Soportando con amor

“Soy un ser imperfecto, amado por un Dios perfecto”.

Instagram.com- Jesús EsLove

“El Señor se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.

Jeremías 31: 3

Siempre me gustó trabajar con chicos, a fin de cuentas sería mi profesión secular si no fuera porque junto con mi esposo salimos al ministerio a todo tiempo desde bien jóvenes y el Señor nos fue guiando por donde él ha querido y conforme a los dones que depositó en nosotros hasta el día de hoy; pero me encanta trabajar con niños o adolescentes y; aunque mi Señor me llevó por otros caminos, mi gran sueño siempre fue ir de misionera a un continente al que no puedo dejar de amar, un continente que hoy pasa por momentos especialmente difíciles. ¡África! 

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Me encantan los campamentos para niños y adolescentes, fui cuando era niña y siempre lo disfruté a morir, hemos hecho multitud de retiros para todas las edades con compañeros de ministerio y realmente fue una época preciosa; pero en un momento, una iglesia donde siempre se hicieron campamentos, nos solicitó para realizar dos turnos, uno para niños y otro para adolescentes; de modo que todo un mes del verano, nos íbamos con nuestros hijos y el coche hasta los topes para pasarlo trabajando y disfrutando a partes iguales, en aquel lugar maravilloso.

Lo cierto es que los hermanos de la iglesia se volcaron a tope, hicieron muchos cambios y fueron muchas las veces que nos ayudaban económicamente o de cualquier otro modo.

Pronto me di cuenta que una cosa es ir a cualquier lado a dar las clases y otra llevar la dirección. A dar clases había ido muchas veces a diferentes lugares; pero dirigir y que todo dependa de, en este caso nosotros dos… eso era otra cosa.

Todo comenzaba antes de ir, buscar profesores, monitores…. Y  después todo lo que puede suceder en un campamento, desde que alguien se enferme, alguien salga un poquito retorcido y lidiar con miles de cosas; es precioso y lo volvería a hacer, pero la responsabilidad y las lágrimas que en ocasiones he llorado, reconozco que en algunos momentos me pudieron.

Un día los llevamos al circo, iban felices y nosotros también pero a mí me agobiaba muchísimo el tema de que alguno se nos perdiera o cualquier otro tipo de cosa. Cuando regresábamos, un monitor querido amigo y compañero de iglesia que venía con toda la familia, al  final dijo con ganas: “Estos hacen de todo, parecemos nosotros” y nos reímos con ganas. A los niños les encantó, pero el circo no es que tuviera demasiado personal, y podíamos darnos cuenta como se cambiaban de traje, y función una vez tras otra ¡fue especial!

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Nunca podre olvidar a uno de nuestros chicos, era el turno de los adolescentes, creo que el más difícil; vuelan las feromonas por el aire como mariposas, algunos se rebelan a lo que sea, otros son una bendición…. Es realmente difícil, pero lo hice con gusto, a mí me tocaba encargarme, entre otras muchas cosas, de organizar y elegir a los monitores, y procuraba que fuera un grupo especial y tratarlos lo mejor que podía, pero trabajábamos todos un montón.

La personita en cuestión, a la que me he referido anteriormente, tenía la virtud de sacarme de mis casillas, no tenía ni vergüenza de nada, iba por libre, y en una ocasión hubo que llegar a un castigo fuerte, evitando hablar con sus padres o enviarla a su casa. El castigo consistía en no poder bajar a la playa y no asistir a las veladas, al menos durante un tiempo; pero no sé lo que tenía por dentro. Recuerdo una ocasión de algunas de las que me tocó a mí quedar en el campamento, y era como si lo hiciera a propósito; tenía la habilidad de hacer lo que fuera con tal de hacerme saltar, y aquel día se pasó tanto que realmente salté a lo grande; le dio igual todo. No sé que es de él al día de hoy, de aquella personita, le pedí la pista; pero todos estos recuerdos me hacen meditar en algo, en lo difícil que nos resulta amar cuando sucede algo parecido.

Fueron muchas las veces en las que la mansedumbre de Moisés le hizo realmente soportar a unos israelitas, en muchas ocasiones, quejumbrosos, rebeldes y desagradecidos. Eso lo llevaba a orar y reflexionar como, a pesar de todo, Dios provee y es fiel para con sus hijos rebeldes.

Al relatar la historia del éxodo de los israelitas, el apóstol Pablo dijo:

“Y por un tiempo como  de cuarenta años, Dios los soportó en el desierto”.  (Hechos 13: 18)

Una de las connotaciones en griego de la palabra “soportó” se refiere a proveer pacientemente para suplir las necesidades de las personas; aunque no muestren el menor agradecimiento. Y todo esto me lleva al título de este artículo y hacia donde quiero ir y dejar con vosotros, lo que sucede con aquellas personas, como mi querido adolescente difícil al que me era difícil de amar.

Al final, todo terminaba felizmente, la noche anterior al domingo con toda una función en la iglesia, preparábamos una fiesta muy especial, al estilo de las graduaciones en América del Norte antes de ir a la universidad… se buscaban pareja, se vestían especialmente, las cocineras se esmeraban de forma especial…… Y cuando los chicos ya se habían marchado, todo el equipo lo celebrábamos de modo muy especial, les regalábamos una cena fuera, en la que muertos de cansancio…. como los del circo, recordábamos todos los incidentes y dábamos gracias al Señor. Guardo recuerdos maravillosos de aquellos años, y espero que la mayoría de aquellos chicos nos recuerden con cariño, y que las enseñanzas y todo lo vivido, lo guarden por siempre muy dentro de sus corazones.

La iglesia se trataba de nuestra amada iglesia del Señor en Castiñeiras, y los profesores que vinieron desde el primer año para los campamentos de niños, eran nuestros queridos amigos y consiervos Sara y Samuel Penalva.

Desde aquí mi agradecimiento más profundo para cada niño, profesor, monitor, cocineras maravillosas e incansables….. la preciosa iglesia y a todos los que ayudaron de algún modo.

Y hoy que todo esto volvió a mi corazón como una especie de viento fresco lleno de recuerdos maravillosos, quiero recordarme a mí misma y a todos vosotros el modo de amar a alguien difícil, del mismo modo que nos ama Dios a nosotros cuando nos comportamos de igual modo.

¡Y al final, habrá fiesta, igual que la que preparó el padre del hijo prodigo, ese es nuestro Dios y a él debemos imitar!