Dulce acento de cristianos sin apellidos

“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”.

Bertolt Brecht

Hace muy poco escuché una excelente predicación de un hombre de Dios, que iba por muchos derroteros. Era excelente y me gustó muchísimo. Llegaba hasta Ciro, las autoridades… Iba sobre todos los problemas que en nuestra España están ocurriendo con todo el tema de la pretendida independencia de Cataluña y todo lo que conlleva.

Lo cierto es que me gustó mucho; pero sin pretender meterme en temas de política que no deseo meterme, contó algo que me pareció precioso.

Recordaba acerca de unas vacaciones que pasó su familia, cuando dos de sus hijos eran chiquitos en un lugar de la costa.

Allí había muchos acentos distintos de diferentes personas y de distintas nacionalidades. En un momento unos de sus hijos le preguntó:

Papá, este acento es cristiano ¿verdad?

El mensaje derivó por muchos derroteros, llegó hasta Ciro, como os he dicho antes…. Pero yo me quiero quedar con la pregunta de aquel chiquito.

Me encanta la pregunta de aquel sincero y tal vez ingenuo niñito. Podía escuchar muchos acentos distintos; pero por alguna razón que desconozco, alguno de aquellos acentos le pareció cristiano.

En un mundo convulso, en historias políticas en las que no pretendo meterme, ¿qué sería lo que a aquel niño le pareció tener un acento cristiano? La verdad es que no lo entiendo, o quizá lo entiendo demasiado bien.

El hablar, el acento, la manera y el modo de expresarse de alguien, le recordó a un niño un acento completamente celestial.

¡No! No pretendo meterme en nada de política, voy a ese precioso acento de un cristiano, muy por encima de apellidos denominacionales, o de cualquier otra cosa. Supongo que aquel acento debía ser demasiado suave, dulce y profundo, como para que un niño lo pudiera identificar como cristiano.

Estoy bastante aburrida de luchas entre cristianos por cosas absolutamente secundarias, pensamientos totalmente sin importancia… Luchas fratricidas, y miles de cosas que, personalmente me hacen demasiado daño.

Me encanta el relato bíblico en el que Jesús les enseña a Sus discípulos que, si no nos hacemos como niños, no podremos entrar en el reino de los cielos.

Son tantas las veces en las que me produce autentica vergüenza el modo en el que nos comportamos ante un mundo que se muere sin Dios y sin esperanza…

Soy salva por Gracia, justificada por fe, redimida por Cristo… Tengo demasiado claras las doctrinas fundamentales, como para pelearme con nadie por cosas realmente secundarias, y hacer un problema por eso.

Hay algo que nos hace reconocer a los auténticos hijos de Dios, es realmente sencillo:

 “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros”.

                        Juan 13: 35.

En estos momentos en que nuestra España lucha con un problema político duro de independentismo, otros problemas denominacionales, luchas por tener la razón y saber quién es un cristiano verdadero, me dan mucha tristeza demasiadas cosas; porque el auténtico signo de un verdadero cristiano sin el menor apellido denominacional o de cualquier otro tipo, es sencillamente el Amor con mayúsculas, un amor que viene de Dios, y un amor que tenemos y que debemos demostrar los unos hacía los otros, y hacía un mundo que se muere sin Dios y sin esperanza.

¿A qué esperas para demostrarlo? Creo que ya es hora de dejarnos de tanta tontería que no edifica para nada, y que confunde demasiado.

¡Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo! ¡Se sal y luz en un mundo oscuro! Sólo entonces podrás ser reconocido como un verdadero hijo de Dios que lleva el acento de un cristiano sin apellidos.