Hace unos cuantos días que no me salen del pensamiento unas cuantas frases de un antiguo himno: “
A los que a Dios aman todo ayuda a bien, esto es mi consuelo y esto es mi sostén……….. Todo lo que pasa en mi vida aquí, mi Dios lo prepara es bien para mí. Ni una sola flecha me podrá dañar, si Él no lo permite no me alcanzará...........”.
Si!!, desde niña que me sé de memoria esa vieja canción basada en unos bien conocidos versículos de la Palabra de Dios y, en los últimos tiempos en mi vida, es como si resonaran una y otra vez en lo más profundo de mi alma.
En el árbol de nuestras vidas, en ocasiones, cuelgan preciosos, aromáticos y llenos de hermosos y coloridos frutos….anaranjados, tirando al ocre, rosados…. Y su sabor es dulce y agradable al paladar.
Otras veces, al lado de nuestro árbol crecen abrojos duros, espinosos, ásperos, abrojos amargos que nos llenan de dolor.
No sé si a ti te pasa, pero muchas veces, a mí me desconciertan los frutos, las veredas enrevesadas, los caminos angostos, las “líneas torcidas” y los entresijos de mi Señor que no entiendo, que me hacen preguntarme mil porqués y lo único que alcanzo a ver son, igual que en un tapiz por el revés, son hilos de colores discordantes, nudos duros entrelazados una y otra vez imposibles de romper, tonos que no concuerdan ni conjugan, líneas curvadas y desmarcadas e intento comprender la razón, pero…. por más que la busco no la encuentro.
Es de noche y, cuando me disponía a leer un ratito la Escritura, abrí….. simplemente sin pensar, a ver lo que el Señor tenía para mí y me encontré de frente con las preciosas palabras del libro de Lamentaciones que escribió el profeta Jeremías:
“
Yo soy el hombre que ha visto aflicción bajo el látigo de Su enojo. Me guió y me llevó en tinieblas y no en luz; Ciertamente contra mi volvió y revolvió Su mano todo el día………. Me cercó por todos lados y no puedo salir; ha hecho más pesadas mis cadenas….”.
Cuando leía estas palabras, afloraban lágrimas a mis ojos, por alguna razón me sentía identificada y me parecía demasiado injusto, pero…. sentí la necesidad de seguir leyendo y… ah!!!!, si!!!.... de repente encontré: “
Por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron Sus misericordias, nuevas son cada mañana; grande es Tu fidelidad” y… de repente, mi corazón descansó.
Si!!, los amargos abrojos de nuestras vidas, a veces, duelen demasiado. Sus espinas punzantes pinchan, hieren, y hacen daño, no entendemos absolutamente nada; porque los planes del Señor para nosotros, Su mente y todo lo que es Su esencia es demasiado profunda para nuestra limitada inteligencia y, en ocasiones, nos laceramos demasiado intentando buscar una explicación coherente que quizá nunca encontraremos hasta llegar a Su presencia .
Pero, qué bueno!!.... “Nuevas son cada mañana Sus misericordias, grande es Su fidelidad!!....
Estás pasando por momentos de “amargos abrojos” en tu propia vida?, no intentes averiguar el por qué.
Dice también otro viejo himno: “Él sabe bien, si ruje el viento y brama el mar…” y cuando Él es el único que sabe, en lugar de luchar a muerte contra las circunstancias de nuestra propia vida, es mejor rendirse en un abandono total en los amorosos brazos de Aquel que creo las Pléyades y el Orión, dejarse mecer entre ellos, descansar seguros entre Su pecho y –solamente allí- encontrar la más profunda paz, en medio de todas nuestras tormentas.
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