El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Una paráfrasis poética de Lucas 24:36.
El temor de Dios es terapéutico, porque su efecto es sanador interiormente, con repercusiones que trascienden los límites de esta vida.
Siempre hay razones para temer. Las promesas de Dios son que la Gracia que necesitas hoy no te faltará mañana.
Jesús tiene muchos admiradores, pero pocos seguidores. La segunda mitad del capítulo 8 de Mateo nos revela cómo esos miedos nos impiden seguir a Jesús, confiando en Él.
¿Hacemos mal defendiendo lo bueno? No, aunque sí puede dolernos.
Desde hace ya algunos años, nuestros hermanos en India, que soportan la marginación, la violencia y la mentira, pero también comprueban los milagros de provisión y protección de Dios.
La propagación de tantos temores, se debe a la ausencia de este otro temor. Si hubiera temor de Dios, seguramente no habría esta multitud de temores.
No son excluyentes la fe en el Señor que nos ha prometido resguardarnos del mal y los actos cotidianos que debemos realizar para cuidar nuestra salud.
Cuando se pone a prueba nuestra fe, la gran diferencia está en confiar y saber quién es él.
Incluso cuando acertamos acercándonos a la fuente correcta y procurando imitarle, desacertamos en la manera de hacerlo y reproducirlo.
- Queremos que nos transmitas tu don adivinatorio antes de partir de este mundo ¿Dónde reside tu poder?
Según la Escritura, si tememos tanto al hombre, es porque tememos tan poco a Dios.
Quizás, seamos nosotros los que podamos decir al mundo: ¡Andad sobre las aguas! Sí. Porque alguien que es real, poderoso y bueno, nos invita.
Un poema de Salvador Martín López. (Selecciona Isabel Pavón)
Confiar en Él más bien significa esperar, escuchar, buscarle, procurar honrarle en ese tiempo difícil… obedecerle, en definitiva.
El temor se ha instalado en medio nuestro y lejos de haberlo vencido y ni siquiera alejado, se ha hecho más grande que nunca.
Debemos saber distanciarnos de lo que nos rodea, que los árboles no nos impidan ver el bosque.
Nuestras palabras, nuestros actos, nuestras intervenciones en el día a día… no solo hablan de nosotros. Hablan del Dios al que representamos.
"En los oscuros recovecos de la mente, una enfermedad conocida como miedo se regocija de las almas de aquellos que no pueden vencer su poder." Pat McHale
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