El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Hemos de cambiar cosas en nuestras vidas y no dejarnos deslumbrar por la riqueza como prestigio y otros valores antibíblicos.
Es la cantidad que se necesita cada día en Cataluña para atender a las necesidades de los enfermos.
Es conveniente observar la pobreza desde los diferentes marcos mundiales. Quizás así nos concienciaríamos más del gran escándalo que la pobreza es en el mundo.
A veces, en nuestra buena voluntad y la de nuestros pastores, nos acostumbramos a vivir la espiritualidad cristiana como una ética de cumplimientos virtuosos.
Debemos tener cuidado para que la respuesta del mundo hoy, incluidos la del mundo cristiano con sus honrosas excepciones, no sea la misma, la de la muerte.
En la pasión de Jesús no se da nunca la glorificación del dolor en sí, sino que todo tenía un fin, un propósito, un sentido relacionado con la puesta en marcha de un amor redentor.
Una campaña online recauda fondos para el tratamiento experimental que la joven evangélica recibe en China.
Muchas veces, estamos alienados por todo tipo de “negocios” humanos que nos impiden la visión de Dios y nos hacen sordos a sus múltiples invitaciones.
Cuando nos fijamos solamente en el Dios trascendente, en el Jesús glorificado y sentado a la diestra de Dios, mucho de lo humano, también se podría perder.
También para los cristianos, comprender la realidad social y económica es esencial para poder entender las migraciones.
Se necesita una reforma migratoria amplia y se necesita tratar con las causas de la migración en Centroamérica. Sin embargo, el evangelio nos llama a responder al necesitado.
Con la insensibilidad y con nuestro pasar de largo nos jugamos nosotros también la salvación eterna prometida.
Hemos de reflexionar y trabajar para que no nos confundamos con los conceptos de “iglesia santa”, “familia santa”, “ambiente santo” u otros, no sea que estemos rozando los conceptos de pureza que tenían los religiosos del tiempo de Jesús.
El Maestro no sólo miraba la ostentosa ofrenda, sino que posaba también su mirada divina en el interior de las personas.
¿A pesar de que la vida no consiste en tarjetas de crédito, cuentas bancarias o bienes acumulados, es necesario coger, de vez en cuando, todo lo que tengamos, ponerlo en nuestra bolsa o alforja y salir al mundo dispuestos a usarlas?
La filosofía reinante es que el individuo está por encima de todo, y los derechos que se derivan de sus deseos personales tienen que ser respetados.
El Señor nunca nos va a aprobar el no haber hecho nada, sino que nos va a preguntar que qué hemos hecho a favor de la dignidad y de la búsqueda de justicia para con el prójimo.
Eso puede ocurrir cuando la Biblia nos habla de un sinfín de temas con los que convivimos y, en realidad, parece que no nos interpelan para nada.
Se necesitarían en el 2019 voces proféticas que clamaran contra los grandes escándalos del mundo porque, a veces, como diría Unamuno, callarse puede ser peor que mentir.
Somos más solidarios con los pobres en Navidad, pero, si lo hacemos sólo de manera coyuntural y puntual, algo hacemos mal.
“Mi nombre es Alphonsine Imaniraguha, que es un nombre kinyarwanda que significa 'Dios te da'”.
Necesitamos trabajar en la creación de una contracultura: una nueva escala de valores ayudando y sirviendo a los demás, sin buscar el provecho propio en primer lugar. Una contracultura enfocada en dar y no en recibir, en curar y no en herir.
¿Estás poniendo atención y tiempo para oír la voz de Dios?
“Vivimos una situación de salud crítica”, dice la coordinadora del proyecto de alimentación de Alianza Solidaria en el país. La entidad hace un llamado a colaborar con el proyecto coincidiendo con el #GivingTuesday, un día para pensar en los demás.
Caminemos, pues, dándonos la mano y uno delante del otro, llevando unos las cargas de los otros, y cumpliendo así la ley de Cristo, máxime cuando experimentamos que nadie que haya aliviado el peso de sus semejantes habrá fracasado en este mundo.
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