El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Comparto la segunda parte de la traducción al castellano de “My Pilgrimage in Mission”.
En distintas ocasiones, Samuel Escobar escribió acerca de su peregrinaje, una de ellas se publicó en International Bulletin of Missionary Research (octubre de 2012). Aquí comparto la primera parte de la traducción al castellano.
Escobar fue, en el mejor de los sentidos, un intelectual evangélico que supo dialogar con el cambiante mundo en el que le tocó vivir.
Conjunté algunos escritos acerca de mi iniciación y caminar como lector. El resultado ha sido un libro, titulado Leer es navegar.
Corro levantó la voz contra la violencia en asuntos de fe, la perpetrada tanto en territorios católicos como protestantes.
Casiodoro de Reina tuvo contacto y amistad con personajes mal vistos por quienes lo criticaban a él por su, para ellos, falta de firmeza doctrinal.
Reina y Corro compartían inquietudes teológicas e intelectuales y eran dados a intercambiar entre sí obras de autores radicales.
Creer que se puede cristianizar a la sociedad desde arriba es tanto un mal entendimiento neotestamentario como una ingenuidad histórica.
Leupold Scharnschlager expresa que sería sencillo “demostrar que Lutero y sus parientes espirituales, al comienzo de su enseñanza defendían más el bautismo de hombres que el de infantes”.
La tolerancia como virtud personal/grupal y concreción en instrumentos legales iba a contracorriente del entramado social, religioso y político existente en el siglo XVI.
Entre las distintas corrientes de la Reforma radical predominó la postura de que la fe no se podía imponer ni defender por la fuerza, sino lo conducente era usar la persuasión para que las personas, voluntariamente, se convirtieran al camino de Cristo.
Vine a Oaxaca para dar varias charlas y conferencias.
Casi 3 mil personas participaron en Lausana I. La ponencia de Escobar fue una de los quince trabajos “teológicos y misionales que sirvieron de base al encuentro”.
En Latinoamérica se asentó y desarrolló, entre los conversos protestantes/evangélicos, un ethos identitario que guarda cierto paralelismo con el anabautismo del siglo XVI.
Escobar argumentaba que las comunidades protestantes/evangélicas latinoamericanas estaban llamadas a ser contrastantes con la cultura patrimonialista dominante y sus resultados socio económicos.
La noche del 26 de enero de 1875 más de doscientas personas,armadas de machetes y rifles, irrumpieron violentamente en la capilla evangélica, con un saldo de cinco muertos y once heridos.
A los practicantes del bautismo de creyentes y contrarios al paidobautismo, se les comenzó a llamar anabautistas, es decir, rebautizadores. Éstos, en cambio, consideraban que el único bautismo acorde a las enseñanzas del Nuevo Testamento era el de personas conscientes del acto que llevaban a cabo.
El misionero norteamericano Pedro Wagner, sin buscarla ni desearla, estimuló la planificación de una reunión en la que se fundaría, en diciembre de 1970, la Fraternidad Teológica Latinoamericana.
Ha llegado la hora de que los evangélicos tomemos conciencia de nuestras responsabilidades sociales, escribió Escobar en 1969.
Las tribunas de Pensamiento Cristiano y Certeza representaron espacios definitivos para expresar su entendimiento por escrito de la fe cristiana en relación con el contexto latinoamericano.
Decía Cortázar que ciertas narraciones eran una “apertura de lo pequeño hacia lo grande, de lo individual y circunscrito a la esencia misma de la condición humana.”
Escobar era un consuetudinario y ávido lector para cuando él y su esposa Lilly se mudaron en febrero de 1960 de Lima a Córdoba, Argentina, para unirse al proyecto de publicaciones de la CIEE.
En Cochabamba conoció Samuel Escobar a Carlos René Padilla, sería el inicio de una larga amistad y caminar juntos en la reflexión bíblica/teológica contextual que duró poco más de seis décadas.
“A medida que fui conociendo a presbiterianos, independientes y pentecostales, desarrollamos un respeto mutuo y un sentido de unidad en la misión”.
Para comprender las ideas compartidas por Samuel Escobar en dicho Congreso es relevante seguir su itinerario formativo intelectual que le posibilitó ser una voz en espacios teológicos del cristianismo evangélico global.
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