El libro de Menno Simons, Un fundamento de fe, es una larga cadena de citas bíblicas. Consecuente con su creencia en la centralidad de la Palabra, Simons cimenta sus enseñanzas en sucesivos versículos bíblicos, los que va hilando para dejar constancia de que a él le interesa dejar bien anclados sus postulados en el asidero de la Biblia.
Menno escribió
Un fundamento de fe por los años 1539-1540. La obra circuló profusamente de manera clandestina. Años después, en 1558, hizo una edición ampliada. Ésta es la que ha sido traducida del holandés al castellano por Carmen Epp, bajo los auspicios del Centro de Estudios de Teología Anabautista y de la Paz, que tiene su sede en Paraguay.
Antes de los trágicos sucesos de Münster (1534-1535), que terminó con una sangrienta masacre por parte de fuerzas católicas, Menno Simons había intensificado sus dudas sobre proseguir su vida como sacerdote romano. La lectura del Nuevo Testamento le llevó a cuestionar tanto dogmas católicos como los delirios milenaristas de quienes pretendieron erigir el Reino de Dios en la tierra en Münster.
Además de la lectura del Nuevo Testamento, Simons comenta en las primeras páginas de
Un fundamento de fe, que también leyó trabajos de Lutero, quien le fue “de alguna ayuda, porque a través de él supe que los mandamientos humanos no nos pueden atar a la muerte eterna”. Igualmente recurrió a escritos de Bucero y Bullinger. Entonces decidió que frente a las discrepancias que encontró tenían en distintos tópicos entre sí los reformadores protestantes, lo mejor para él era “estudiar el Nuevo Testamento con diligencia”. A ello dedicó intensas jornadas, y el resultado fue su ruptura definitiva con la Iglesia católica romana y toma de distancia de la Reforma magisterial.
En la introducción a la traducción castellana de
Fundamento de fe realizada por Helmut Isaak y Roberto Wiens, acotan que “el anabautismo añadió al
sola gratia,
sola fide,
sola escritura de Lutero la dimensión de la
sola vita. En otras palabras, la salvación por fe y gracia tiene que realizarse en una vida nueva y restituida a la voluntad de Dios”. Esta centralidad para Menno Simons de la
sola vita, junto con la clásica triada de Lutero, queda bien descrita de principio a fin en el escrito engendrado bajo fiera persecución de quienes buscaron encarcelar o dar muerte al pastor itinerante de las comunidades anabautistas.
Al haber leído el libro de Simons me parece que lo resumido sobre las enseñanzas centrales del mismo por Isaak y Wiens hace justicia a la obra escrita en el siglo XVI. Ambos consideran que Menno Simons dejó bien asentados los siguientes principios:
- Con la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, el Reino de Dios, o la Nueva Jerusalén, ya descendió del cielo y está entre nosotros. Este Reino se vuelve en realidad visible allí donde seguimos a Jesucristo y hacemos la voluntad de Dios.
- La teología de Menno es amilenialista, es decir que Cristo ya es el Señor del cielo y de la tierra. El Reino de Dios ya está entre nosotros. La segunda venida del Señor será para el juicio final y para la recreación del cielo y de la tierra para toda la eternidad.
- Todavía vivimos en el tiempo de la gracia.
- Hoy es el tiempo para arrepentirnos, para hacer penitencia, confesar nuestros pecados, pedir perdón y reconciliarnos con Dios por medio de Jesucristo, nacer de nuevo y ser restituidos a la semejanza de Dios.
- La restitución es una regeneración radical de todo el ser humano a la condición prelapsaria de Adán y Eva. Por medio de la gracia y el amor de Dios somos liberados de la esclavitud de los poderes del mal de este mundo. Como hijos e hijas de Dios, y colaboradores de Jesucristo en su Reino, tenemos el poder, no solamente para vencer las tentaciones del mal, sino también para hacer el bien, o vivir según la voluntad de Dios.
- Con base en nuestra confesión, el perdón de nuestros pecados y de nuestra fe en Dios y en Jesucristo somos bautizados. Con el bautismo entramos como hermanas y hermanos en la comunidad de los creyentes y públicamente nos identificamos como ciudadanos del Reino de Dios.
- Desde este momento los valores y las normas del Reino de Dios sobrepasan todas las leyes y normas morales de los reinos de este mundo. Obedecemos más a Dios que a los hombres.
- En la celebración de la Santa Cena los creyentes individuales son integrados como granos en el pan que representa el cuerpo de Cristo en este mundo. La transubstanciación no pasa en pan y vino, sino en cada creyente individual, que es integrado en la comunidad visible de los hijos y las hijas de Dios en este mundo.
- La regeneración radical no solamente transforma al pecador individual. Transforma también a todas las relaciones básicas, como relaciones religiosas, sociales, emocionales, económicas y políticas de la vida humana.
- Como hijas e hijos de Dios y colaboradores de Jesucristo en el establecimiento del Reino de Dios, nos hacemos cargo de este mundo como creación de Dios. Distribuimos las riquezas y los frutos de esta tierra de tal manera que ninguna de las criaturas de Dios tiene que sufrir necesidad. Con el trabajo de nuestras manos, nuestra razón y nuestro amor para el prójimo, este mundo se vuelve en un paraíso de abundancia de vida para toda la creación de Dios.
- Menno rechaza el comunismo institucional como lo fue practicado por los hutteritas y como fue impuesto por los anabautistas en Münster. Lo reemplaza por el amor más puro a Dios y al prójimo, que se expresa en la disposición de compartir todo lo que tenemos y lo que somos con el prójimo necesitado sin restricciones algunas. Por razón de esta práctica, Menno puede declarar que entre los anabautistas de su tiempo todos, los ancianos y huérfanos, las viudas y los enfermos, los desterrados y los fugitivos, tienen suficiente para vivir. Nadie entre ellos sufre necesidad de nada.
- Basado en esta fe y vida, Menno desafía a los perseguidores de los anabautistas, a arrepentirse, hacer penitencia, confesar sus pecados frente Dios, recibir el perdón y ser regenerados a la imagen de Dios. Así también ellos pueden salir del cautiverio babilónico de los poderes del mal en este mundo y entrar como criaturas restituidas a la imagen de Dios en la Nueva Jerusalén, que ha descendido del cielo y se está realizando ahora en las vidas de los hijos e hijas de Dios.
- Por esta razón confronta a los príncipes y poderosos de su tiempo. Han recibido su poder para proteger a los buenos y castigar a los malos. Deberían empezar el día con el estudio de los mandamientos de las Escrituras y practicar justicia según la voluntad de Dios.
- La fe cristiana no puede ser obligada. Cada individuo es libre de decidirse para seguir a Jesucristo, o seguir viviendo bajo la esclavitud de los poderes del mal de este mundo. Elegir la vida o seguir viviendo en la muerte. Seguir viviendo en Babilonia o entrar en Jerusalén.
Si quieres comentar o