El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La presencia de reliquias es la negación del sacrificio de Cristo celebrado en la santa cena.
La recuperación de quiénes somos y para qué somos, nuestra identidad y misión, necesariamente conlleva el retorno a las raíces, que en nuestro caso es el Evangelio.
Los bulos del poder de las reliquias para salvar, o ayudar en el camino y ante el tribunal eterno, y de proteger en el tiempo presente son mentiras gordísimas.
Quisiera destacar su decisiva contribución a la recuperación de la memoria de la Reforma Española del siglo XVI.
El misterio de la iniquidad solo se derriba por la Espada del Espíritu, y esa la tiene y usa solo quien la tiene.
En un intento de seguir en la misma tradición de reflexión y diálogo, después de los cinco siglos que han pasado, viene al caso hacer una evaluación sobre la pertinencia del protestantismo.
Dos actos, uno institucional, con presencia de autoridades políticas y religiosas, y otro como culto unido, celebraron el 507º aniversario de la Reforma
Oro para que nuestras nuevas generaciones recuperen el valor, descaro, convicción, determinación, y firme seguridad en el Señor para plantarse ante el mundo.
Lutero había salido airoso de su encuentro con las verdades teológicas paulinas lo que le permitió descubrir en toda su intensidad la doctrina de la justificación sólo por la fe y desarrollar después una sólida “teología de la cruz”.
Este 31 de octubre se conmemora en todo el mundo la Reforma Protestante, algo más de cinco siglos después de que Lutero clavase sus 95 tesis en Wittenberg (Alemania).
Con motivo de la conmemoración de la Reforma protestante, las iglesias evangélicas del municipio gaditano se han reunido para recordar que “es un derecho y deber de todos las personas el tener una relación propia con Dios y leer la Biblia”.
Se ha mostrado que precisamente el culto a las reliquias y a los santos es cosa de gente que conocía no solo la Biblia, sino bastante de la cultura del entorno.
Dios “nos confirmará hasta el fin, para que seamos irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesús Mesías”. Sea eso lo que sea, así es para nosotros.
No se vislumbra una reforma según el Evangelio sino sólo una recalibración de lo que el catolicismo romano siempre ha defendido doctrinal e institucionalmente.
Muchos latinos están pasando delante de nuestra casa. Y muchos con disposición evidente de compartir las bendiciones del mismo Redentor.
La Reforma hoy consiste en quitar la necesidad de mediación de la iglesia para salvación, y dejar en la esperanza la vida de la Iglesia por la que Cristo se entregó y dio su vida.
Si queremos reformar, hay que leer y protestar, empezando con la iglesia antigua. Esos “padres” escribieron cosas seguro que muy edificantes, pero también burradas.
Tenemos en los primeros momentos de la “iglesia antigua” una teología de salvación basada en supersticiones.
Los errores que infectan a la iglesia antigua, que luego crecen y se fortalecen, hasta hoy, nacen en proclamas y escritos con multitud de citas bíblicas. No podemos reformar sin tener en cuenta esos “cimientos”.
Para Lutero esa urgencia significaba entonces la demolición del poder papal, pues su permanencia suponía la continua corrupción del cristianismo.
El que conoce la extensión del poder del pecado, su muerte, está en condiciones de ver la supereminente potencia del Cristo, ahora proclamado como el salvador todosuficiente.
Lo malo es que los de la parodia se lo han creído. Nosotros la vemos tal cual es, por eso aborrecemos esas ofensas a la cruz y redención de nuestro Salvador.
El triunfo de Pablo no es la cristiandad, sino el reino que no perece, y en ese estamos.
Esa cristiandad corrompida y corruptora, tiene y usa la Escritura. No lo olvidemos.
¿Qué pasará cuando en las iglesias del futuro nadie vea, o si ve, no diga? Señor, tu misericordia.
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