El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Podríamos llenar muchas páginas de personajes de los cuales se dicen sus nombres y poco más, pero suficiente para saber que formaban parte del pueblo de Dios.
No tuvo en cuenta la fuerza de un amor que había significado para el hombre con quien estaba en cama siete años de trabajos sin salario.
Cristianos que en un tiempo fueron referentes y hoy son piedra de tropiezo y motivo de confusión. Pero también hay cristianos en quienes se cumple la palabra.
Su histórico estudio aún sonroja por su denuncia. "Es más fácil reclutar niños como soldados por la proliferación de armas ligeras de bajo costo".
La localidad menorquina ha conmemorado al pastor y profesor Francesc Tudurí poniéndole su nombre a una calle.
Fue un hombre comprensivo, sin necesidad de convertirse en complaciente y, llegó a ser uno de los más importantes servidores de las comunidades cristianas originarias, sin el menor atisbo de buscar protagonismo.
Una mujer absolutamente estereotipada y encasillada, fruto de una vida nada fácil y con un amor que jamás dejó de sentir por un esposo que no le correspondió en la medida de lo correcto ni la amó tal como ella lo amaba.
La conclusión a la que se llega es que hay en este mundo una clase diferente de personas, que andan de acuerdo a otros patrones, que no consideran primordial lo que la mayoría considera primordial y que su razón de vivir es muy distinta a la de los demás. A ellos quiero parecerme.
Si hoy gozamos de cierta libertad, fue a costa de la suya. Es nuestro deber seguir rescatándolos, hombres y mujeres que, desde su fe, una fe resistente, solo querían el bien de su España.
Sin la gracia salvadora y restauradora de Cristo, no somos más que trigo zarandeado por Satanás.
Underwood muestra a un ídolo aún más atractivo que el dinero: el poder que se puede conseguir con él. Es un relato demoledor, que acaba con todo idealismo.
Esta novela formó parte inseparable del bagaje intelectual e ideológico de aquellos jóvenes franceses que encendieron la revolución estudiantil en mayo de 1968.
El Museo de Londres recibe estos días a Sherlock Holmes, el personaje "que nunca morirá", creado por un escritor obsesionado con el método deductivo que sin embargo terminó creyendo en espiritismo y hadas.
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