Trataremos cuatro puntos: 1) la Asunción de María; 2) la intercesión de María; 3) el influjo salvífico de María; 4) invocando a María.
¡Saludos de nuevo, queridos!
Si no leísteis la primera parte de nuestro estudio sobre la Mariología de la Iglesia Católica Romana, podéis hacer clic en este enlace:
La semana pasada negamos la idea de que María es la Madre de la Iglesia (como enseña erróneamente la pregunta 196 de la última edición del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica). Esta semana vamos a seguir estudiando la pregunta número 197.
Repetiremos el método de la semana pasada, empezando con la cita textual del Compendio oficial y luego presentando una crítica evangélica a dicha cita.
Arranquemos, pues con la 197.
#197: ¿Cómo ayuda la Virgen María a la Iglesia?
Después de la Ascensión de su Hijo, la Virgen María ayudó con su oración a los comienzos de la Iglesia. Incluso tras su Asunción al cielo, ella continúa intercediendo por sus hijos, siendo para todos un modelo de fe y de caridad y ejerciendo sobre ellos un influjo salvífico, que mana de la sobreabundancia de los méritos de Cristo. Los fieles ven en María una imagen y un anticipo de la resurrección que les espera, y la invocan como abogada, auxiliadora, socorro y mediadora.
Bueno, amigos, ¿qué puedo decir? ¿Por dónde comienzo? Por lo menos la pregunta 197 del Compendio empieza bien. ¡Menos mal! Es cierto que después de la Ascensión de Cristo que María, “ayudó con su oración a los comienzos de la Iglesia”. Hechos 1:14 relata claramente que, “Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos”. Así es. María oró. Y fue llena con el Espíritu Santo en el Día de Pentecostés con otros 119 discípulos. Pero después de la primera frase de la pregunta 197, veréis que las cosas se deterioran bastante.
Hoy dividiremos la pregunta 197 en cuatro partes: 1) la Asunción de María (y María como una imagen y un anticipo de la resurrección); 2) la intercesión de María; 3) el influjo salvífico de María; 4) invocando a María.
1.- LA ASUNCIÓN DE MARÍA (y María como una imagen y anticipo de la resurrección)
La pregunta 197 une la Asunción de María con la noción de que es “una imagen y un anticipo de la resurrección”. La referencia aquí a la resurrección no tiene que ver con la resurrección de Cristo, sino con la resurrección general que ocurrirá cuando el Señor vuelva. María, entonces, es un prototipo de lo que pasará con los creyentes en el futuro. O eso dicen.
¿Qué es la Asunción? Es la doctrina de que María ascendió al cielo corporalmente de la misma forma que el Hijo de Dios. En el caso de Jesús, se llama Ascensión. Y en el caso de María, Asunción. ¿Y dónde se enseña semejante idea en el Nuevo Testamento? Por ningún lado desde luego. Se trata de un invento de la Iglesia Católica, establecido como dogma por Pío XII en su constitución apostólica Munificentissimus Deus en noviembre 1950.
Es verdad que María, en cierto sentido, es un modelo de lo que sucederá con los creyentes cuando mueran pero según la enseñanza apostólica, el auténtico prototipo de la resurrección general no es María, sino Jesús (1 Corintios 15:20-23). La razón es la siguiente: a María le pasó lo mismo que a todos los creyentes que se murieron después de la resurrección del Señor. Su alma pasó directamente a la presencia de Dios, esperando el Gran Día de la resurrección general cuando su alma será reunida con su cuerpo glorificado. Jesús, sin embargo, ya tiene su cuerpo glorificado. Por lo tanto, Cristo es el verdadero patrón de la resurrección corporal; no María.
2.- LA INTERCESIÓN DE MARÍA
Como ya vimos, la pregunta 197 empieza enseñando que María oró a los comienzos de la Iglesia, lo cual está muy bien y correcto. Sin embargo añade que “ella continúa intercediendo por sus hijos, siendo para todos un modelo de fe y de caridad”.
Indiscutiblemente María es una mujer digna de ser imitada por su fe y caridad. De eso no hay duda. Pero ¿de dónde saca el Catecismo la idea de que María sigue intercediendo ahora? ¿Y qué pasaje bíblico implica que somos sus hijos? Respuesta: ninguno.
Por un lado, no sabemos si María sigue intercediendo ahora o no. Hay tres pasajes en el Nuevo Testamento que hacen mención de las palabras de los difuntos en la presencia de Dios, a saber, Lucas 16:25-31, Apocalipsis 6:9-11 y 7:9-10. El primero es el episodio del rico y Lázaro cuando Abraham rehúsa ayudar al rico condenado en el Hades. El segundo revela que los mártires claman por venganza: “¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?” (Apocalipsis 6:10) y el tercero registra sus alabanzas, “La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono y al Cordero” (Apocalipsis 7:10). Pero no hay ningún pasaje que hable de la intercesión de María por nosotros. Según la Biblia el único que intercede por nosotros en el cielo es el Señor Jesucristo (Romanos 8:34). Y lo precioso es que sabemos que Dios siempre le oye (Juan 11:42). Nuestra fe, pues, está puesta en la intercesión de Cristo por nosotros; no en aquélla de María.
Por otro lado, la Biblia tampoco nos llama hijos de María. Somos hijos de Dios, hijos de Abraham, hijos de luz. Pero el concepto de hijos de María no existe en las Escrituras. Repetimos lo que aprendimos la semana pasada, “María es únicamente la madre de Jesús hombre, no de la Iglesia”. Podemos seguir su ejemplo de fe y de caridad de la misma manera que seguimos los ejemplos de Job o de Ester; pero esto no quiere decir que seamos sus hijos en ningún sentido salvífico.
3.- EL INFLUJO SALVÍFICO DE MARÍA
Además de interceder por nosotros, el Compendio apunta que María ejerce “un influjo salvífico” sobre nosotros, el cual “mana de la sobreabundancia de los méritos de Cristo”. ¿Qué quiere decir eso?
Francamente es difícil saber exactamente a qué se refiere el Catecismo con ese lenguaje tan ambiguo. De nuevo, no apela a ningún texto bíblico. Y da la impresión descaminada de que María sea el canal entre Cristo y los creyentes. Es como si María aplicase el mérito de Cristo a nosotros.[1] En tal caso, la madre del Señor llegaría a ser una especie de mediadora entre nosotros y el Mediador Jesús.
De acuerdo con la teología protestante, el que aplica la obra salvadora (o el mérito) del Señor a nuestro corazón no es María, sino el Espíritu Santo. Dios nos envía el Espíritu de su Hijo con el fin de salvarnos (Gálatas 4:6). Es por medio del Espíritu que clamamos, “Abba, Padre” no “María, Madre”. El Catecismo coloca a María en el lugar que corresponde al Espíritu de Dios. Es el Espíritu –no María- obrando a través de la Iglesia, que ejerce un influjo salvífico sobre nuestro mundo. Y es el Espíritu –no María- que nos sumerge en la bendita salvación de Cristo. La salvación, al fin y al cabo, está exclusivamente en las manos del Señor.
4.- INVOCANDO A MARÍA
A nivel teológico la última parte de la pregunta 197 es catastrófica, ¡pero catastrófica! Comete el error de conceder obras a María que corresponden únicamente a Dios. Pone que los creyentes, “la invocan como abogada, auxiliadora, socorro y mediadora”. Aquí no hay ambigüedad ninguna. Es imposible malinterpretar esta frase.
Está el gran problema de “invocar a María”. ¿Cómo es posible que un creyente ore a la Virgen? María es una simple criatura; no es Dios. Estaría ella horrorizada si supiera que tantos millones de creyentes usan su nombre para usurpar la sola potestad del Señor. María no constituye un puente entre Dios y nosotros. Era una mujer pecadora salva por la pura gracia de Dios. Si María estuviera con nosotros hoy, nos diría que oremos a Dios. Bajo ningún pretexto podemos orar a María.
Una vez más, es llamativa la ausencia de cualquier texto bíblico para invocar a la Virgen. El Compendio dice que María es nuestra “abogada” donde la Biblia dice que el Hijo es nuestro abogado ante Dios (1 Juan 2:1). El Compendio enseña que María es nuestra “auxiliadora” donde la Biblia enseña que Dios es nuestro auxilio (Salmo 46:1). El Compendio proclama que María es nuestro “socorro” cuando la Biblia proclama que el Señor es nuestro socorro (Salmo 63:7). El Compendio predica que María es nuestra “mediadora” cuando la Biblia predica que Jesús es el mediador (1 Timoteo 2:5).
¿Qué, pues, será? ¿El Catecismo o la Biblia? ¿A cuál haremos caso? ¿A cuál seguiremos?
CONCLUSIÓN
Continuaremos con la pregunta 198 la semana que viene. Pero antes de finalizar este artículo, recapitulemos lo que hemos aprendido hoy:
1.- La doctrina de la Asunción es un invento católico y el verdadero prototipo de la Resurrección general no es María sino Jesús.
2.- La Biblia no enseña que María intercede por nosotros y tampoco nos llama sus hijos.
3.- María no ejerce ningún influjo salvífico sobre nosotros puesto que el que aplica el mérito de Cristo a nuestro corazón es el Espíritu de Dios.
4.- Bajo ningún pretexto podemos dirigirnos a María en oración.
Así vemos que la pregunta 197 del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica no disfruta del respaldo bíblico.
¡Nos vemos la semana que viene para la tercera parte de nuestro estudio!
[1] ¿Qué es el mérito? La pregunta 426 del Compendio contesta, “El mérito es lo que da derecho a la recompensa por una obra buena. Respecto a Dios, el hombre, de suyo, no puede merecer nada, habiendo recibido todo gratuitamente de Él. Sin embargo, Dios da al hombre la posibilidad de adquirir méritos mediante la unión a la caridad de Cristo, fuente de nuestros méritos ante Dios. Por eso, los méritos de las buenas obras deben ser atribuidos primero a la gracia de Dios y después a la libre voluntad del hombre”.
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