Después del #metoo, se suceden las series que abordan casos de abusos sexuales que hasta ahora habían pasado desapercibidos. Una de las últimas que han llegado a España es la de la sueca Nattryttarna (que aquí se traduce como El manipulador, aunque el título en inglés me parece mejor pensado, Riding in Darkness).

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Se trata de una producción de televisión que recoge el caso de un entrenador de equitación que abusó sexualmente de numerosas alumnos mientras éstas se encontraban a su cargo y, al mismo tiempo, maltrató a su esposa y sus dos hijas. Sin duda, uno de esos casos típicos cuando uno intenta pensar en una definición precisa del mal.

Creada por el mismo guionista que firma la serie de The Restaurant, Ulf Kvensler, en la producción también ha colaborado Sophie Jahn, hija del profesor de equitación acusado de cometer abusos sexuales (Tommy Lundh, en la serie) y que lleva años hablando del caso en público. “Durante mi infancia, vi a mujeres y niñas, también de mi familia, siendo abusadas por mi padre”, asegura. “Mientras las demás chicas decidían abandonar el centro, mi única opción era intentar sobrevivir y hacer la cuenta atrás hasta mis 18 años, cuando por fin podría ser libre. Ahora puedo contar mi historia sobre el abuso de poder que se ejerció sobre nosotras. Luché por mi supervivencia y por la supervivencia de mis hermanas pequeñas y de los caballos de la granja”.

En la serie se adaptan algunos nombres y detalles de la historia para la composición de la ficción, como el hecho de que son dos las hermanas que aparecen, y no varias. La trama evoluciona desde los casos de abusos sexuales y violaciones de las instructoras de equitación bajo las órdenes del personajes de Lundh, hasta el drama familiar, con el maltrato a la mujer y las hijas, en una historia catalogada de true crime por la prensa especializada, aunque en muchas ocasiones recuerda más bien a un thriller de temática judicial. 

Precisamente, los juicios que se repiten en esta miniserie de ocho episodios parecen los lugares de mayor tensión en la historia. Es en los juzgados donde los personajes experimentan victoria y derrota, donde se exponen los deseos y expectativas de ser vindicados, y donde incluso el mismo espectador hace acto de presencia para atestiguar, a veces atónito, lo inesperado del fracaso y la impotencia.

[photo_footer]Jonas Karlsson da vida al personaje de Tommy Lundh, el abusador en la serie. / Fotograma de la serie, Filmin.[/photo_footer]

Esperar al Hijo

Algo que retrata especialmente bien El manipulador es la frustración que es capaz de producir nuestra sociedad. En ella, es una realidad el hecho de que las víctimas puedan quedar insatisfechas en su agravio. Y es que, estamos demasiado acostumbrados a la impunidad. Hemos asumido que nuestros sistemas judiciales son fallidos. Que en ellos, el culpable puede quedar libre de su delito, de su crimen, y la víctima sin reparación. 

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No hay nada como una expectativa de justicia insatisfecha. Por mucho que pretendamos acostumbrarnos a ello, somos buscadores natos de retribución. Pero no es así con la justicia de Dios. Él no ha ignorado la demanda de justicia que exige todo nuestro pecado, pero la asumido él mismo, por medio del Hijo, ocupando el lugar que nos correspondía en la cruz y pagando nuestro delito. De esta forma, se nos atribuye la justicia que ha obtenido Cristo en la cruz, para poder encontrarnos así en la presencia del Dios Santo.

Ante la insatisfacción de la falta de reparación judicial, la idea de esperar en el Hijo la plenitud de esa justicia (1 Tesalonicenses 1:9-10) que ya se ha manifestado en la cruz, nos da una esperanza renovada. Nos recuerda que a Dios le ha interesado siempre lo que ocurre en el mundo, y que sigue estando igualmente interesado en ello. Tanto como para encarnarse en el Hijo y perdonarnos, satisfaciendo así nuestra sed de justicia.

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[title]Por un año más[/title]

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