El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La Biblia ha venido guiando la historia desde el principio del tiempo, venciendo tormentas de odio, apaciguando tempestades de controversia, llevando la civilización a tierras extrañas y la paz a hogares civilizados.
Si, incluso, hasta el concepto de verdad se puede debatir, eso significa que somos la civilización más pobre que ha existido.
¿Te ha transformado esta verdad, o sigues fuera del Reino de Dios aunque sepas como llegar?
La verdad última es teológica, no filosófica. Cuando el cristianismo reconoce que Jesús es la Verdad (Juan 14:6), relativa al relativizador y busca la trascendencia de ese Dios infinito que se revela en lo personal.
Por medio de la predicación del evangelio, la acción del “Espíritu de verdad” estuvo, está y estará encaminada a convencer del pecado de no creer que Jesús de Nazaret es el Hijo del Dios viviente; y por otra, a creer y poner la fe en aquel a quien “Dios ha hecho Señor y Cristo”.
Los llamados hijos de Dios necesitamos al “Espíritu de verdad” para, mediante su obra santificadora ser limpiados de toda mentira y frente al poder de la mentira y el engaño, adoptar la más firme actitud de rechazo.
Los escritores de los evangelios y de las epístolas fueron siempre muy conscientes de cuáles eran sus propias ideas y cuáles las expresadas por su Maestro.
Si hubiera que aplicarle un apropiado calificativo a la mentira sería el de destructiva, porque efectivamente su efecto es destructor.
La batalla por la Verdad es “la buena batalla”, aquella por la que vale la pena luchar hasta sus últimas consecuencias, la carrera por excelencia.
La verdad es una de esas nociones fundamentales de las que no se puede prescindir, por un lado, pero, por otro, con las que es muy difícil convivir.
En el mundo evangélico existe más de una leyenda urbana, mito popular, bulo, que nos proponemos abordar en esta nueva serie.
El buen anciano desterrado tenía un hijo que envió a aquel mundo para vencerlo y deshacer las obras del ilegal.
La justicia y la paz se besaron.
La intensidad de la sinceridad no es el criterio que se puede usar para determinar que una creencia sea cierta.
Una crítica de la película Anatomía de una caída, de Justine Triet (2023).
‘Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón.’ (Proverbios 3:3).
Las ventajas y beneficios que se obtienen por medio de la mentira, a la corta, hacen que sea un recurso bien extendido en este mundo.
A muchos no les importa tener una doble vida con tal de alcanzar sus objetivos y vivir bien. Caiga quién caiga.
Sólo se combate la mentira desde la verdad, nunca desde la confusión.
Aquello en lo que nos estamos convirtiendo determinará nuestra capacidad de lidiar con las crisis en Europa.
La fidelidad de Dios nos abraza de tal manera que aprendemos a vivir en la verdad. ¡Y a vivir de verdad! No necesitamos engañar a nadie ni mucho menos a nosotros mismos.
Igual que antaño, va a haber quienes valientemente se van a oponer al falso sistema de cosas dominante, triunfando sobre el mismo.
Somos atacados en muchas ocasiones, no sólo por las circunstancias o por las personas que no nos quieren, sino también desde dentro de nosotros mismos, cuando no sabemos qué hacer.
Juan el Bautista es llevado a la muerte por Herodes: un tirano que tiene su lugar en esta historia por la impactante escena que Mateo relata y que ha inspirado a músicos y cineastas contemporáneos.
La verdad se sostiene a sí misma, no siéndole añadido nada ni siéndole restado nada, según quién sea su declarante.
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