo de los ataques del enemigo. La palabra escudo es uno de los vocablos a los que repetidamente David se refiere, dado que conocía bien lo que eran las contiendas militares, empleándola para significar el escudo que Dios era para él, ante tantos asaltos, no simplemente físicos, a los que estuvo sujeto. Los que andan en integridad reciben, por añadidura, la protección de Dios sobre la misma, de forma que esa integridad queda reforzada. O lo que es igual, de lo que ya tienen, se les da más.

Mientras que en el mundo del dinero la máxima de tener para tener más es mero materialismo, en la vida espiritual es una norma que Dios ha establecido, para motivar y alentar a los que quieren complacerlo.