El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El análisis papal de la condición espiritual de la Curia Romana en su denuncia es asombroso.
Calvino acusa al Papa de ser el Anticristo a causa de su “tiranía”, “la destrucción de la verdad”, “la corrupción de la adoración a Dios”, “el quebrantamiento de sus ordenanzas” y “la dispersión del orden de su Iglesia”.
La visita del Papa a Turquía perseguía un doble objetivo: fomentar la comprensión mutua con el Islam “moderado” y avanzar la agenda ecuménica con Constantinopla.
Después de meses de impulsar una agenda aparentemente progresista, el péndulo católico oscila en sentido contrario hasta el siguiente movimiento.
El catolicismo romano es un sistema que lo abarca todo y se necesita abordarlo como tal, intentando dar sentido a sus enseñanzas.
Cuando los evangélicos hablan sobre la unidad con el Papa y el Papa habla con ellos sobre la unidad, todos usan la misma palabra pero en realidad quieren decir cosas diferentes.
La beatificación de Pablo VI llega al final de un Sínodo que debatió la posibilidad de un reposicionamiento de la Iglesia Católica en los asuntos concernientes a la familia.
El papa Francisco considera que los alineamientos eclesiásticos y teológicos son secundarios a la hora de buscar la unidad.
La casi totalidad de países católicoromanos están tan pobremente evangelizados como los más laicos de Europa, y Roma no es una excepción.
Lo interesante de la utilización por parte de Francisco de estas imágenes geométricas es cómo las aplica al ámbito del ecumenismo.
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