El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
“El color de mi cristal”, nuevo libro de esta escritora, filósofa y líder evangélica.
“Jesús nos llama a vivir y reflejar el Reino de Dios aquí en la tierra, trabajando por la protección de todas las criaturas sin fatalismo ni deserción”, aseguran.
En una carta abierta, aseguran creer en “una humanidad en todos los colores del arco iris, absolutamente asombrosa e infinita en su diversidad”.
La ahora también fallecida Paloma Chamorro le definió una vez como “un artista del sur dado al orientalismo, inmerso en una especie de sincretismo religioso, al que le gusta proceder por símbolos y alegorías”.
Todo reside en el hecho de un Dios crucificado, que Aquel que recibió el castigo reservado para los peores criminales, la crucifixión, sea Dios mismo.
La Alianza Evangélica Suiza considera la medida “desproporcionada, ya que las iglesias evangélicas han implementado otras medidas de protección efectivas desde el principio” de la pandemia.
Es imposible demostrar la ascensión de Cristo arqueológicamente, y los lugares que se han presentado se basan más en la tradición cristiana, pero como cristianos, por fe tenemos la promesa de que Jesucristo volverá un día.
El libro comienza con una promesa y acaba con cuatro funerales. Entramos en la tierra prometida, acompañados del sonido de la cultura contemporánea.
Un juzgado de Sevilla ha declarado nula la aplicación del concepto en el contrato hipotecario y ha obligado a la entidad bancaria a devolver las cantidades cobradas a la comunidad evangélica.
Muchos comentarios alarmantes han surgido alrededor de las vacunas para la Covid-19, y muchos de ellos carecen de fundamento.
Hoy quiero honrar a las madres que viven la persecución todos los días de sus vidas. No son conocidas, pero Dios las conoce.
El seguimiento de Jesús supone enfrentar peligros y amenazas desconcertantes pero, a la vez, se nos invita a desterrar el miedo paralizante.
Los cristianos deberíamos ser capaces de pensar y hablar sobre la muerte con esperanza, seguridad, significado y propósito. Presento algunas ideas sobre cómo podemos hacer una contribución positiva no solo al debate ético y político, sino también en nuestras conversaciones con otros sobre el final de la vida.
Podemos disfrutar de la vida y de lo que nos rodea. Pero debemos hacerlo sabiéndonos privilegiados, y sabiendo que hay otras personas, en otras circunstancias muy diferentes.
En el seguimiento aparece implicado un modo alternativo de entender la existencia que descentra y desinstala la vida situándola en estado de misión.
Éramos la moneda que, en el polvo de algún oscuro rincón, caída, pisoteada se ve, sin valor… perdida. Éramos el hijo que cae en la miseria más triste.
El lenguaje, campo de batalla: la lengua no es sexista, es el uso de la lengua el que es sexista:
Pienso en ese primer abrazo que recibí de Jesús, cuando venía de la nada, cuando estaba herida. Y Él lavó y curó mis heridas.
El discurso del Papa socava el “escándalo” cristiano según el cual Jesucristo es el único camino hacia el Padre (Juan 14:6) y, al mismo tiempo, los discípulos de Cristo están llamados a vivir en paz con todos (Romanos 12:8).
Entre los salvos por gracia está el personaje central del capítulo 2, una mujer gentil llamada Rahab, que alcanza la salvación gratuitamente junto con su familia directa y que vino a incorporarse a las bendiciones que Dios había determinado para Su pueblo Israel.
El anuncio del acontecimiento más relevante e importante de la historia de la humanidad, se relaciona con los débiles y humildes de la tierra, dejando a un lado a los poderosos. ¡Hay esperanza para los pobres de la tierra! ¡Ha resucitado!
Cuando vivimos estresados no nos damos cuenta de que Jesús está a nuestro lado y lo más importante para Él no es lo que hacemos ¡Nos quiere a nosotros!
Del modelo político de Jesús conversamos, en esta tercera parte de la entrevista, con el secretario general de la Conferencia Mundial Menonita, César García.
Fue allí, en el monte Calvario, donde la misma muerte del crucificado venció a la muerte, algo que se haría realidad profunda en la Resurrección.
En medio de las tormentas de esta vida la bendita esperanza de la resurrección se vive con una intensidad particular.
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