¿Qué desarrollo es este?

Pues sí. Podemos decir que, en el mundo hoy, existe una visión totalmente reduccionista del desarrollo. ¿Acaso el desarrollo humano puede ser exclusivamente economicista? En el mundo es muy importante la economía, pero se da un concepto de economía insolidaria con los pueblos y con las personas más débiles. Podríamos decir como cristianos: ¿Qué economía es ésta, qué desarrollo humano es éste que deja a más de las tres cuartas partes de la humanidad, en mayor o menor grado hasta llegar a los hambrientos, en la exclusión social, en la hambruna, en la pobreza? Pueblos y pueblos empobrecidos en un mundo de acumuladores que, desmedidamente, tienen sus almacenes llenos dando la espalda, insolidariamente, a los pobres de la tierra.

Es posible que hayamos perdido el rumbo del desarrollo humano. El cristianismo necesita profetas que levanten su voz en busca de justicia y de práctica de la misericordia. ¿Cómo pueden los cristianos mirar para otro lado, mientras asumen valores consumistas en contracultura con los valores bíblicos, los valores del Reino que irrumpen en nuestra historia con la figura de Jesús? No. No. Que no os engañen. La felicidad no consiste en la acumulación de bienes y en dar la espalda al grito de los pobres de la tierra. Eso son trampas de Satanás, desarrollos económicos demoníacos que sólo sirven para los adoradores del dios Mamón. 

En el mundo de hoy hay un desarrollo humano desequilibrado que se podría llamar desarrollo inhumano, en contra de las prioridades de un Jesús humano, totalmente humano que se preocupó por el hombre, por la promoción humana de los más débiles. Si todos los llamados cristianos fueran, realmente, discípulos de Jesús que siguieran sus enseñanzas, sus estilos de vida y prioridades, indudablemente el desarrollo de los pueblos y las personas sería mucho más humano. Hoy, el mal llamado desarrollo humano, deja mucha exclusión y miseria. Se necesita un nuevo concepto de desarrollo basado en una visión más bíblica, más humana y más solidaria de los pueblos.

¿No tenemos los cristianos el concepto de projimidad tan importante que nos dejó Jesús? ¿No debemos amar al prójimo como a nosotros mismos? ¿No debe ser el amor al prójimo semejante al amor a Dios? Entonces, ¿Qué desarrollo es éste que deja al prójimo tirado al margen del camino en un mundo en el que hay tantos y tantos millones de cristianos? ¿Acaso no hemos entendido el cristianismo? ¿No conocemos los valores del Reino?

El desarrollo humano es más que un desarrollo economicista. Lo que pasa es que, cuando los pueblos están sumidos en la miseria, resolver el que todos tengan lo mínimo para vivir es imprescindible como punto de partida, pero el desarrollo, para que nos sea inhumano, sino realmente humano, necesita trabajar también en otras áreas de promoción humana. 

Un desarrollo auténticamente humano en la línea de los valores bíblicos, debe afectar a las capacidades específicas del hombre: las físicas, pues muchos no tienen ni agua potable, ni acceso a las medicinas, y otros bienes para la salud humana. También, a las capacidades éticas, morales, intelectuales, de formación y capacitación, culturales y educativas, políticas, económicas y, por supuesto, teniendo siempre en cuenta los valores religiosos y la libertad religiosa. Jesús valoró lo humano y fue profundamente humano, el Dios humanado, pero los cristianos no hemos sabido, podido o querido entrar en estas dinámicas dignificadoras del prójimo en desigualdad y pobreza a pesar de los mandamientos de Jesús.

¿Qué desarrollo es éste? ¿Qué falsedad es llamar a nuestro desarrollo hoy el desarrollo humano, cuando es, realmente inhumano? ¿Se puede hablar de desarrollo humano ante ese escándalo que es que el ochenta por ciento de la humanidad esté en pobreza, ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres? Tenemos que repetir hasta cansarnos: ¿Qué desarrollo es éste? Seguimos siendo cainitas y, para nada, nos importa la muerte del hermano.

El mundo, para poder llegar a un auténtico concepto de desarrollo humano, necesita un cambio de valores. Curioso: los cristianos tenemos esos valores, aunque, subrepticiamente, los valores antibíblicos, en contracultura con los valores del Reino, se cuelan en nuestras congregaciones. Es como si el mismo Satanás estuviera metiendo su cabeza y sus cuernos entre los mismos grupos cristianos. Así, nunca podremos escuchar el grito de los pobres, el llanto de los niños que no se desarrollan por el hambre y la falta de higiene y medicinas, los gemidos de las madres que se sumergen en la llamada feminización de la pobreza.

Los cristianos, sin duda alguna, tenemos responsabilidad ante estos fenómenos de desarrollo inhumano en donde solamente algunos viven con todo tipo de bienes y servicios dando la espalda a esos gritos de dolor. Esa no es la línea de los valores del Reino, ni del ejemplo de Jesús a sus seguidores a los que fue modelo de servicio, de práctica de la misericordia y de búsqueda de justicia. Si no, también podríamos decir: ¿Qué tipo de cristianismo es hemos creado? ¿Qué manipulación o mentira es ésta en la que vivimos?