En la soledad

En la mañana recibí algo que ni sé quien lo escribió, pero la verdad es que me hizo muchísimo bien, y cuando me pongo a escribir, después de haber empleado bastante tiempo en transmitir a un grupo de iglesia una petición de oración muy complicada por pedido de una hermana anciana que estaba hecha un mar de lágrimas, supe que tenía que abordar un poquito este tema.

Os resumo en mis propias palabras el escrito:

Una de las casas donde entrego periódicos tenía el buzón bloqueado, así que llamé a la puerta. Un hombre mayor bien conocido por mí que se llamaba David, me abrió la puerta con el paso un tanto vacilante, entonces le pregunté porqué había bloqueado el buzón, me respondió que lo había bloqueado a propósito y sonrió... “Quiero que me entregues el periódico todos los días en persona. Con expresión suplicante, añadió: "Si alguna vez llega el día en que llamas a la puerta y no encuentras respuesta, ¡llama a la policía!. Me sorprendí y pregunté, ¿por qué señor?. Él respondió, "Mi esposa falleció, mi hijo está en el extranjero y yo vivo aquí solo ¿quién sabe cuándo llegará mi hora?. En ese momento vi los ojos húmedos y nublados del anciano. Luego dijo, además nunca leo el periódico, me suscribo sólo para escuchar el sonido de los golpes o el timbre de la puerta; para ver una cara familiar e intercambiar algunas bromas; juntó las manos y dijo, ¡joven hazme un favor! Aquí tienes el número de teléfono de mi hijo en el extranjero, si un día llamas a la puerta y no contesto, llama a mi hijo para informarle.

La conclusión a la que llegaba quien compartió esta historia era que se dio cuenta de que hay muchas personas mayores de las que muchas veces nos olvidamos que están ahí necesitándonos. Solitarios y solitarias entre nuestro círculo de amigos, y reflexionaba sobre lo poquito que nos cuesta, un simple mensaje de WhatsApp o algo semejante, y entre otras muchas cosas concluía diciendo que sus ojos se empañaron de lágrimas.

Lo cierto es que aquel sencillo escrito conmovió mi corazón, pensando no sólo en los ancianos solitarios y desvalidos; sino en tantas y tantas personas que por alguna razón se sienten del mismo modo y tan sólo necesitamos parar por un ratito nuestros “trabajos importantes e imprescindibles” y llamar al teléfono, acercarnos a verlos, enviarles un mensaje por el medio que sea e intentar transmitirles un poquito de aquello que tanto necesitan.... compañía, tiempo, cariño, comprensión, ser escuchados...

“La soledad se admira y desea cuando no se sufre, pero la necesidad humana de compartir cosas es evidente.”

Carmen Martín Gaite

“La soledad es muy hermosa... cuando se tiene alguien a quien decírselo.”

Gustavo Adolfo Bécquer

“Poned atención: un corazón solitario no es un corazón.”

Antonio Machado

Desde muy joven siempre sentí compasión por las personas que sufren, las que están solas, enfermas.... Y no sé porqué razón , desde siempre las personas con problemas siempre se acercan a mí y me buscan; es algo que me conmueve el corazón. Siempre me encantó el tema de la visitación y la labor pastoral en este sentido, la llevo muy dentro de mí. Pero confieso que, tal vez por circunstancias que me han ocurrido en los últimos tiempos, una buena amiga me dice que quiere quedar conmigo para tomar un café y charlar... y nunca encuentro el tiempo.

Hoy es muy fácil contactar de otros modos sin salir de casa y ¡tenemos cosas tan prioritarias qué hacer! Que recuerdo con una especie de dolor y nostalgia los tiempos donde todo era más sencillo y el hacer una visita era un placer para mí.

Sé bien que es mucho más fácil y rápido contactar con quien nos necesita de un modo virtual, sigue existiendo el teléfono, tal vez algo más cercano; pero sigo extrañando el cafecito en compañía, reír o llorar junto a alguien, un abrazo lleno de cariño sincero, orar y de rodillas en la intimidad de una sala o leer la Biblia de papel y no en la frialdad de un móvil. Avanzamos tanto y tan bien en tantas áreas, pero creo que nos vamos dejando por el camino unas cuantas de mucho valor.

Termino con tres cosas, en primer lugar un precioso texto de la Escritura:

“No tengas miedo, porque yo estoy contigo;

no te desalientes, porque yo soy tu Dios.

Te daré fuerzas y te ayudaré;

te sostendré con mi mano derecha victoriosa.”

Isaías 41:10

En segundo lugar quiero invitarte a ir a aquel que estará a tu lado a cada instante de tu caminar, si le aceptas en tu corazón, es JESÚS. Le invité a entrar en mi corazón cuando era una niña y he pasado por los fuegos más fuertes y las aguas más turbulentas, y puedo decir que jamás me ha dejado ni desamparado. Su presencia y compañía son una constante en mi vida hasta llegar a su presencia.

Y en último lugar quiero dejarte con una canción infinitamente deliciosa, son Majo y Dan cantando.... “LLÉVAME A LA CRUZ”

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[title]Por un año más[/title]

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