Mi querida España...

Mi querida España

Esta España viva

Esta España muerta

De tu santa siesta

Ahora te despiertan

Versos de poetas

¿Dónde están tus ojos?

¿Dónde están tus manos?

¿Dónde tu cabeza?

Mi querida España

Esta España mía

Esta España nuestra

Mi querida España

Esta España nueva

Esta España vieja

De las alas quietas

De las vendas negras

Sobre carne abierta

¿Quién pasó tu hambre?

¿Quién bebió tu sangre

Cuando estabas seca?

Mi querida España

Esta España mía

Esta España nuestra

Mi querida España

Esta España en dudas

Esta España cierta

Pueblo de palabra

Y de piel amarga

Dulce tu promesa

Quiero ser tu tierra

Quiero ser tu hierba

Cuando yo me muera

Mi querida España

Esta España mía

Esta España nuestra.

Hace unos días vino a mi mente cómo una especie de oleada entre fresca y añeja, esta canción, sin censura, que tanto cantó cuando yo era una niña la desaparecida cantante española hija de un conocido Diplomático español, Cecilia… Quien murió siendo muy jovencita en un trágico accidente de tráfico.

Conseguí el vídeo y lo escuché un montón de veces y me asaltaban un recuerdo detrás de otro… y comencé a pensar en mi querida España, si!!... “Mi querida España”, pero de muchos modos diferentes y en mis recuerdos, muchas cosas que escuché contar a mis padres y abuelos y miles de sucesos se entremezclaron en mi mente….. Mi España, la que yo viví en mi niñez y adolescencia, la de mis padres, la de guerra y post guerra, hasta que llegué a la de hoy, e inevitablemente empecé a pensar en los creyentes evangélicos de una generación tras otra, todo lo que vivió y vive cada una y en que lugar nos encontramos hoy.

Siempre digo que soy de la generación que pilló todos los cambios, las reválidas de aquel antiguo bachillerato desaparecían, yo estaba entre los primeros cursos que tuvimos que pasar por la selectividad; para ello, en mi ciudad, había que bajar a Santiago de Compostela, los móviles eran algo así como impensables y futuristas y aquellas antiguas telefónicas se llenaban de adolescentes muertos de miedo que íbamos a llamar a nuestros padres; teníamos miedo de los “grises”, sus caballos y sus porras… Andaba por ahí la transición, creo que somos una generación privilegiada por miles de motivos.

Todavía recuerdo, siendo una niña, en una de las veces en las que íbamos a visitar a mi familia de Madrid, como mi padre nos enseñó algo que no podré olvidar nunca, el inmenso agujero que dejó en una calle del Barrio de Salamanca la Operación Ogro donde una tremenda ETA que comenzaba a estar en su máximo fulgor asesinó a Carrero Blanco, el Presidente del gobierno de Franco, el 20 de Diciembre del año 1973.

Recuerdo, cuando era muy chiquita cómo rezaban en el colegio, cada jueves, el Rosario y yo, la protestante, me tenía que ir a un cuarto completamente sola… Todavía puedo sentir el recuerdo de aquella soledad, miradas extrañas sobre mi y miles de cosas más…. A medida que fue avanzando el tiempo, como os dije antes viví todo tipo de cambios y estudié en un colegio muy, pero que muy progresista que aún existe hoy, era el sustitutivo de los colegios de monjas de aquel entonces. Yo no era consciente, pero como sigo muy de cerca la relación con muchas de mis compañeras de aquel entonces, hace poco me enteré que en aquel colegio, la mayoría era gente que pertenecía al OPUS DEI, ateos y tres o cuatro protestantes. La verdad es que yo jamás tuve el mínimo problema con mis compañeras, siempre fui muy comunicativa y cercana y mi amistad con la mayoría de ellas llega hasta el día de hoy, todas saben desde siempre que yo soy la protestante y que además, dedico mi vida a servir a mi Dios… Si!!… Viví tiempos de una España revuelta, en la que casi nunca se podía predicar al aire libre, en donde recuerdo que siendo muy niña, mi madre tuvo que pedir al pastor de mi iglesia un papel para presentar a la directora de mi colegio, para que pudiera estar exenta de enseñanza religiosa; aunque os confieso que iba igual a las clases, el sacerdote me quería un montón y conmigo…. Tenía la clase asegurada, yo conocía la Biblia…

Todavía recuerdo escuchar hablar de La Comisión de Defensa, en palabras de D. Antonio Monroy: “Alguien se enfadaría conmigo si dijera, con todas las consecuencias y asumiendo mi responsabilidad, que aunque consejos funcionaban siempre y hombres competentes le ayudaban en su trabajo, La Comisión de Defensa era Cardona? Fue más que eso… El alma, el corazón, la mente, el sentimiento, el motor de todo lo que se ponía en marcha. El hombre pastoral, el hombre político, el hombre que sabía diseñar la estrategia adecuada en cada caso. Nosotros, los miembros del consejo, nos poníamos galones; pero en el fuerte estaba él, recibiendo los disparos y parando las balas”.

D. José Cardona… Precioso hombre de Dios que tanto hizo por nuestra España durante treinta años. La Comisión de Defensa, la ley de libertad religiosa, lo que ya desembocó en la democracia en la FEREDE. Preciosa familia Cardona a la que conocí y aún conozco, a lo que queda de ella, de cerca… Claro, estoy hablando de los últimos tiempos de este precioso hombre de Dios.

Pero en toda aquella España más que revuelta que me tocó vivir en mi niñez y juventud… Los creyentes eran creyentes… Cuidado!... Se jugaban el tipo, el trabajo, el más absoluto ridículo… En el servicio militar… Cárcel, castigos y demás por no querer jurar bandera arrodillándose ante la Virgen… Había que tener muy claras las ideas y una fe muy firme para tirar hacia delante sin temor… Y tirábamos, ya lo creo que si!!! Y nos sentíamos felices. Problemas los hubo siempre, el Diablo siempre anda suelto, pero estábamos unidos, éramos conocidos por nuestro buen testimonio… Esa era mi querida España y mis queridos hermanos, hablo de lo que viví.

Mis padres vivieron la guerra y post guerra, en el caso de mi madre en Madrid y viviendo frente al cuartel de la Montaña, en la bien conocida calle de Ferraz, siempre cuenta que cuando tendría unos dos añitos, entró su padre en una habitación donde ella estaba y la arrebató de una muerte segura, al segundo cayó un obús en el lugar en donde ella estaba… También cuenta muchas veces los horrores que pasaron, la persecución, la casi pérdida de empleo. Protestantes y comunistas eran equiparados y vivieron tiempos de horror. Pero… Mientras cerraban las iglesias y demás… Los creyentes se amaban, permanecían más que unidos reunidos por las casas y…sin hacer mucho ruido o venía la Benemérita al momento. A ellos no les importaba, se reunían, oraban como cuando Pedro estaba en la cárcel. Verdaderos creyentes aferrados a la Palabra de Dios que soportaban de todo y más por amor a Su nombre.

Al día de hoy, bajo el manto de Evangélico se esconde de todo… Absolutamente de todo. En ocasiones, os aseguro que tengo que dejarle al Señor el saber quien es un verdadero creyente. En nuestra querida España, nadie nos persigue como en otras partes del mundo, tenemos perfecto acceso a todo y más que todo, no tenemos problemas de censura, prohibiciones de nada. Pero confieso con lágrimas, que muchas veces pienso y recuerdo aquello de “Cuando el Hijo del hombre venga, hallará fe en la tierra? Cada uno campa a sus anchas cada uno predica su propia verdad. La lejanía a la sana doctrina y miles de cosas me asustan por momentos y cada día estoy más que convencida que el Señor viene muy, pero que muy pronto a recoger a los suyos y sí!!! Algunas “vírgenes” no tendrán aceite en sus lámparas y otros tendrán que escuchar. Apartaos de mi hacedores de maldad, nunca os conocí”.

Estoy hablando de mi España, esta España mía, esta España nuestra, en la que vivo y a la que amo. Sé demasiado bien que en otras partes del mundo las cosas no son así, pero aquí y ahora… Va a ser que si!! Sí señores míos!! La tan anhelada, orada y luchada libertad, llegó hace mucho, qué uso le damos? Cada vez me encuentro con más creyentes de “ir a Misa”… Cómo tenemos vida eterna. Cuidado!!!! Cuidado!!!! Se me están poniendo los vellos de punta al escribir esto. ¿Y si el Señor viniera esta noche? ¿Cómo nos encontraría a ti o a mí? Pido a nuestro precioso Señor, al “Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación” que nos mantenga más que fieles en sus benditas pisadas, firmes y fieles y cuando recuerdo algo tan “viejo” ya cuando yo era joven, algo me parecía espantoso… Aquello de “Hijos de los españoles que murieron por la fe. Arda en vuestros corazones un amor intenso y fiel”. Pues, cuando en estos momentos me retrotraigo a algo que ya era más que antiguo cuando yo era una niña y que no me gustaba para nada. Quiero gritarlo a pleno pulmón, sigamos el precioso legado que ellos nos dejaron y mantengamos siempre viva la llama de la fe.