El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Si, incluso, hasta el concepto de verdad se puede debatir, eso significa que somos la civilización más pobre que ha existido.
Es esa voluntad de mantenernos, de conservarnos tal cual somos y estamos, lo que nos genera la angustia de no querer perder la vida. Ahí, dice el evangelio, la diferencia entre salvar y perder es inexistente.
Plasmamos en objetos, lugares e incluso personas lo más íntimo de nuestros anhelos, aunque en realidad los reconocemos en nosotros mismos.
Legitimamos nuestras protestas y reivindicaciones desde una idea muy particular de la justicia. Una lástima que esto no se corresponda con la organización de nuestro estilo de vida, en general.
A veces, la visión de las puertas mismas del Hades abruma. Pero Dios, en su Palabra, contempla promesa, incluso ante el mismo rostro de la muerte y la espada. Incluso ante la faz del dragón.
Los evangélicos dicen que hay que respetar a los representantes electos pero “rechazar las posturas de odio y las invectivas”. El RN dice que dará prioridad a la seguridad y a las restricciones a la inmigración.
Quizá uno de nuestros mayores engaños sea el de pensar que el poder corrompe, como si solamente llegáramos a ser fatídicos en el momento de gobernar. Nuestras miserias no las hacen las corbatas ni los tacones de aguja.
Ante las elecciones al Parlamento Europeo, el representante en Bruselas de la Alianza Evangélica Europea afirma que los votantes deben comprender que “la política no podrá resolver todos los problemas de la noche a la mañana”.
Traicionados por nuestros amores obsoletos a los que nos arraigamos sin cuestionar, aparece ante nosotros la idea de un amor perfeccionado, el amor de Cristo, profundo, ancho, elevado y longevo.
Oriente Medio y el resto del planeta contienen la respiración mientras Israel asegura que responderá a Irán por su ataque. “La angustia continúa”, dicen voces desde el país.
“Habrá más ataques terroristas iraníes”, asegura un profesor de Ciencias Políticas en Jerusalén.
Con tres partes, cuenta desde su salvación en el Nilo hasta las diez plagas y el éxodo de Egipto.
Tanto la Comisión Europea como el Parlamento están abordando el problema de los delitos motivados por el odio. Pero sin una definición clara de lo que es el “odio” no resolveremos el problema, escribe Arie de Pater, de la Alianza Evangélica Europea en Bruselas.
El monopolio del poder y la violencia mueve los deseos desde siempre. Dominar, y no ser dominados, ha sido nuestra lucha cósmica. Pero Dios ha obrado para imputar verdadera justicia.
La cuarta temporada de la serie se ha estrenado en más de 120 salas del país, reuniendo a más de 8.000 espectadores. La producción se sitúa como la séptima mejor taquilla en día de estreno.
No hay nada como una expectativa de justicia insatisfecha. Por mucho que pretendamos acostumbrarnos a ello, somos buscadores natos de retribución.
Todos anhelamos ver cambios significativos ante esas realidades que nos incomodan, pero nos frustramos ante nuestras limitaciones. La Biblia, en cambio, habla de una fuerza que transforma por completo el ser.
Barcelona ha acogido el preestreno de la cuarta temporada de la serie ante un público limitado y mayoritariamente del ámbito cristiano local. El “fenómeno” llegará a la gran pantalla en nuestro país de forma oficial el próximo 16 de febrero.
Aquellos misteriosos personajes orientales, superando todas las diferencias culturales y demás dificultades, se pusieron de acuerdo para localizar a Jesús.
La imposibilidad de fotografiar el rostro de Dios, el no poder verlo como vemos al ser de carne y hueso que tenemos junto a nosotros, no son razones para deducir su inexistencia.
Ni siquiera toda una vida de intentos nos puede justificar, porque cuando más familiarizados estamos con nosotros mismos es cuando observamos nuestros fracasos, limitaciones y derrotas constantes.
Sea como sea, siempre encontramos la manera de descargar en los demás la responsabilidad de nuestros errores y la causa de nuestras situaciones. La Biblia, en cambio, nos habla de alguien que nos acoge.
Si contásemos la vida como una inversión, es legítimo preguntarnos qué valores nos acaparan. Pero, al final, es una cuestión que tiene que ver con nuestros deseos y su carácter.
El futuro, y en concreto el fin, es para muchos cuestión de especulación e imaginación, hasta el punto que uno se pregunta qué lugar queda para el amor y la gracia en esos escenarios tan extremos.
En Nicaragua conocí a García Márquez. Una tarde salimos juntos a tomar café y aproveché para hacerle una entrevista. Entre otras cosas le recordé el letrero “Macondo, Dios existe”.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.