Su histórico estudio aún sonroja por su denuncia. "Es más fácil reclutar niños como soldados por la proliferación de armas ligeras de bajo costo".
"Si yo tuviera el tiempo en mis manos haría lo mismo otra vez. Lo mismo que haría cualquier hombre que se atreva a llamarse a sí mismo un hombre".
"Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo".
"Aprendí que el coraje no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El valiente no es el que no siente miedo, sino el que vence ese temor".
Nelson Mandela
Hace unos cuantos años, se hizo una encuesta a nivel mundial, para lograr saber cual era el deseo más grande de las personas. Fue un trabajo bueno, íntegro, y que reflejó la realidad. El más grande deseo de la gran mayoría de las personas del mundo fue, sorprendentemente para algunos, la paz, la paz a todos los niveles, tanto física y exterior, como internamente, paz por dentro. Esto es algo que comprendo al completo.
Hay una frase muy buena y muy conocida, y aquí estoy llevando el tema a mi terreno…..
“La paz no es la ausencia de problemas; sino la presencia de Dios en la vida”
Pero hay una frase que nos puede ayudar a entender unas cuantas cosas:
“La paz no es sólo ausencia de violencia, sino vida compartida”
Y hablando de paz, supongo que nuestra mente vuela, sobre todo a alguien como Nelson Mandela, creo que no me equivoco demasiado si lo califico como una de los mayores ejemplos de vida entregada por la causa de la paz. Llevo semanas pensando en esta gran figura de la humanidad, por alguna razón. Refresqué mis conocimientos sobre este gran hombre que pasó 27 años en la cárcel en su lucha por conseguir la paz y la libertad, aprendí algunas cosas nuevas que desconocía, y como mujer, me paré un buen rato a considerar la vida de sus tres esposas. Mandela, no era hombre de casarse con alguien que no compartiera, al menos de forma muy grande, sus ideales; lo cual me parece fantástico. Hoy me quiero parar con su última esposa, con la que se caso el día que cumplío 80 años y teniendo ella 52. Estaría junto a él por el resto de sus días, Graça Machel, una mujer nacida para tejer paz, paz; aunque de diferentes modos y a ello dedicó toda su vida.
El viejo tópico de que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer no se cumple con ella. Y tampoco la previsible comparación con Jacqueline Kennedy (se la ha llamado "la Jacqueline Kennedy africana"). Porque Graça Machel no ha estado a la sombra de Madiba; sino justo a su lado, en una lucha paralela. Y precisamente, fue su compromiso social el que la rescató de la vitrina de los iconos a la que la muerte en 1986 de su primer marido, el presidente mozambiqueño Samora Machel, iba a relegarla.
Esta mujer, que sólo en escasas ocasiones ha hablado de Mandela, seguramente para no empañar sus propias reivindicaciones sociales, es como él, una luchadora infatigable por los derechos sociales, especialmente por los de los niños y las mujeres. De hecho, "por su trabajo en defensa y por la dignidad de la mujer" recibió en 1998 el premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, junto con Emma Bonino y Rigoberta Menchú, entre otras.
A diferencia de Mandela, de ascendencia noble, los orígenes de Graça Simbine -su apellido verdadero- son campesinos. Nació en Mozambique, en 1946, cuando el país aún era una colonia portuguesa. Su padre, un ministro metodista que apenas sabía leer y escribir, murió antes de que ella naciera, e hizo prometer a su madre que le daría una buena educación,algo que fue posible gracias al tesón de la familia y las becas. "Yo fui una niña pobre que consiguió ir al colegio porque todos mis hermanos trabajaron para que me educara. Después, una beca de la Iglesia Metodista me permitió ir a Portugal a estudiar en la universidad".
En Secundaria era la única negra en una clase de 40 alumnas blancas. Fue el detonante de su lucha: comenzó a hacerse preguntas. "¿Por qué me tengo que sentir extranjera en mi propio país?".
Tras licenciarse en Filología Germánica en Lisboa, regresó a Mozambique en 1973. Se dedicó a la enseñanza con el firme compromiso de liberar y educar a los suyos, pero dar clases parecía no ser suficiente para cambiar las cosas.
Así, como Mandela, vio en la violencia una forma de provocar el cambio. Se unió al Frente para la Liberación de Mozambique y fue entrenada como guerrillera. En esa época turbulenta conoció a Samora, el líder del movimiento. "Tenía 17 años y estaba indignada porque mi país era una colonia de Portugal. Soportábamos una situación que nos convertía en ciudadanos de segunda en nuestra propia patria. Para luchar, me fui de guerrillera a Tanzania y conseguimos entrar en Mozambique para proseguir la guerra. Y Samora estaba allí, en el frente, y juntos avanzábamos en el mismo camino".
Se casaron en 1975, dos meses después de que Mozambique adquiriera la independencia y Samora fuese nombrado presidente. También entonces, con su conocida frase "yo no soy la esposa de Samora, yo soy yo", Graça dejaba bien clara su independencia. Se convirtió en Ministra de Educación y Cultura. "Fui 13 años ministra, estoy muy orgullosa de aquella época", dice. Logró que la tasa de escolarización infantil, del 40 % en 1975, alcanzara al 90 % de los niños y al 75 % de las niñas en 1989, al finalizar su mandato.
Sin embargo, esa incipiente renovación se vio interrumpida por una guerra civil y por el accidente aéreo mortal -aún no aclarado (se sospecha que detrás estaba el régimen racista sudafricano) que sufrió Samora en 1986. Madre de dos hijos, Josina Z.Machel y Malengani Machel, Graça dejó la vida pública, pero en 1994 Butros-Ghali, por entonces secretario general de la ONU, la nombró presidenta de la Comisión de Estudios de Naciones Unidas sobre el Impacto de los Conflictos Armados en la Infancia. El estudio que realizó, conocido como informe Machel, hoy histórico, aun sonroja por su carga de denuncia. "Se ha hecho más fácil reclutar a niños como soldados por la proliferación de armas ligeras de bajo costo. Algunos fusiles son tan livianos que hasta los párvulos pueden acarrearlos y tan sencillos que un niño de 10 años puede desarmarlos y volverlos a armar".
Se casó con Madiba en 1998, cuando él ya era un anciano. La unión "del padre de la nación y la viuda de la revolución" no consistió en un flechazo: "No fue amor a primera vista, “conmigo esas cosas no pasan", ha dicho Machel. Y agrega: "Compartíamos un modo de ver la vida modelado por las mismas inquietudes". Se trataba simplemente de dos compañeros que se reconocen y se unen.
A pesar de vivir retirados, ella continuaba su lucha (por ejemplo, con los microcréditos Tchuma para la mujer). "Ponemos cierto poder en manos de los más pobres. Les damos algún control sobre sus propias vidas". Natural, noble, alejada de las luchas hereditarias de los Mandela y siempre buscando la reconciliación, sólo ha dejado su labor para cuidarlo en los últimos meses.
Se podría escribir muchísimo más sobre esta increíble mujer; pero no lo voy a hacer. Muchos me podríais preguntar como la puse por título a este artículo…… Graça Machel, nacida para tejer paz, cuando luchó y en todos los sentidos por sus ideales.
Para conseguir lo que se cree correcto, no es cuestión de sentarse y esperar a que sucedan los acontecimientos que esperamos. Ella se negó a hacer precisamente eso y lo logró con creces.
Toda esta historia de vida que me fascina, me lleva al gran Amor de mi vida, El Señor Jesús, Dios hecho hombre para cambiar radicalmente el mundo, y lograr nuestra salvación y vida eterna a través de su muerte en la bendita Cruz del Calvario, y su mismísima resurrección y victoria sobre la muerte. Vendrá por segunda y gloriosa vez, y siguiendo un orden escatológico correcto bíblícamente, será una realidad en perfección todo aquelló por lo que trabajo, luchó, predicó, enseñó en paz, Jesús de Nazaret.
El haberme parado a pensar y recordar todo lo escrito, me lleva a una conclusión a la que llegué hace mucho, y que en este momento la reitero. Las tejedoras y tejedores de paz, no lo vamos a conseguir con la “patita quebrada”, en ocasiones habrá que luchar y trabajar sin tregua, en ocasiones habrá que secarse rapidito las lágrimas y levantarse de nuevo, y entre todo ello, vivir con las rodillas dobladas, sabiendo que quien realmente pelea es nuestro Dios, el Único que puede conseguir la paz externa, y, mucho más importante, la interior, esa que muchas veces sobrepasa todo entendimiento; porque Él es el PRÍNCIPE DE PAZ.
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